Tankian
Ahora vengo, ahora me voy
- Registro
- 31 May 2005
- Mensajes
- 6.936
- Reacciones
- 135
Ya verás, es un tío que llega con sus tirantes y se pone a entrar a todas las tías. Es una cosa espectacular. Bueno, bueno, ya será menos. Que sí, que sí; otro que tal es el bailongo solitario. Va con unas zapatillas doradas o plateadas, según el día, y una chupa plateada. Tal y como llega se va al centro de la pista, se pone a bailar imitando a los de Pulp Fiction (en la escena del baile) y se tira ahí dos o tres horas. Se va sin cruzar una palabra con nadie. Seguro que sí. Que sí coño. Serían las dos y pico cuando entró. Acompañado de una señora gorda de más o menos su edad a la que ni miraba, se fue directo a la barra. Parecía un prejubilado holandés de unos cincuenta años, metro ochenta y muchos y corpulento de los panzudos. Botas, pantalón de cuero, camiseta negra ajustada de las que tienen la manga demasiado corta y si levanta el brazo se ve el sobaco, gorra de plato de cuero que cubría una cabeza rapada (salvo por dos cuadrados de pelo que no respetaban simetría alguna en el cogote) y un par de tirantes rojos. Por lo visto siempre va así. Una vez en la barra se pidió un botellín del que dio cuenta mientras se giraba y oteaba. La mujer que le acompañaba se puso a mirar en rededor sin demasiado interés. Cuando se hizo unos ciento sesenta grados hasta cinco metros avanzó al primer grupo que pilló. Veintipocos tenían; probablemente estaban medio hechas a que los tíos les dijesen paridas en el bar con la intención de meterles el pito de mear, pero no estaban ni un poco preparadas para lo que les esperaba. Una a una fue plantándose delante, a unos quince o veinte centímetros de su cara, las miraba fijamente, ladeaba la cabeza sin soltarlas y sonreía. A veces les agarraba del brazo, a veces les decía algo al oído. En todos los casos se iba al poco. Así una a una, todas las chicas del bar, bueno, la docena que debía haber en un radio de cinco metros. Nosotros mirábamos asombrados. Es un cazador. Es una fuerza de la naturaleza. Nos tiene a los tres como a tres Félixes de la Fuente homosexuales. Ninguna es capaz de decirle lo más mínimo, se acerca con un aura de poderío torero amapola y qué cojones van a hacer. Cuando amplió el radio de acción a todo el bar y cruzó la frontera que marcaba la tarima de la mesa de billar, aproveché que cuando hablo las tías me escuchan con ilusión para preguntarle al último grupo de gacelas. Hola, acabáis de hablar con el de los tirantes, ¿verdad? Sí, era un mariquita muy simpático. Claro que sí, ¿qué os ha dicho? Nada, nos ha invitado a alcohol, le hemos dicho que no y se ha ido. Vale, muchas gracias. La mujer que le acompañaba a veces hablaba con las tías que iba soltando.
En Sevilla es habitual que la fauna de bar sea autóctona pura. Ya sea porque es un parroquiano que vive allí y se dedica a agasajar a los que tiene cerca o a tiro de paseo a marcha atáxica; ya sea porque es el camarero o dueño del bar, que se dedica a contarte chistes mientras intentas beber, a meter chistes cuando recita la carta o a contar chistes a volúmenes públicos. Chistes o cantar, según. Pero son medianamente predecibles. En los sitios de modernos, además, no suelen dejar entrar a los que van por la ciudad disfrazados de indios (DEP) o con unas rastas con conciencia propia (no de los superalternativos, sino más bien de los que se pueden poner de punta las rastas que le llegan hasta el culo con el único apoyo estructural de su propia mierda), así que está bastante limitado.
Total, que habléis de gente de bares o de la puta madre de Main Man.
Imagen alusiva.
En Sevilla es habitual que la fauna de bar sea autóctona pura. Ya sea porque es un parroquiano que vive allí y se dedica a agasajar a los que tiene cerca o a tiro de paseo a marcha atáxica; ya sea porque es el camarero o dueño del bar, que se dedica a contarte chistes mientras intentas beber, a meter chistes cuando recita la carta o a contar chistes a volúmenes públicos. Chistes o cantar, según. Pero son medianamente predecibles. En los sitios de modernos, además, no suelen dejar entrar a los que van por la ciudad disfrazados de indios (DEP) o con unas rastas con conciencia propia (no de los superalternativos, sino más bien de los que se pueden poner de punta las rastas que le llegan hasta el culo con el único apoyo estructural de su propia mierda), así que está bastante limitado.
Total, que habléis de gente de bares o de la puta madre de Main Man.

Imagen alusiva.