Spawner
Muerto por dentro
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Hola, qué tal, soy Spawner, que con esto del Totum Revolutum me ha dado por abrir hilos.
Vengo de estar de cervezas en el Saint-Germain, un barecillo de Granada donde te ponen cerveza que, aunque es Cruzcampo, no lo parece y las tapas están la mar de ricas, y he visto una escena que me ha motivado a abrir este hilo.
Estaba yo con mi señora después de que ella saliera del trabajo y yo de entrenar y nos hemos ido, como acostumbramos los jueves, que nos da pereza cocinar, a tomar alguna tapa en una terraza a celebrar que seguimos vivos. Hemos estado dentro un rato y, como siempre, el camarero, cuando se queda una mesa libre, como ya nos conoce, nos dice que si nos vamos fuera y para allí que hemos tirado.
Cojo mi tubo, mis aceitunas y la tapa de risotto y para afuera. Nos toca una mesa alta, de taburete. Al lado hay tres chicas: una, la típica bollera moderna con peinado a lo Skrillex que tan de moda se ha puesto, o sea, media cabeza rapada y el resto largo; una moderna pequeñita con pelo corto que tiene un buen pollazo y una morenaza de pelo rizado y ojos negros, con la piel tremendamente morena y enfundada en un vestido palabra de honor raro. Raro porque pese a ser palabra de honor, no es el típico que se queda ceñido al pecho, sino algo holguero y, además, tiene un escotazo en la espalda que le llega a la raja del culo. Y es corto de cojones, lo que deja a ver unas piernas potentes y bien esculpidas.
Yo, que como mi novia a yo somos enganchados del gimnasio y, por ende, nos gusta ver cuerpos bonitos, le digo a mi chica, mira, qué espalda más bonita. Ella asiente y dice que sí mientras se come el tomate aliñao que hemos pedido. Seguimos hablando de chumineces, y yo, de cuando en cuendo, sigo mirando a la muchacha. Empiezan a echarse fotos, selfies. Y nos piden el favor de echarle una foto porque son unpoco torpes y no les salen bien. Me da el móvil la de rojo y, cuando se inclina, veo que, como el escote es holguero y no lleva sujetador, los pezoncillos asoman. Morenos, duros y pequeños. Vamos, como una mora dulce.
Les echo la foto, dos, por si salen con los ojos cerrados y me siento. Le comento a mi señora lo de los pezones, pues muy bien que hace, me dice, muy cómodo que es ir con las tetillas al aire. Y seguimos a lo nuestro. Y entonces veo algo que hace que ese halo de pibón incandescente que tenía la muchacha se vaya a la mierda.
La chica empieza a rascarse la espalda. Con el dedo índice y con insistencia. Pero no se detiene en la media espalda, no, baja a las lumbares. Pero el dedo no se para en una zona que podía ser morbosa, no, se mete el dedo por el escote del culo, lo introduce entre las nalgas y empieza a hacer un ras-ras para arriba y para abajo como cuando se te juntan dos pelos del culo y se anudan e intentas con un dedo deshacer un nudo que no sabes cómo se ha formado. La tía, ni corta ni perezosa, tras rascarse el ojete, que yo podía pensar que sólo se había colocado el tanga, se lleva el dedo a la nariz y se lo pasa como si estuviera oliendo el tapón de una botella de reserva para ver si está avinagrado.
Se me ha venido un poco el mundo encima.
Me ha hecho recordar otra vez que mi chica me presentó a una amiga suya, compañera de trabajo. Bajita, pelo corto, pelirroja, cuerpo tipo pony (esto es, con hiperlordosis, puente y culazo) y con un poco de boca caballo, de las que le gustan a ILG. La tía es maja y tenemos buena conversación. Es de la planta de las que me gustan. Además, vestida mona, con su minifalda y su camisita blanca.
Le da por reír, no sé bien de qué, y, a media carcajada, le viene un eructo-pedo. Una de estas cosas que te pasan cuando te ríes mucho y te viene una bocanada de aire y estás muy bebido para controlarlo y, al intentarlo y cerrar la boca, por no se sabe qué conexión interna rara, te terminas pegando un pedo sonoro que parece una moto arrancando. La chica se puso más roja que su pelo. Se fue al baño, no sé si se cagó o qué, y no la volví a ver esa noche.
Alguna vez más me he topado con ella y, evidentemente, no hemos sacado el tema. Tampoco me hubiera importado, yo no le di más importancia, los pedos son lo más natural del mundo, pero las mujeres son así.
En resumen, este hilo va de esas tías que estás mirando y memorizando para hacerte una paja épica esa noche y que, de repente, hacen algo que no se espera, algo que las humaniza y, hasta cierto punto, las vulgariza. Y se te quitan las ganas de la paja.
No va de la primera vez que tu novia se te tira un pedo, o la vez que la ayudas a potar sin meter el pelo en el vótimo (que también, si queréis), sino de esas cosas que no se esperan de una "lorealista", como por aquí las llamáis, y que, sin embargo, ocurren.
Vengo de estar de cervezas en el Saint-Germain, un barecillo de Granada donde te ponen cerveza que, aunque es Cruzcampo, no lo parece y las tapas están la mar de ricas, y he visto una escena que me ha motivado a abrir este hilo.
Estaba yo con mi señora después de que ella saliera del trabajo y yo de entrenar y nos hemos ido, como acostumbramos los jueves, que nos da pereza cocinar, a tomar alguna tapa en una terraza a celebrar que seguimos vivos. Hemos estado dentro un rato y, como siempre, el camarero, cuando se queda una mesa libre, como ya nos conoce, nos dice que si nos vamos fuera y para allí que hemos tirado.
Cojo mi tubo, mis aceitunas y la tapa de risotto y para afuera. Nos toca una mesa alta, de taburete. Al lado hay tres chicas: una, la típica bollera moderna con peinado a lo Skrillex que tan de moda se ha puesto, o sea, media cabeza rapada y el resto largo; una moderna pequeñita con pelo corto que tiene un buen pollazo y una morenaza de pelo rizado y ojos negros, con la piel tremendamente morena y enfundada en un vestido palabra de honor raro. Raro porque pese a ser palabra de honor, no es el típico que se queda ceñido al pecho, sino algo holguero y, además, tiene un escotazo en la espalda que le llega a la raja del culo. Y es corto de cojones, lo que deja a ver unas piernas potentes y bien esculpidas.
Yo, que como mi novia a yo somos enganchados del gimnasio y, por ende, nos gusta ver cuerpos bonitos, le digo a mi chica, mira, qué espalda más bonita. Ella asiente y dice que sí mientras se come el tomate aliñao que hemos pedido. Seguimos hablando de chumineces, y yo, de cuando en cuendo, sigo mirando a la muchacha. Empiezan a echarse fotos, selfies. Y nos piden el favor de echarle una foto porque son unpoco torpes y no les salen bien. Me da el móvil la de rojo y, cuando se inclina, veo que, como el escote es holguero y no lleva sujetador, los pezoncillos asoman. Morenos, duros y pequeños. Vamos, como una mora dulce.
Les echo la foto, dos, por si salen con los ojos cerrados y me siento. Le comento a mi señora lo de los pezones, pues muy bien que hace, me dice, muy cómodo que es ir con las tetillas al aire. Y seguimos a lo nuestro. Y entonces veo algo que hace que ese halo de pibón incandescente que tenía la muchacha se vaya a la mierda.
La chica empieza a rascarse la espalda. Con el dedo índice y con insistencia. Pero no se detiene en la media espalda, no, baja a las lumbares. Pero el dedo no se para en una zona que podía ser morbosa, no, se mete el dedo por el escote del culo, lo introduce entre las nalgas y empieza a hacer un ras-ras para arriba y para abajo como cuando se te juntan dos pelos del culo y se anudan e intentas con un dedo deshacer un nudo que no sabes cómo se ha formado. La tía, ni corta ni perezosa, tras rascarse el ojete, que yo podía pensar que sólo se había colocado el tanga, se lleva el dedo a la nariz y se lo pasa como si estuviera oliendo el tapón de una botella de reserva para ver si está avinagrado.
Se me ha venido un poco el mundo encima.
Me ha hecho recordar otra vez que mi chica me presentó a una amiga suya, compañera de trabajo. Bajita, pelo corto, pelirroja, cuerpo tipo pony (esto es, con hiperlordosis, puente y culazo) y con un poco de boca caballo, de las que le gustan a ILG. La tía es maja y tenemos buena conversación. Es de la planta de las que me gustan. Además, vestida mona, con su minifalda y su camisita blanca.
Le da por reír, no sé bien de qué, y, a media carcajada, le viene un eructo-pedo. Una de estas cosas que te pasan cuando te ríes mucho y te viene una bocanada de aire y estás muy bebido para controlarlo y, al intentarlo y cerrar la boca, por no se sabe qué conexión interna rara, te terminas pegando un pedo sonoro que parece una moto arrancando. La chica se puso más roja que su pelo. Se fue al baño, no sé si se cagó o qué, y no la volví a ver esa noche.
Alguna vez más me he topado con ella y, evidentemente, no hemos sacado el tema. Tampoco me hubiera importado, yo no le di más importancia, los pedos son lo más natural del mundo, pero las mujeres son así.
En resumen, este hilo va de esas tías que estás mirando y memorizando para hacerte una paja épica esa noche y que, de repente, hacen algo que no se espera, algo que las humaniza y, hasta cierto punto, las vulgariza. Y se te quitan las ganas de la paja.
No va de la primera vez que tu novia se te tira un pedo, o la vez que la ayudas a potar sin meter el pelo en el vótimo (que también, si queréis), sino de esas cosas que no se esperan de una "lorealista", como por aquí las llamáis, y que, sin embargo, ocurren.