Jose David
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- 2 Jul 2006
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Una historia real como la vida misma, que le ha pasado no sólo a esta chica, sino a muchísimas, por lo poco que sé, y que hace que se tambaleen los cimientos del alma humana misma.
Amiga de un amigo, enganchada a la heroína, enferma terminal, ayer, por la mañana en la hora de descanso (y mucho después), me contó su historia. Se puede aprender mucho de ella, y el hecho de postearla aquí, en el foro ligue, es por dos razones. La primera, como sabéis, porque aquí, con vosotros, me siento como en casa, y es con vosotros con quien la quiero compartir. La segunda, y quizá más acertada, es porque todo empezó así, como un ligue con un chico “poco recomendable”.
Esta es la historia de Sara. La novia del diablo.
Sara es una chica de mi pueblo, a los quince años ya destacaba en inteligencia, pero sobre todo en físico. Una de las chicas más guapas y de mejor físico que se hayan visto en estos lares. Fresca, saludable, ganas de comérsela daban. Y gustaba a todos, todos la deseaban y la querían para ellos.
No fue una sorpresa que, a los veintidós años, un chico metido en poco aconsejables mafias de prostitución y droga se fijase en ella.
Hablemosló claramente. Se la ligó. Ella se fijó en él por las razones equivocadas: buen físico del chico, buen coche, DINERO, atrevimiento, duro, un rebelde.
El se fijó en ella por las razones anteriormente citadas. Y decidió tenerla para si, con unos fines muy lejanos de los que vosotros, o yo mismo, podríamos tener.
Este tío era un reto para ella. La hacía vibrar, le daba caña, la tenía en un constante vaivén emocional, una feria de emociones contradictorias, y de seducción mal disimulada.
Y ocurrió, se quedó pillada por él.
No discutiré si su comportamiento fue o no acertado, pero así ocurrió, y una vez que una persona se encapricha de otra, ya sabemos lo que ocurre, hace con nosotros lo que quiere. O casi.
Y en el casi está la diferencia. Hay ciertas cosas que una chica, por propia voluntad, no suele hacer, a no ser que sea algo que tenga meditado, y quiera hacerlo por si misma. Una de ellas suele ser prostituirse. A veces, por amor a “su chulo”, lo hacen, pero son muy pocas, una chica normal, como las que aquí postean (sin babas va eso), no se dejaría prostituir, y Sara tampoco.
He aquí lo que pasó.
Se la llevó con él a Madrid, vivieron unos días de “romance”, y cuando llegó el momento indicado (cuando sus “socios” estaban preparados), la prepararon para el que iba a ser su nuevo “oficio”. Ser prostituta para gente bien, empresarios, adinerados, gente de poder. Ellos recogerían los beneficios, ella trabajaría y trabajaría. Esa era la idea.
¿Cómo lo hicieron?. Pensad en la situación, una chica enamorada de un playboy – cabrón, pero inteligente y con toda una vida por delante, jamás habría claudicado ante algo así. Pero ocurrió, he aquí la forma.
El chulo la llevó a un hotel: “una noche de pasión”. Pero cuando Sara abrió la puerta, no se encontró la maravillosa cama y el cava. No. Se encontró a cuatro tipos trajeados que se la comían con los ojos, que la evaluaban como al ganado, que la medían para ver hasta qué punto les sería rentable.
No le dieron tiempo a reaccionar. La agarraron y la ataron a un sillón. Con la promesa de que aquello que iban a hacerle no le iba a doler, que no pasaba nada, que era “por su bien”.
Uno de ellos preparaba el chute. Heroína de alta calidad. Caballo del bueno, caballeros, nada que ver con lo que había en la calle. Mientras la chica, atada POR COJONES, miraba horrorizada como le ponían la goma en el brazo, como la sujetaban contra su voluntad mientras el de la jeringuilla le preparaba la vena.
Un chute, un pico, una buena dosis, teniendo en cuenta que era la primera. Y Sara se desconectó del mundo. Se quedó lista de papeles, básicamente ya no estaba allí.
Dice uno de los trabajadores de mi empresa, que estuvo metido en esos temas, que ese tipo de chutes son mil veces mejores que el sexo. No es que se tenga una sensación sexual, pero todas las penas, todo el mundo entero, desaparece, y el placer, la sensación fantástica que ilumina la mente y las zonas sensibles del cerebro, te hace resplandecer.
Así quedo Sara, tumbada en ese sillón, desatada a los pocos minutos, abandonada a su suerte en el mundo del éxtasis mientras esa dosis bestial de caballo galopaba por sus venas vírgenes.
Horas pasó así, mientras oía, muy muy a lo lejos, las voces de ELLOS que hablaban de cosas incomprensibles, apenas audibles, no estaban, nada importaba.
Se recuperó lentamente de aquello. Aturdida, destrozada, hundida.
Le dieron de comer bien, buena conversación, la atendieron con mucha corrección y la colmaron de atenciones. Le prepararon un baño caliente, ropa limpia, la dejaron estar allí, recuperándose y descansando de lo que le habían hecho. Durmió un poco.
Se despertó por sorpresa, aun aturdida, viendo como la conducían de nuevo al sillón. Sabía ya muy bien lo que iba a pasar. La ataron de nuevo mientras gritaba como una loca, llorando y suplicando que la dejaran ir. De poco sirvió: dos bofetones y una amenaza de muerte. “Cállate PUTA, o te pincho el globo del ojo con la navaja y te dejo tuerta”.
La siguiente dosis fue igual de fuerte que la primera, puede que incluso más. La sumió de nuevo en el olvido. Bien, todo está bien, nada importa. De hecho, hizo que sus preocupaciones desaparecieran, y se sumió en ese estado casi agradecida.
Ya sabéis el ciclo.
Seis días así.
Catorce dosis brutales.
La numero quince, la pidió ella.
Primero preguntó cuando le pincharían de nuevo, luego se angustió cuando recibió silencio, cuando las horas pasaron, y empezó el mono, empezó a llorar pidiéndola. Ya no había marcha atrás, estaba enganchada.
Esa vez, le enseñaron a hacerlo ella misma, ya no hacía falta obligarla.
Así fue cuando, teniéndola el chulo en sus manos, hizo con ella lo que quiso durante diez años. Diez largos años de sufrimiento levemente olvidado a cada chute que se metía. Diez largos años de dolor por un amor pasajero. Diez años de estar muerta. Hasta que ya no daba la talla. Su cuerpo más viejo, más cansado, arruinado. Su mente perdida, obnubilada, vacía. Su alma rota.
Esas fueron las consecuencias de amar para Sara. Es una historia verídica, algunos de aquí saben que no estoy muy por la labor de inventarme nada últimamente, al menos aquí, en este rinconcito de Internet donde me dejáis, mal que bien, expresarme.
Contad ahora, sea cual sea vuestro sexo, las CONSECUENCIAS de un amor equivocado, de un ligue erróneo, de un capricho pasajero. Siempre dejáis intuir lo mal que lo habéis pasado, lo mucho que habéis sufrido, lo que os han jodido.
Explicarnos a todos porqué. Sara lo hizo. Y creo que se lo debemos todos. Yo también lo haré, en cuanto me asegure que este post seguirá teniendo la seriedad que me he propuesto que tenga.
Un saludo a todos.
Amiga de un amigo, enganchada a la heroína, enferma terminal, ayer, por la mañana en la hora de descanso (y mucho después), me contó su historia. Se puede aprender mucho de ella, y el hecho de postearla aquí, en el foro ligue, es por dos razones. La primera, como sabéis, porque aquí, con vosotros, me siento como en casa, y es con vosotros con quien la quiero compartir. La segunda, y quizá más acertada, es porque todo empezó así, como un ligue con un chico “poco recomendable”.
Esta es la historia de Sara. La novia del diablo.
Sara es una chica de mi pueblo, a los quince años ya destacaba en inteligencia, pero sobre todo en físico. Una de las chicas más guapas y de mejor físico que se hayan visto en estos lares. Fresca, saludable, ganas de comérsela daban. Y gustaba a todos, todos la deseaban y la querían para ellos.
No fue una sorpresa que, a los veintidós años, un chico metido en poco aconsejables mafias de prostitución y droga se fijase en ella.
Hablemosló claramente. Se la ligó. Ella se fijó en él por las razones equivocadas: buen físico del chico, buen coche, DINERO, atrevimiento, duro, un rebelde.
El se fijó en ella por las razones anteriormente citadas. Y decidió tenerla para si, con unos fines muy lejanos de los que vosotros, o yo mismo, podríamos tener.
Este tío era un reto para ella. La hacía vibrar, le daba caña, la tenía en un constante vaivén emocional, una feria de emociones contradictorias, y de seducción mal disimulada.
Y ocurrió, se quedó pillada por él.
No discutiré si su comportamiento fue o no acertado, pero así ocurrió, y una vez que una persona se encapricha de otra, ya sabemos lo que ocurre, hace con nosotros lo que quiere. O casi.
Y en el casi está la diferencia. Hay ciertas cosas que una chica, por propia voluntad, no suele hacer, a no ser que sea algo que tenga meditado, y quiera hacerlo por si misma. Una de ellas suele ser prostituirse. A veces, por amor a “su chulo”, lo hacen, pero son muy pocas, una chica normal, como las que aquí postean (sin babas va eso), no se dejaría prostituir, y Sara tampoco.
He aquí lo que pasó.
Se la llevó con él a Madrid, vivieron unos días de “romance”, y cuando llegó el momento indicado (cuando sus “socios” estaban preparados), la prepararon para el que iba a ser su nuevo “oficio”. Ser prostituta para gente bien, empresarios, adinerados, gente de poder. Ellos recogerían los beneficios, ella trabajaría y trabajaría. Esa era la idea.
¿Cómo lo hicieron?. Pensad en la situación, una chica enamorada de un playboy – cabrón, pero inteligente y con toda una vida por delante, jamás habría claudicado ante algo así. Pero ocurrió, he aquí la forma.
El chulo la llevó a un hotel: “una noche de pasión”. Pero cuando Sara abrió la puerta, no se encontró la maravillosa cama y el cava. No. Se encontró a cuatro tipos trajeados que se la comían con los ojos, que la evaluaban como al ganado, que la medían para ver hasta qué punto les sería rentable.
No le dieron tiempo a reaccionar. La agarraron y la ataron a un sillón. Con la promesa de que aquello que iban a hacerle no le iba a doler, que no pasaba nada, que era “por su bien”.
Uno de ellos preparaba el chute. Heroína de alta calidad. Caballo del bueno, caballeros, nada que ver con lo que había en la calle. Mientras la chica, atada POR COJONES, miraba horrorizada como le ponían la goma en el brazo, como la sujetaban contra su voluntad mientras el de la jeringuilla le preparaba la vena.
Un chute, un pico, una buena dosis, teniendo en cuenta que era la primera. Y Sara se desconectó del mundo. Se quedó lista de papeles, básicamente ya no estaba allí.
Dice uno de los trabajadores de mi empresa, que estuvo metido en esos temas, que ese tipo de chutes son mil veces mejores que el sexo. No es que se tenga una sensación sexual, pero todas las penas, todo el mundo entero, desaparece, y el placer, la sensación fantástica que ilumina la mente y las zonas sensibles del cerebro, te hace resplandecer.
Así quedo Sara, tumbada en ese sillón, desatada a los pocos minutos, abandonada a su suerte en el mundo del éxtasis mientras esa dosis bestial de caballo galopaba por sus venas vírgenes.
Horas pasó así, mientras oía, muy muy a lo lejos, las voces de ELLOS que hablaban de cosas incomprensibles, apenas audibles, no estaban, nada importaba.
Se recuperó lentamente de aquello. Aturdida, destrozada, hundida.
Le dieron de comer bien, buena conversación, la atendieron con mucha corrección y la colmaron de atenciones. Le prepararon un baño caliente, ropa limpia, la dejaron estar allí, recuperándose y descansando de lo que le habían hecho. Durmió un poco.
Se despertó por sorpresa, aun aturdida, viendo como la conducían de nuevo al sillón. Sabía ya muy bien lo que iba a pasar. La ataron de nuevo mientras gritaba como una loca, llorando y suplicando que la dejaran ir. De poco sirvió: dos bofetones y una amenaza de muerte. “Cállate PUTA, o te pincho el globo del ojo con la navaja y te dejo tuerta”.
La siguiente dosis fue igual de fuerte que la primera, puede que incluso más. La sumió de nuevo en el olvido. Bien, todo está bien, nada importa. De hecho, hizo que sus preocupaciones desaparecieran, y se sumió en ese estado casi agradecida.
Ya sabéis el ciclo.
Seis días así.
Catorce dosis brutales.
La numero quince, la pidió ella.
Primero preguntó cuando le pincharían de nuevo, luego se angustió cuando recibió silencio, cuando las horas pasaron, y empezó el mono, empezó a llorar pidiéndola. Ya no había marcha atrás, estaba enganchada.
Esa vez, le enseñaron a hacerlo ella misma, ya no hacía falta obligarla.
Así fue cuando, teniéndola el chulo en sus manos, hizo con ella lo que quiso durante diez años. Diez largos años de sufrimiento levemente olvidado a cada chute que se metía. Diez largos años de dolor por un amor pasajero. Diez años de estar muerta. Hasta que ya no daba la talla. Su cuerpo más viejo, más cansado, arruinado. Su mente perdida, obnubilada, vacía. Su alma rota.
Esas fueron las consecuencias de amar para Sara. Es una historia verídica, algunos de aquí saben que no estoy muy por la labor de inventarme nada últimamente, al menos aquí, en este rinconcito de Internet donde me dejáis, mal que bien, expresarme.
Contad ahora, sea cual sea vuestro sexo, las CONSECUENCIAS de un amor equivocado, de un ligue erróneo, de un capricho pasajero. Siempre dejáis intuir lo mal que lo habéis pasado, lo mucho que habéis sufrido, lo que os han jodido.
Explicarnos a todos porqué. Sara lo hizo. Y creo que se lo debemos todos. Yo también lo haré, en cuanto me asegure que este post seguirá teniendo la seriedad que me he propuesto que tenga.
Un saludo a todos.