Siempre he envidiado la sensibilidad de Malacantoche, hay tanto en él de lo que de verdad debería ser un hombre que me hundo cada vez que lo leo.
Hacía tiempo que no leía un hilo entero y me ha entristecido ver que ya no siento casi nada de lo que sentía por este puto foro, no tengo tiempo para participar y me falta paciencia para leer -ya sabéis que a la mayoría os considero retrasados mentales-, me pierdo en las batallas como el monje de aquella peli que iba dando la extrema unción sin importar de qué color era la bandera de cada muerto. No reconozco a los que mandan y mucho menos a los foreros. ¿Éste es el típico post de queja y amargura? No, no lo es; no queda ya mucha gente en este foro que pueda decir que me conoce algo, pero ellos sabrán lo jodido que estoy. No digo que el foro esté mejor o peor, es sólo que ya no me pone, ni me irrita, ni me emociona, y ni siquiera tengo fuerza para mandarlo a la mierda y no volver a postear: vengo cada día, digo una o dos chorradas propias de un idiota y busco los hilos en los que el último post lo ha escrito uno de mis foreros favoritos, nada más. Quién te ha visto y quién te ve, ruben_vlc.
La primera vez que me declaré a una chica le dije "Te quiero" con cara de idiota, le di un beso en la mejilla y salí como alma que lleva el diablo al casal de la falla, a esconderme entre la gente incapaz de poner mi estómago en orden -porque yo he sido
garcíamarqueciano desde niño, aunque aún no había leído nada suyo-, unos segundos después tuve que salir a vomitar detrás de un árbol; un charco de chocolate entre mis pies fue la mejor muestra de lo que yo sentí -y siento- por aquella niña. Se llamaba Marta, era morena y tenía la piel pálida como la leche, de aspecto enfermizo y unos ojos azules que te hacían perder la cabeza, ambos teníamos 12 años entonces, hablo del año 1991.
La siguiente tarde una amiga suya se acercó a nosotros y me cogió de la mano, recuerdo que se llamaba Lorena y era preciosa, me apartó a un lado y me dijo "Marta quiere ser tu novia", yo sentí de nuevo ganas de vomitar, el estómago se me revolvió y me quedé atontado. ¿Qué narices era eso de ser novios? ¿Qué se supone que debía hacer entonces? Coño, yo tenía 12 años, qué se supone que debía saber. Tras hablar con mis amigos -que ya tuvieron atracción para el resto de las Fallas- decidí que lo mejor era hablar con ella a solas, me acerqué a su grupo mientras todas sus amigas se reían de mí incapaz de mirar otra cosa que no fuera su cara, no por admiración, sólo por no cruzar la mirada con ninguna de aquellas idiotas y morirme de vergüenza. La cogí de la mano y tiré de ella, y ella se dejó llevar, y dimos una vuelta al casal cogidos de la mano, sin decir nada, sujetándome las tripas como podía, no podía ni mirarla. Cuando llegamos al punto de partida todos reían y nos miraban, nos sentamos en un bordillo junto a ellos y sus amigas se acercaron para jugar con nuestras manos: hacían que nuestros brazos se entrelazaran de mil y una formas, por detrás de su cuello, por su espalda, por mi vientre...Cuando acabaron las Fallas me cruzé con su amiga Lorena de nuevo, le dije "Dile a Marta que ya no quiero ser su novio, que prefiero jugar a fútbol" Sólo pasé una tarde con ella, y pese a todo es la única mujer que he amado sinceramente.
Podría parecer exagerado esto último que he comentado, pero no lo es. Por razones que no vienen a cuento yo hice el Bachillerato bastante lejos de mi casa, no tenía ningún amigo de mi barrio entre mis compañeros, pero en COU volví a
mi Instituto y mi camino se cruzó de nuevo con ella. La primera vez que nos vimos los dos nos quedamos sin saber qué decir, ni siquiera la saludé, y pude ver en su cara lo mucho que ese gesto le dolió. Era una mujer preciosa y yo la quería igual que la quise años atrás, lo supe desde el primer instante. Ella salía con uno de sus compañeros de clase, un tío bastante guapo, la verdad. Por aquellos años yo escuchaba sin cesar a Serrat, y desde ese día no pude más que buscar como un condenado esta canción:
Tras varios encuentros en los que compartimos algunas palabras y sonrisas -ella me seguía queriendo, lo sé- llegó el final de curso. Prepararon una fiesta tipo cena de graduación americana para todos los alumnos de COU y nos emborrachamos en un salón de banquete que olía a meados. Ella discutió con su novio esa misma noche y me buscó entre la gente para sentarse a mi lado, aún no había dejado de llorar cuando me dijo "¿Por qué nunca me saludabas?" Y a mí me hubiese gustado decirle que la amaba desde el primer día en que la vi salir del colegio, que nunca en mi vida había vomitado por una mujer -y nunca más lo hice- y que podría permanecer abrazado a ella toda la vida, pero lo único que pude hacer fue levantarme, cogerla de la mano y bailar con ella despacio, muy despacio, con su cabeza apoyada en mi pecho, notando cómo las lágrimas me mojaban la camisa.
Hace años que no la he vuelto a ver, pero pienso en ella a menudo, en todo lo que la vida nos ha dejado pendiente. Y sé que ella piensa en mí, lo sé, porque no puede ser de otra manera, porque dos personas como nosotros no se cruzan en la vida por casualidad, y sé que un día la volveré a ver, no sé dónde, y me pregunto si ese día seré capaz de decirle lo mucho que la amé, que la amo y la amaré hasta el fin de mis días.