Max_Demian
Puta rata traicionera
- Registro
- 17 Jul 2005
- Mensajes
- 34.054
- Reacciones
- 29.536

De pronto lo he comprendido.
Es imposible que encuentre algo de verdadero valor ahí fuera. Mi campo de acción es muy limitado en el mundo real. Me muevo en un círculo de amistades bastante cerrado, siempre voy a los mismos bares. Aunque encontrara a una persona especial dudo que tuviera la capacidad de atraerla. Es necesario mucho tiempo para llegar a conocerme y comprenderme es algo imposible que no consigo ni yo mismo. Hoy he ido con mis amigos a pasar el día a un pantano. Era el cumpleaños de una amiga y allí hemos estado. Yo pensaba que iba a conocer gente nueva y... Siempre me hago ilusiones en este tipo de situaciones. Al final resulta que doy la impresión de estar loco por mi sentido del humor extravagante y la gente acaba teniendo cierto recelo porque se dan cuenta de que no compartimos el mismo sistema de valores. Hacía mucho calor y nos hemos bañado, una chica tenía unas generosas tetas.
En general no lo he pasado nada mal, he llevado incluso un orfidal por si lo necesitaba pero no ha sido necesaria la toma de la pastilla. Hubiera querido hablar de una serie de cosas que me hubieran hecho sentir mejor, me hubiera gustado preguntar a la gente que no conocía cuáles eran sus maneras de ver la vida, pero obviamente conozco sus respuestas de antemano. Les imagino encogiéndose de hombros, con mirada de sorpresa y para nada pensando en dar una contestación seria. No por incapacidad, porque todos somos capaces de articular nuestros conceptos morales más esenciales, sino por lo improcedente de la situación. De manera que, quizás por el cansancio, he tenido ganas de tirar la toalla muy lejos y olvidarme de todo, dejarme llevar por lo que verdaderamente me aporta materiales con los que pensar, divagar y soñar y abandonar para siempre la vida mundana, esa que sólo me crea frustraciones y sinsabores.
Me pone nervioso, me pone muy nervioso porque la mayor parte de la conversación ha ido sobre temas de trabajo. Ellos se sienten muy cómodos con sus trabajos con contrato indefinido, no le piden más a la vida y yo he tenido que callar porque tengo mucho que callar. Para mí el mundo laboral es un callejón sin salida en el cual entro a veces, teniendo que volver por mis pasos al toparme con un muro lleno de chicles pegados y escupitajos. He dejado tantos trabajos que me costaría cierto esfuerzo recordarlos todos. No he encontrado ninguna cosa positiva en el mundo laboral. Hemos llevado una botella de ruavieja de la cual me he servido cuatro o cinco generosas copas. Debe ser porque peso noventa quilos pero no he llegado a emborracharme de verdad. Quizás si lo hubiera hecho hubiera sido capaz de hablar con sinceridad y expresar lo que pienso sobre esos temas.
Unabomber sería capaz de mandarme una carta bomba, o quizás se compadecería de mí, porque soy un ser sobresocializado. Me he dado cuenta de que lo verdaderamente atractivo es una personalidad poco socializada que mantiene ciertos rasgos primitivos y espontáneos que son los que dan verdadero color. Yo en cambio soy un cúmulo de estrés, me tomo las cosas demasiado en serio y caigo en la depresión, la apatía y el suicidismo. El lenguaje de las canciones de la radio pueden deprimirme, porque sé que no van dirigidas a mí, sino a millones de personas que me considerarían un verdadero tarado digno de paga no contributiva, o quizás me considerarían un fenómeno digno de ser escuchado, pero más como una experiencia extravagante de la que hablar con sorna a sus amigos que con verdadera intención de comprender las cosas que digo.
El pantano era asqueroso. No por el agua, que estaba bastante limpia, sino por las innumerables rocas y el terrible desnivel que ha hecho que salgan a flote las aptitudes de nadador que había olvidado. Unos perros se estaban metiendo en el agua pero no me ha importado, porque me gustan los perros. Me hacen gracia porque son seres totalmente inocentes, de hecho les envidio y me gustaría vivir con su entusiasmo. El lunes tengo cita con el psiquiatra, cita que aprovecharé para entregarle la cuchara una vez más y decirle ahí la tienes, haz conmigo lo que creas que debes hacer, pero yo no puedo más, yo quiero pasar el resto de mi vida foreando con personajes que hacen alusión a lo voluminoso de sus genitales o a sus desviaciones sexuales más atrevidas. Él, naturalmente, no comrenderá nada y hará una miserable modificación en mi tratamiento, me dará una galleta con forma de hueso y esperará que salga de la consulta estrechándole la mano, quitándose el muerto de encima, abandonándome a mi suerte. Yo quiero acabar con esto de una vez, os soy sincero si os digo que no creo que aguante mucho más, me agota la vida que llevo de lucha continua contra lo inevitable. Cuando comíamos los bocadillos yo guardaba silencio y me he avergonzado de mi prominente barriga. La gente se queda mirando mi barriga y con eso tienen suficiente para juzgarme. De acuerdo con mi aspecto soy una persona que no cuida su aspecto, lo cual es suficiente para evitarla y meterla en el saco de gente que no es como tiene que ser la gente.
Tengo la toalla llena de abrojos. Había desnivel y muchas piedras. Una araña reposaba en su tela tejida entre las ramas de un arbusto, desafiante. Las chicharras emitían su característico sonido, dicen que a través de una sencilla fórmula matemática se puede saber la temperatura que hace contando las veces que una cigarra canta en un minuto. He tratado de empatizar pero ha sucedido lo de siempre, todo se queda en una tibieza absurda que no me sabe a nada, no encuentro sustancia, no encuentro algo a lo que agarrarme y sentir que tengo algo. Las relaciones sociales son un misterio para mí, hubo una época en la que me esforcé por tener amigos y ahora los tengo, pero no creo que sean verdaderos amigos, son gente remendamente diferente a mí, pero al fin y al cabo me da igual. Siempre he tratado de cambiar las cosas de una manera acorde a lo que los demás creen, ahora voy a actuar de una manera que tiene que ser la mía, acorde a mis propias creencias. Después de comer hemos vuelto a bañarnos y ya se ha ido desinflando la situación, los ánimos han ido decayendo y a las ocho de la tarde nos hemos ido. Aún quedaba gente en el agua. Uno ha dicho que ya nos acordaremos de este día cuando sea invierno. Yo creo que voy a recordar este día como el día en el que perdí totalmente la fe en integrarme en la sociedad. El reloj de arena empieza a vaciarse, mi tiempo se acaba. No me queda nada por intentar, he hecho todo lo que he podido pero no lo he conseguido.
Ahora... es tiempo de no morir. ¿Quién sabe?
Es imposible que encuentre algo de verdadero valor ahí fuera. Mi campo de acción es muy limitado en el mundo real. Me muevo en un círculo de amistades bastante cerrado, siempre voy a los mismos bares. Aunque encontrara a una persona especial dudo que tuviera la capacidad de atraerla. Es necesario mucho tiempo para llegar a conocerme y comprenderme es algo imposible que no consigo ni yo mismo. Hoy he ido con mis amigos a pasar el día a un pantano. Era el cumpleaños de una amiga y allí hemos estado. Yo pensaba que iba a conocer gente nueva y... Siempre me hago ilusiones en este tipo de situaciones. Al final resulta que doy la impresión de estar loco por mi sentido del humor extravagante y la gente acaba teniendo cierto recelo porque se dan cuenta de que no compartimos el mismo sistema de valores. Hacía mucho calor y nos hemos bañado, una chica tenía unas generosas tetas.
En general no lo he pasado nada mal, he llevado incluso un orfidal por si lo necesitaba pero no ha sido necesaria la toma de la pastilla. Hubiera querido hablar de una serie de cosas que me hubieran hecho sentir mejor, me hubiera gustado preguntar a la gente que no conocía cuáles eran sus maneras de ver la vida, pero obviamente conozco sus respuestas de antemano. Les imagino encogiéndose de hombros, con mirada de sorpresa y para nada pensando en dar una contestación seria. No por incapacidad, porque todos somos capaces de articular nuestros conceptos morales más esenciales, sino por lo improcedente de la situación. De manera que, quizás por el cansancio, he tenido ganas de tirar la toalla muy lejos y olvidarme de todo, dejarme llevar por lo que verdaderamente me aporta materiales con los que pensar, divagar y soñar y abandonar para siempre la vida mundana, esa que sólo me crea frustraciones y sinsabores.
Me pone nervioso, me pone muy nervioso porque la mayor parte de la conversación ha ido sobre temas de trabajo. Ellos se sienten muy cómodos con sus trabajos con contrato indefinido, no le piden más a la vida y yo he tenido que callar porque tengo mucho que callar. Para mí el mundo laboral es un callejón sin salida en el cual entro a veces, teniendo que volver por mis pasos al toparme con un muro lleno de chicles pegados y escupitajos. He dejado tantos trabajos que me costaría cierto esfuerzo recordarlos todos. No he encontrado ninguna cosa positiva en el mundo laboral. Hemos llevado una botella de ruavieja de la cual me he servido cuatro o cinco generosas copas. Debe ser porque peso noventa quilos pero no he llegado a emborracharme de verdad. Quizás si lo hubiera hecho hubiera sido capaz de hablar con sinceridad y expresar lo que pienso sobre esos temas.
Unabomber sería capaz de mandarme una carta bomba, o quizás se compadecería de mí, porque soy un ser sobresocializado. Me he dado cuenta de que lo verdaderamente atractivo es una personalidad poco socializada que mantiene ciertos rasgos primitivos y espontáneos que son los que dan verdadero color. Yo en cambio soy un cúmulo de estrés, me tomo las cosas demasiado en serio y caigo en la depresión, la apatía y el suicidismo. El lenguaje de las canciones de la radio pueden deprimirme, porque sé que no van dirigidas a mí, sino a millones de personas que me considerarían un verdadero tarado digno de paga no contributiva, o quizás me considerarían un fenómeno digno de ser escuchado, pero más como una experiencia extravagante de la que hablar con sorna a sus amigos que con verdadera intención de comprender las cosas que digo.
El pantano era asqueroso. No por el agua, que estaba bastante limpia, sino por las innumerables rocas y el terrible desnivel que ha hecho que salgan a flote las aptitudes de nadador que había olvidado. Unos perros se estaban metiendo en el agua pero no me ha importado, porque me gustan los perros. Me hacen gracia porque son seres totalmente inocentes, de hecho les envidio y me gustaría vivir con su entusiasmo. El lunes tengo cita con el psiquiatra, cita que aprovecharé para entregarle la cuchara una vez más y decirle ahí la tienes, haz conmigo lo que creas que debes hacer, pero yo no puedo más, yo quiero pasar el resto de mi vida foreando con personajes que hacen alusión a lo voluminoso de sus genitales o a sus desviaciones sexuales más atrevidas. Él, naturalmente, no comrenderá nada y hará una miserable modificación en mi tratamiento, me dará una galleta con forma de hueso y esperará que salga de la consulta estrechándole la mano, quitándose el muerto de encima, abandonándome a mi suerte. Yo quiero acabar con esto de una vez, os soy sincero si os digo que no creo que aguante mucho más, me agota la vida que llevo de lucha continua contra lo inevitable. Cuando comíamos los bocadillos yo guardaba silencio y me he avergonzado de mi prominente barriga. La gente se queda mirando mi barriga y con eso tienen suficiente para juzgarme. De acuerdo con mi aspecto soy una persona que no cuida su aspecto, lo cual es suficiente para evitarla y meterla en el saco de gente que no es como tiene que ser la gente.
Tengo la toalla llena de abrojos. Había desnivel y muchas piedras. Una araña reposaba en su tela tejida entre las ramas de un arbusto, desafiante. Las chicharras emitían su característico sonido, dicen que a través de una sencilla fórmula matemática se puede saber la temperatura que hace contando las veces que una cigarra canta en un minuto. He tratado de empatizar pero ha sucedido lo de siempre, todo se queda en una tibieza absurda que no me sabe a nada, no encuentro sustancia, no encuentro algo a lo que agarrarme y sentir que tengo algo. Las relaciones sociales son un misterio para mí, hubo una época en la que me esforcé por tener amigos y ahora los tengo, pero no creo que sean verdaderos amigos, son gente remendamente diferente a mí, pero al fin y al cabo me da igual. Siempre he tratado de cambiar las cosas de una manera acorde a lo que los demás creen, ahora voy a actuar de una manera que tiene que ser la mía, acorde a mis propias creencias. Después de comer hemos vuelto a bañarnos y ya se ha ido desinflando la situación, los ánimos han ido decayendo y a las ocho de la tarde nos hemos ido. Aún quedaba gente en el agua. Uno ha dicho que ya nos acordaremos de este día cuando sea invierno. Yo creo que voy a recordar este día como el día en el que perdí totalmente la fe en integrarme en la sociedad. El reloj de arena empieza a vaciarse, mi tiempo se acaba. No me queda nada por intentar, he hecho todo lo que he podido pero no lo he conseguido.
Ahora... es tiempo de no morir. ¿Quién sabe?