Nueces rebuznó:
El hilo de las biolasiones me deprime a la vez que me llena de ira homicida. No quiero ensuciarlo con mi moralina, pero bastante estropeadas salen de fábrica como para que algún hijo puta las estropee del todo. Y luego, lo de abusar y aprovecharse del débil hace que me hierva la sangre. La gente que no busca enemigos a su altura para medirse merece la muerte. Hasta que no se viola a un negro de metro noventa, uno no se gana el derecho a violar a la gente. No hay ética ni hay nada. Siempre a lo fácil, a lo cómodo.
Eh, que he violado a una tía veinte centímetros más baja y treinta kilos más lígera, flojucha como una niña. Muy bien, campeón, ahora trata de violarme a mí, a muerte. Eh, que he recortado 1000 millones a los minusválidos en la Ley de Dependencia. Grande, grande, ahora ven a explicarme a mí a la cara, en un pozo del que no se pueda salir sin ayuda, el motivo de recortar justamente esa partida, a muerte. Cómo odio a todo este tipo de gente, a muerte.
Eres humano, al fin y al cabo.
Ayer tuve una discusión que no llegó a buen término por este tema de la justicia.
Creo que no somos pocos los que creemos que si a una persona de nuestro entorno, alguien a quien tengamos eso que llaman cariño, le violasen, responderíamos con la más brutal de las violencias. Nunca he entendido a esos padres mediáticos de niñas violadas y asesinadas que se quedan igual, que no desencadenan el infierno entre los mortales. No importa si Marta del Castillo se lo buscó como en este foro se ha expuesto tan vehementemente. Alguien que la quisiera lo más mínimo y, más importante aún, que tuviera algún sentido del ORDEN, debería masacrar a las familias de los responsables y enviarles fotos al trullo, entre el fajo de cartas "admiradoras de Carcaño", un retrato de su vieja vaciando las tripas y no por un esfínter.
Pues ayer me decían que no, que la violencia no es justicia, que ellas saben arreglárselas solas y que si un desconocido borracho les agarra una teta, resuelven el entuerto con unas pocas palabras y ya está. Menudo ejemplo. Que nadie aprende una lección por llevarse una paliza. Me pregunté si no estarían proyectando en otros, si no sería que a ellas no se les enseña ni a tortas, porque animales somos y como tales no hay forma de aprender más rápido que por la vía del dolor.
Y ellas erre que erre.
Al final comprendí que no, que el rechazo a la violencia viene de quienes no la han conocido. Que quienes saben lo que duele y quienes han visto lo rápido que entra en razón quien sufre dolor, comprenden que a veces es la vía más económica en términos de tiempo y de sangre. Bien entendida y bien empleada, es el camino. Y no es el camino a la paz, porque tal camino no existe. Los humanos fantasean con una utopía donde no hay conflicto, pero no hemos nacido para eso, estamos aquí por y para la muerte.
Es curioso qué poco les gusta a las mujeres ser testigos de la violencia, qué poco partícipes quieren ser en general, pero cuánto contribuyen a ella de manera indirecta; cuánto envilecen a tantos para luego mirar hacia otro lado cuando se desencadena lo inevitable. "¡Hombres!" Exclaman, atusándose el pelo, aligerando el paso con una cadencia de caderas y un taconeo que bien sustituyen a una marcha militar.