Ya es oficial: enfriamiento global (Act.)
Para los científicos, claro. Los políticos y los ecomarxistas seguirán dándonos la tabarra con el calentamiento global, el cambio climático y el calor que hace en Tarifa.
Tanto Hadley, NASA’s GISS, UAH como RSS, los cuatro centros principales de control de temperaturas globales acaban de actualizar sus datos. TODOS muestran una caída espectacular de la temperatura global a lo largo del pasado año, entre 0,65°C y 0,75°C
Los datos
aquí.
Actualización: Bien, ahora, con un poco más de tiempo, permítanme que haga un par de puntualizaciones.
1. Evidentemente no podemos hablar de “enfriamiento global”. Las nueces de un año no hacen la comida de un siglo. Lo que sí podemos ver claramente si comparamos las cuatro gráficas (les traigo las otras tres aquí también) es que NO hay calentamiento desde el año 2002. La única gráfica que se sale de tono es la del Goddard Institute. Pero quienes siguen este blog ya saben a qué es debido: cada año han medido menos y peor.
2. Observen atentamente las gráficas y se darán cuenta de que hay algo curioso en la representación de datos: representan la amplitud de la anomalía térmica, es decir, la diferencia entre la temperatura media global en el momento de las mediciones y la media global histórica. No busquen el valor de temperatura media global, no lo encontrarán.
3. Estas gráficas no explican las anomalías climáticas a las que, con calentamiento o sin él, estamos asistiendo. Pero la teoría del AGW (calentamiento global antropogénico) tampoco las explican. Es más, YA NO SE CUMPLE. Lleva ocho años sin hacerlo. Pero a lo que iba: el clima cambia. Siempre ha sido así y seguirá siéndolo. Con o sin humanos en la tierra.
4. Dado que lejos de disminuir nuestras emisiones de CO2, éstas han aumentado dramáticamente en los últimos 10 años a nivel global, me gustaría dejar clara la escasa, casi nula relación entre concentración antropogénica de CO2 en la atmósfera y aumento de temperatura en el planeta. Ésta, y no otra, es la razón por la que me declaro enemigo de cualquier medida política encaminada a financiar con mi dinero una reducción de emisiones de CO2, en lugar de, por ejemplo, fomentar la investigación en nuevas fuentes de energía y en la optimización de las que ya utilizamos (la nuclear, por ejemplo).