El peor temor de mi infancia, lo que me atormentó hasta llegar a los límites de la locura, fue la posibilidad de que se me apareciera un fantasma. En muchas ocasiones sentí que de forma inminente iba a establecer contacto con una entidad extremadamente maligna. El terror que sentía me paralizaba y me hacía estremecer mientras sentía cómo la sangre se me helaba en las venas. Estos episodios se producían sobre todo cuando me encontraba solo en casa. Cualquier sonido repetitivo, cualquier crujir de madera era la confirmación de que había llegado el momento que había estado esperando de una forma tan agónica. Estaba seguro de que cualquier tipo de ser o entidad que estuviera acechándome podía sentir mi miedo, podía escuchar mis pensamientos como si fueran invocaciones que le estuvieran demandando con urgencia presentarse ante mí.
Se trata quizás de una cuestión de perspectiva, pero dudo que dicha perspectiva pueda elegirse de algún modo. Del mismo modo que yo me moría de miedo otras personas sienten escepticismo, o se ven arrastrados por su buen y mundano humor a la burla y la broma. Tomemos en consideración aquel mayordomo del que habla Oscar Wilde en El fantasma de Canterville, que, al ver una mano fantasmagórica posada en un cristal, se voló la tapa de los sesos. Yo comprendo totalmente esa reacción, creo que saldría de mis cabales si tuviera una percepción clara de cualquier hecho paranormal.
Estos terrores desaparecieron durante años cuando empecé a tomar antipsicóticos. Ya saben que tengo problemas relacionados con la depresión. Empecé a ir al psiquiatra a los 18 años y entre otras cosas le conté estos episodios de terror que padecía a veces. Lo catalogó como sensaciones de presencia, que forma parte de los síntomas asociados a ciertos tipos de esquizofrenia. El mundo de lo oculto dejó de aterrorizarme tan intensamente y más o menos todo fue desapareciendo entre las bambalinas del olvido. La medicina y la madurez, pensaba yo, habían acabado con todo eso.
Naturalmente nada es tan fácil. Como si se tratara de una maldición, el terror volvió. En el verano de 2016 padecí durante semanas profundos ataques de pánico nocturnos de una naturaleza idéntica a los que tuve cuando era un niño. Estando en la casa del pueblo sentía cómo se me helaba la sangre cuando se apagaban las luces y la oscuridad parecía devorarme con ansia homicida. Entre el sueño y la vigilia, cuando no podía oponerme de ninguna manera, escuchaba toda clase de ruidos que me incitaban a pensar que había alguien conmigo. En una ocasión incluso llegué a saltar de la cama porque escuché una extraña voz, y en el pasillo de la casa me convencí a mí mismo de que había sido un sueño. En un ejercicio de voluntad que aún me sorprende volví a la habitación y me dormí. Después de que asistiera a misa un día estos terrores desaparecieron. No fui a la iglesia buscando una solución, simplemente era un compromiso familiar. De algún modo me hizo bien, no sé si a nivel inconsciente, a nivel espiritual, a nivel moral, no lo sé. Quizás ni siquiera fue por eso, pero la cuestión es que todo cesó. Estos episodios no llegaron a obsesionarme. Cuando despertaba por las mañanas apenas los recordaba y durante el día no pensaba en ellos. En cambio ahora es distinto.
Confieso que me está sucediendo de nuevo. Desde el miércoles, aproximadamente, vengo experimentando una gran tensión psicológica y un gran miedo, una sensación general de inquietud y estrés. Fijo la mirada en los espejos y en la oscuridad esperando ver algo, intentando anticiparme. De momento nunca ha habido nada. Estoy espercialmente sensitivo, en alerta, y NO ha ocurrido nada extraño en estos días. Es todo, al parecer, fruto de mi mente. Me queda el "consuelo"de pensar que no estoy sufriendo una opresión demoniaca, sino que sencillamente me estoy volviendo finalmente loco. Pero no es tan sencillo. A pesar de que como digo no hay ninguna clase de signo de infestación, podría estar siendo oprimido. La infestación es lo que ocurre típicamente en lo que entendemos como casas embrujadas. La opresión puede llevarse a cabo de un modo meramente psicológico. Puede que algo esté intentando quebrar mi voluntad con quién sabe qué propósito. Mientras escribo no dejo de mirar a la puerta de mi habitación, no dejo de sentir escalofríos, no dejo de mirar en el reflejo de la ventana cada vez que aparto la mirada de la pantalla. Estoy "a la espera".
Mañana debería ponerme en contacto con mi psiquiatra, pero yo confío en que todo esto se pase. Confío en que todo vuelva a la normalidad, no quiero abismarme aún más en la locura, tomar aún más medicación y depender aún más de todo lo que me tiene sometido en unos ámbitos de mi vida para poder simplemente seguir adelante. De modo que he decidido escribir este hilo para ordenar un poco mis ideas y dejar constancia de lo que me está ocurriendo. Quizás use este hilo como una especie de diario si todo esto continúa. Quizás mi mente colapse esta noche, cuando vuelvan a rodearme las sombras y no me atreva a cerrar los ojos. Quiero confiar en mi suerte una vez más y mantener una actitud positiva. Espero sentir vergüenza dentro de unos días, quizás mañana mismo, por haber cedido a mi debilidad y haber abierto este hilo.
Y ahora, minutos musicales.