Todo el mundo se merece una segunda oportunidad, así que voy a contar todo esto, con contexto, a ver si
@Edelweiss empatiza un poco más.
Ser portero no es mi trabajo principal, ni mucho menos. Es sólo un mero complemento, algo que hago para sacar un plus, porque he pedido varias becas de doctorado y no tengo garantías de que me las vayan a dar. Y, como quiero tomarme, al menos, un año dedicado sólo al doctorado, estoy trabajando como un cerdo, en todo lo que sale, por si no me las conceden, entre paro y ahorros, vivir desahogado.
Así que los viernes, por ejemplo, amanezco a las 5am y no llego a casa a dormir hasta las 5am del día siguiente. 24horas en pie. Durante la semana me levanto a las 5 y en los fines de semana me acuesto a las 5am. Una mierda de cambios de horario que me hace poco receptivo a muchas cosas.
Trabajar de portero es fácil, sí, pero muy aburrido, sobre todo cuando llevas un día entero en pie. Los minutos se hacen eternos. Alguna noche he podido ir habiendo dormido varias horas y la cosa se hace mucho más llevadera, pero esos días son excepcionales.
Todo esto te lo cuento para que entiendas que, cuando llega la hora de irse, uno lo que quiere es cobrar y meterse en la cama a descansar, y no seguir la fiesta, estando sobrio, con una muchacha que seguramente querrá alargar la noche un poco más antes de darte 3 minutos de sexo.
Además, se da la situación de que ligar siendo portero es muy fácil. A nada que no seas un orco, puedes pillar casi cada noche. Se ve que para las tías eso tiene un cierto estatus o algo así. Yo no lo entiendo, pero intentar comprender la mente femenina es algo que dejé de intentar hace años.
Se da el caso, además, de que este pub es algo especial. Clientela de, mínimo, 30 años. Estética post Ley Seca. Música de los 80/90. No es un local de moda al que va todo el mundo, sino más bien un sitio al que los clientes van en peregrinación. Son pocos, pero habituales y a todos nos conocen por nuestro nombre. De hecho, lo normal es que vengan solos y allí se junten. Por tanto, cagarla con una ya te hace ser el cotilleo del lugar y que, además, te pueda surgir algún problema feo con el jefe o algún otro cliente.
Yo feo no soy. No me tengo por un bellezón, pero tampoco por un gremlin. Teniendo cerca de 40 no me suelen echar más de 30. Me mantengo en forma e intento cuidarme. Además, llego allí en mi moto, una modern classic café racer, que aparco en la misma puerta. Eso ya las atrae, son así. Suelo llevar gabardina o 3/4 y, como ya he dicho mil veces, boina tipo gorra irlandesa, así que, para bien o para mal, algo llamo la atención.
De hecho, estoy hasta los huevos del
'jajajaja, Peaky Fucking Blinder'.
En un pub así, la gente sale a darte coba mientras fuma. Y, al final, te preguntan por tu vida. Y tú algo les cuentas. Y se les tuerce el culo cuando les dices que eres arquitecto y que hace dos horas estabas en la universidad en tus cursos de doctorado. O que la semana que viene das tú una ponencia sobre Teoría de la Arquitectura. Ya no sólo eres el portero de la moto y la boina sino que, también, eres alguien que, al menos, ha obtenido una carrera difícil. Eso a una niñata de 18 años que baila Rosalía le da igual, a la clientela de este lugar le llama la atención. Y, encima, eres deportista, porque te preguntan y les cuentas que has sido boxeador [les enseñas cicatrices] o les dices que te has apuntado al triatlón de dentro de un mes. Y eso atrae más, porque,
'jajaja, te pareces a Bardem y al de Transporter'.
No sé por qué, pero ocurre, a mí me parece que nada de esto es excepcional, pero a ellas sí. Igual que si se enteran de que tocas la guitarra.
Pero, como te digo, son las 5 de la mañana, y aunque todos estamos despiertos, no con el mismo ánimo. El que lleva 4 copas está de subidón, quiere seguir de subidón y mañana pasarse el día en la cama. Yo no, yo llevo todo el día en pie y necesito descansar. Sobre todo porque quiero aprovechar la mañana siguiente. Tengo poco tiempo libre y no me gusta pasarlo durmiendo sin hacer nada, porque, entonces, siento que sólo trabajo y no hago nada que realmente yo quiera hacer.
Por supuesto, estoy dispuesto a sacrificar algunas cosas, pero sólo si la ocasión lo merece. Y, bueno, una tía borracha, que es tan probable que termine potando encima como durmiéndose al llegar a casa, para mí, no es apetecible. Más allá de que, si me encamo con alguien, creo que debo estar en un mismo plano de consciencia que esa persona, de lo contrario, no me sentiré cómodo. No creo que hable muy bien de mí acostarme con alguien que tiene poco control sobre sus decisiones en ese momento.
Además de que las personas que hacen de emborracharse su única forma de divertirse ya me generan cierto rechazo. Todos podemos pasarnos, pero hacerlo como requisito previo a la diversión me parece de una etapa de vida que yo ya dejé atrás.