Torquemada2.0
El calzonazos del Xanadú
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Hostias!!! Se me había pasado un episodio LoL premium que víví hace décadas.
Con 16/17 años nos poníamos de alcohol hasta el culo, sin desdeñar nada, cerveza, pues cerveza, mientras tanto unos tequilas y luego a cubatazos con el DYC segoviano. Era la época del beber por beber. Estupendo caldo de cultivo para melopeas de mil pares de cojones, comas etílicos y desórdenes gastrointestinales severos.
Un viernes por la tarde salimos primero a los bares cerca del barrio a zurrarnos de cerveza, y más tarde al los pafetos que estaban a 2.5/3 Km de nuestras casas. Como éramos jóvenes, a andar, nada de coches y buses, todo el dinero que se podía dedicar a alcohol había que guardarlo.
En esto que la 2:00 horas de la madrugada se me acerca mi mejor colega con la cara blanca, y diciendo que nos teníamos que ir que estaba malo. Salí con él al exterior, y ya de camino a la puerta me vino una ráfaga rufiesca, que denotaba cuál era su verdadero problema. Le dije que aguantara, que fuese al aparcamiento de detrás a cagar, que yo le vigilaba por si venía alguién, incluso le encontré unos folletos para que se limpiara el bullate.
Pero no, se cerró en banda, el sólo quería ir a su casa. No había bus, no teníamos dinero para ir en taxi, ni un buen samaritano que nos acercara. A patita, nos tocó ir. Un suplicio todo el camino, el tío como se iba cagando sus pasos eran cortísimos, y tardamos el doble de lo normal. Mientras de vez en cuando la ollla a presión que debían ser sus tripas soltaban presión, y daba unas bofetadas que te dejaban al borde de las arcadas.
En esto que llegamos al barrio. Empezamos a ver su portal, el tío que empieza a ir más rápido, a sudar, a dar pequeños saltitos cuando está abriendo la puerta, para más inri aparece un vecino suyo algo más mayor que también debía venir de farra o de dejar la novia. Y yo empiezo a intuir que eso acaba en tragedia.
Cuando le ví que esperando el ascensor dejaba de saltar, tuve la certeza del desenlace. Lo que nunca entenderé porqué entre a aquel ascensor. Nos metimos los tres, y en 3 segundos empezó a oler a mierda de una manera que jamás he vuelto a olisquear. Era tremebundo. Encima el vecino, se giraba la cabeza de manera nerviosa hacía atrás, cómo diciendo quién es hijo de puta que ha convertido este ascensor en una puta cuadra. A mi que entre los efluvios pestilentes, y la situación me dio por descojonarme. El vecino que llega a su piso y sale como si hubiera visto el diablo. Mi colega enfadándose conmigo, de pronto veo que le sale un líquido marrroneti de la pernera. Yo con lagrimones en los ojos, doblado de la risa. No quise entrar a su casa, porque el festival Mierdimad podría acabar con mi vida. Y la verdad es que como luego contó armó una de campeonato, ya que dejo hilillos de mierda por toda la casa, la plasta que se le había ido era un tsumamí que no pudo esconder.
Y es que después de todo, ves la inutilidad de aguantarse porque no estaba en su water, estuvo sufriendo durante más de dos horas, andó 3 km entre retortijones, todo para cagarse en las puertas del ascensor, quedar un puto cagón delante del vecino y yo con el loleo durante semanas.
Con 16/17 años nos poníamos de alcohol hasta el culo, sin desdeñar nada, cerveza, pues cerveza, mientras tanto unos tequilas y luego a cubatazos con el DYC segoviano. Era la época del beber por beber. Estupendo caldo de cultivo para melopeas de mil pares de cojones, comas etílicos y desórdenes gastrointestinales severos.
Un viernes por la tarde salimos primero a los bares cerca del barrio a zurrarnos de cerveza, y más tarde al los pafetos que estaban a 2.5/3 Km de nuestras casas. Como éramos jóvenes, a andar, nada de coches y buses, todo el dinero que se podía dedicar a alcohol había que guardarlo.
En esto que la 2:00 horas de la madrugada se me acerca mi mejor colega con la cara blanca, y diciendo que nos teníamos que ir que estaba malo. Salí con él al exterior, y ya de camino a la puerta me vino una ráfaga rufiesca, que denotaba cuál era su verdadero problema. Le dije que aguantara, que fuese al aparcamiento de detrás a cagar, que yo le vigilaba por si venía alguién, incluso le encontré unos folletos para que se limpiara el bullate.
Pero no, se cerró en banda, el sólo quería ir a su casa. No había bus, no teníamos dinero para ir en taxi, ni un buen samaritano que nos acercara. A patita, nos tocó ir. Un suplicio todo el camino, el tío como se iba cagando sus pasos eran cortísimos, y tardamos el doble de lo normal. Mientras de vez en cuando la ollla a presión que debían ser sus tripas soltaban presión, y daba unas bofetadas que te dejaban al borde de las arcadas.
En esto que llegamos al barrio. Empezamos a ver su portal, el tío que empieza a ir más rápido, a sudar, a dar pequeños saltitos cuando está abriendo la puerta, para más inri aparece un vecino suyo algo más mayor que también debía venir de farra o de dejar la novia. Y yo empiezo a intuir que eso acaba en tragedia.
Cuando le ví que esperando el ascensor dejaba de saltar, tuve la certeza del desenlace. Lo que nunca entenderé porqué entre a aquel ascensor. Nos metimos los tres, y en 3 segundos empezó a oler a mierda de una manera que jamás he vuelto a olisquear. Era tremebundo. Encima el vecino, se giraba la cabeza de manera nerviosa hacía atrás, cómo diciendo quién es hijo de puta que ha convertido este ascensor en una puta cuadra. A mi que entre los efluvios pestilentes, y la situación me dio por descojonarme. El vecino que llega a su piso y sale como si hubiera visto el diablo. Mi colega enfadándose conmigo, de pronto veo que le sale un líquido marrroneti de la pernera. Yo con lagrimones en los ojos, doblado de la risa. No quise entrar a su casa, porque el festival Mierdimad podría acabar con mi vida. Y la verdad es que como luego contó armó una de campeonato, ya que dejo hilillos de mierda por toda la casa, la plasta que se le había ido era un tsumamí que no pudo esconder.
Y es que después de todo, ves la inutilidad de aguantarse porque no estaba en su water, estuvo sufriendo durante más de dos horas, andó 3 km entre retortijones, todo para cagarse en las puertas del ascensor, quedar un puto cagón delante del vecino y yo con el loleo durante semanas.