Coño, pues creía que la maquinaria capitalista había eliminado definitivamente a otro icono de finales de siglo XX.
He buscado, y si sigue existiendo, pero es distinto. Lo grande del Colajet clásico era la técnica de comerlo, empezando por ese capuchón de chocolate que recibía unas primeras chupadas antes de ser quebrado con un finísimo mordisquito, intentando no arrancar de cuajo la punta del helado y dejando al descubierto el hielo de limón que cubría.
Todo un proceso, como el que ahora anuncian para comer las galletas Oreo y que ya habíamos inventado todos nosotros hace ya mucho más tiempo con las galletas Príncipe de Beckembauer o como se llamen. Y ya que hablamos de elaboradísimas técnicas de cómo comer las cosas, no dejemos a un lado el Dalky de nata y chocolate o la Nocilla de dos sabores, que bien merecen un escrito de cada uno de vosotros con vuestras manías particulares a la hora de atacarlos.
Y también quiero homenajear a Helados Avidesa, con Luis Suñer a la cabeza. Esos si que fueron grandes helados durante toda su vida, y con sus famosos “apolos” de vainilla. También fueron “globalizados” por esta mítica Nestlé que todo se lo engulle, a Avidesa, a Camy, a Miko, a todo lo que se le ponga delante.