Slowhand
Freak
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No sabía si ponerlo aquí o en el hilo de Lynch, pero bueno. Me preparo para el alud de piedros que puede caerme después de las tonterías que voy a escribir.
A mí Lynch me parece un director sobrevalorado y elevado a los altares de manera injusta. ¿Por qué? Por esa manía de hacer, de algo simple y sencillo, un intrincado juego de aviesas intenciones que despistan, turban e inducen al extravío de gente como yo, provocando que no podamos entrar en la película, que la veamos desde lejos sin atisbar su esencia. Me parece un puto hipocondriaco del realismo y lo verosímil, y con esos juegos que se trae en cada película, provistos de decenas de piezas diminutas aparentemente inconexas que acaban convergiendo en un punto clave, en la mayoría de casos, inobservable para el espectador medio como yo, que es bobo y necio y torpe, como yo, repito, no hace sino acrecentar un odio que muchos le tenemos.
Por otro lado, y esto no es una crítica formal a su cine, sino a su persona, siempre he imaginado a Lynch, postrado en su sofá, balbuceando de la risa que le provoca el imaginar a millones de espectadores intentando buscar un significado a algo que no lo tiene. Le imagino como un niño travieso que juega con el consumidor, al fin y al cabo.
Muerte a Lynch.
A mí Lynch me parece un director sobrevalorado y elevado a los altares de manera injusta. ¿Por qué? Por esa manía de hacer, de algo simple y sencillo, un intrincado juego de aviesas intenciones que despistan, turban e inducen al extravío de gente como yo, provocando que no podamos entrar en la película, que la veamos desde lejos sin atisbar su esencia. Me parece un puto hipocondriaco del realismo y lo verosímil, y con esos juegos que se trae en cada película, provistos de decenas de piezas diminutas aparentemente inconexas que acaban convergiendo en un punto clave, en la mayoría de casos, inobservable para el espectador medio como yo, que es bobo y necio y torpe, como yo, repito, no hace sino acrecentar un odio que muchos le tenemos.
Por otro lado, y esto no es una crítica formal a su cine, sino a su persona, siempre he imaginado a Lynch, postrado en su sofá, balbuceando de la risa que le provoca el imaginar a millones de espectadores intentando buscar un significado a algo que no lo tiene. Le imagino como un niño travieso que juega con el consumidor, al fin y al cabo.
Muerte a Lynch.