Vosotras dos, guapas, sois tías, ergo habéis tenido citas desde los catorce años; no una, ni dos, ni tres, sino docenas de ellas, centenares. Por cojones, por cojones, os ha tenido que pasar algo extravagante en alguna cita. Un fulano que no era lo que esperábais de él, la típica amiga que te presenta a alguien con aviesas intenciones y resulta ser un Ferris de la vida, o el finde que os follásteis a cuatro porque sí, porque podéis y lo valéis y carpe diem y viva la vida loca. Y esto siendo una tía, sin más, una tía normal.