Una pregunta quisiera hacer:
¿No os ha pasado que cuando uno entra a un water ajeno, no tiene pestillo? ¿Quién puede ser tan underline de no poner un puto pestillo a la sala del trono? ¿Tan caro es, joder? Pues sí.
Yo tenía una novia cuyos padres no pusieron un puto pestillo en sus 3 putos lavabos para no perforar la puta puerta. Decían que la madera que era buena, pero en el fondo disfrutaban molestando al usuario de turno. Ostias que rabia me da, estar ahí pendiente de si alguien de esa casa le da por entrar al water cuando estoy en plena acción. Solo pensarlo me pongo malo...
En ese momento cumbre en que estás a punto de deshacerte de lo que te sobra en el cuerpo, en el zenit cagatorio, en ese punto cuasiorgásmico de expulsión rectal terminal, equivalente en esfuerzo y por su carácter liberatorio a un parto natural (en ocasiones una epidural estaría más que indicada)... notas que ¡¡alguien se acerca!! ....o peor ¡¡Alguien está abriendo ya la puta puerta!! (la de madera buena) y entonces todo el cuerpo, que se encontraba en la más absoluta armonía con el Universo, en comunión con la naturaleza, con la flora y la fauna del Mundo que en ese mismo momento estaba cagando como tú, pasa a un estado de temblor, un malestar de profundo disgusto recorre tu cuerpo desde el ano hasta el último pelo de tu cuerpo.
Es una situación de alarma, yo diría que hasta se pone la luz roja de los submarinos cuando son atacados con cargas de profundidad. Supongo ese estado es debido a que nuestra psique animal y primitiva se siente amenazada por un depredador desconocido, cual pinguino cagador en el momento de ser atacado por un oso polar (mi suegra). En este momento los instintos se agudizan, los ojos buscan una salida, una forma de escapar mientras el cerebro imagina rápidamente una forma de atrancar la puerta para impedir el paso, las manos dejan la revista (preferiblemente un ¡Hola!)para encontrar los pantalones bajados... solamente puede proferirse alguna frase básica o inconexa del tipo "ocupado" o "estoy dentro".
El encanto se ha roto. Aunque el depredador ya no está, el hechizo excretor ha desaparecido. Nada puede hacer volver a aquél momento tan personalísimo, íntimo, sensible e inajenable. Nunca volverá. Habrá otros momentos parecidos, pero aquella sensación, aquél placer, en esos segundos de gloria ya no. Todo por culpa de un puto pestillo.
¿No os ha pasado que cuando uno entra a un water ajeno, no tiene pestillo? ¿Quién puede ser tan underline de no poner un puto pestillo a la sala del trono? ¿Tan caro es, joder? Pues sí.
Yo tenía una novia cuyos padres no pusieron un puto pestillo en sus 3 putos lavabos para no perforar la puta puerta. Decían que la madera que era buena, pero en el fondo disfrutaban molestando al usuario de turno. Ostias que rabia me da, estar ahí pendiente de si alguien de esa casa le da por entrar al water cuando estoy en plena acción. Solo pensarlo me pongo malo...
En ese momento cumbre en que estás a punto de deshacerte de lo que te sobra en el cuerpo, en el zenit cagatorio, en ese punto cuasiorgásmico de expulsión rectal terminal, equivalente en esfuerzo y por su carácter liberatorio a un parto natural (en ocasiones una epidural estaría más que indicada)... notas que ¡¡alguien se acerca!! ....o peor ¡¡Alguien está abriendo ya la puta puerta!! (la de madera buena) y entonces todo el cuerpo, que se encontraba en la más absoluta armonía con el Universo, en comunión con la naturaleza, con la flora y la fauna del Mundo que en ese mismo momento estaba cagando como tú, pasa a un estado de temblor, un malestar de profundo disgusto recorre tu cuerpo desde el ano hasta el último pelo de tu cuerpo.
Es una situación de alarma, yo diría que hasta se pone la luz roja de los submarinos cuando son atacados con cargas de profundidad. Supongo ese estado es debido a que nuestra psique animal y primitiva se siente amenazada por un depredador desconocido, cual pinguino cagador en el momento de ser atacado por un oso polar (mi suegra). En este momento los instintos se agudizan, los ojos buscan una salida, una forma de escapar mientras el cerebro imagina rápidamente una forma de atrancar la puerta para impedir el paso, las manos dejan la revista (preferiblemente un ¡Hola!)para encontrar los pantalones bajados... solamente puede proferirse alguna frase básica o inconexa del tipo "ocupado" o "estoy dentro".
El encanto se ha roto. Aunque el depredador ya no está, el hechizo excretor ha desaparecido. Nada puede hacer volver a aquél momento tan personalísimo, íntimo, sensible e inajenable. Nunca volverá. Habrá otros momentos parecidos, pero aquella sensación, aquél placer, en esos segundos de gloria ya no. Todo por culpa de un puto pestillo.