Yo, soy de tetas.
Es una frase que cualquiera que me conozca sabe que acabaré soltando alguna vez. Cuando he hecho algún comentario acerca de alguna tipa y la típica que se siente menospreciada dice: "pero mírala, si es fea y vulgar" Mi respuesta es: "Yo, soy de tetas" Cuando algún amigo me recuerda que con la que estoy hablando es más fea que la otra que me mira desde la distancia, indefectiblemente le digo: "Yo, soy de tetas"
Es una obsesión, es una forma de vida, mi manera de enfrentarme al mundo viene marcada por esta querencia. Amigos, yo, soy de tetas.
No me valen los globos de silicona. ¿A qué avieso cirujano se le ocurriría que una teta es un balón de nivea con un pezón mutilado por las cicatrices? Las tetas no son así. Aborrezco la silicona. Me dan asco las cicatrices en la areola, el tacto no es natural, el peso no es natural, la forma no es natural.
Una teta ha de tener caída, se ha de poder sujetar un lápiz bajo ellas. Nada exagerado, con su pezón bien puesto, centradito, a la misma altura que su par. Han de estar separadas la una de la otra, no tanto como para que quepa un cadillac aparcado en batería, pero lo justo para que se marque el tórax.
El pezón ha de ser marrón. Los pezones rosas son aborrecibles, no se sabe donde acaba la areola y donde empieza el pecho. Odio también los pezones que te pueden sacar un ojo, padezco de una especie de miedo al pezón, como si me intimidaran, supongo que mi periodo de lactante me resultó algo traumático, casi me ahogo o algo. Así que el pezón ha de ser marrón, con un golpe de ojos debemos saber diferenciar el pezón del resto del pecho, pero a la vez ha de ser discreto, tímido. Esos pezones que coronan el pecho y que parecen querer escapar, que se inflaman, son también muy apetecibles, son una rareza que a mí personalmente me encanta.
He estado con chicas con tetas como cabezas de mongolos. Son el parque de atracciones del mundo tetil. No acaban de gustarte, pero algo te pide que entres y te olvides de todo. Te lo pasas muy bien un rato, pero acabas descubriendo que todas son iguales. Al final son muy aburridas, te llenan solo la vista, pero ese tacto a bolsas del carrefour llenas de gelatina no te llena nada. No a las tetas enormes.
Las tetas pequeñitas me resultan muy morbosas. Unas tetitas ínfimas, apenas un monticulito rodeando el pezón. Ya sabeis. Me hacen mucha gracia para un rato. Pero tampoco me llenan. Eso sí, antes que unas tetas que anden en tierra de nadie, ni grandes ni pequeñas, insulsas, prefiero estas. Al menos tienen algo de especial, su ser es el no ser.
Una vez tuve en mis manos las tetas perfectas. Cuando me aburro de tetas normales, tan corrientes, las llamo por teléfono. Entre ellas y yo se interpone una chica que me cae fatal, pero creo que una vez estuve enamorado de ella y aún lo estaré mucho tiempo, por sus tetas.
Va, foreras, haceros un favor, dad lo único bueno en potencia que podeis dar al foro, poned fotos, excepto Candela, que he visto una foto suya y además de parecerse a mi tía la del pueblo se tiene que comprar los sujetadores en Zara niños.
Es una frase que cualquiera que me conozca sabe que acabaré soltando alguna vez. Cuando he hecho algún comentario acerca de alguna tipa y la típica que se siente menospreciada dice: "pero mírala, si es fea y vulgar" Mi respuesta es: "Yo, soy de tetas" Cuando algún amigo me recuerda que con la que estoy hablando es más fea que la otra que me mira desde la distancia, indefectiblemente le digo: "Yo, soy de tetas"
Es una obsesión, es una forma de vida, mi manera de enfrentarme al mundo viene marcada por esta querencia. Amigos, yo, soy de tetas.
No me valen los globos de silicona. ¿A qué avieso cirujano se le ocurriría que una teta es un balón de nivea con un pezón mutilado por las cicatrices? Las tetas no son así. Aborrezco la silicona. Me dan asco las cicatrices en la areola, el tacto no es natural, el peso no es natural, la forma no es natural.
Una teta ha de tener caída, se ha de poder sujetar un lápiz bajo ellas. Nada exagerado, con su pezón bien puesto, centradito, a la misma altura que su par. Han de estar separadas la una de la otra, no tanto como para que quepa un cadillac aparcado en batería, pero lo justo para que se marque el tórax.
El pezón ha de ser marrón. Los pezones rosas son aborrecibles, no se sabe donde acaba la areola y donde empieza el pecho. Odio también los pezones que te pueden sacar un ojo, padezco de una especie de miedo al pezón, como si me intimidaran, supongo que mi periodo de lactante me resultó algo traumático, casi me ahogo o algo. Así que el pezón ha de ser marrón, con un golpe de ojos debemos saber diferenciar el pezón del resto del pecho, pero a la vez ha de ser discreto, tímido. Esos pezones que coronan el pecho y que parecen querer escapar, que se inflaman, son también muy apetecibles, son una rareza que a mí personalmente me encanta.
He estado con chicas con tetas como cabezas de mongolos. Son el parque de atracciones del mundo tetil. No acaban de gustarte, pero algo te pide que entres y te olvides de todo. Te lo pasas muy bien un rato, pero acabas descubriendo que todas son iguales. Al final son muy aburridas, te llenan solo la vista, pero ese tacto a bolsas del carrefour llenas de gelatina no te llena nada. No a las tetas enormes.
Las tetas pequeñitas me resultan muy morbosas. Unas tetitas ínfimas, apenas un monticulito rodeando el pezón. Ya sabeis. Me hacen mucha gracia para un rato. Pero tampoco me llenan. Eso sí, antes que unas tetas que anden en tierra de nadie, ni grandes ni pequeñas, insulsas, prefiero estas. Al menos tienen algo de especial, su ser es el no ser.
Una vez tuve en mis manos las tetas perfectas. Cuando me aburro de tetas normales, tan corrientes, las llamo por teléfono. Entre ellas y yo se interpone una chica que me cae fatal, pero creo que una vez estuve enamorado de ella y aún lo estaré mucho tiempo, por sus tetas.
Va, foreras, haceros un favor, dad lo único bueno en potencia que podeis dar al foro, poned fotos, excepto Candela, que he visto una foto suya y además de parecerse a mi tía la del pueblo se tiene que comprar los sujetadores en Zara niños.