Está claro que hay unos celos patológicos (celotipia), que son de carácter endógeno, sin justificación, asociados a la personalidad insegura del celoso, a su dependencia afectiva, baja autoestima, afán de posesión y toda esa mierda. Pero en muchos casos los celos están plenamente justificados por la misma naturaleza de la relación. Es decir, no son delirios paranoicos, sino una amenaza real.
Pongamos por ejemplo los celos femeninos:
Como todos sabemos, la mayoría de mujeres desean a hombres que son deseados por otras mujeres. De hecho, si les hiciéramos una encuesta a las foreras y ellas respondieran con total sinceridad -y suponiendo que tuvieran una memoria precisa e infalible-, hallaríamos que comenzaron a sentir interés por los novios que han tenido a partir del momento en que vieron que estos eran interesantes para otras mujeres.
Veamos el ejemplo de Candela en el que la nazarena le da caramelos a su novio. Contrariamente a lo que el sentido común sugiere, tal ofrenda de caramelos no es casual ni inocente en modo alguno. La nazarena está demostrando interés por el novio porque ya tiene novia (Candela). Si el novio de Candela no tuviera novia, la nazarena ni le daría caramelos, ni se quitaría el capirote, ya que sería un macho sin interés para ella.
Me apuesto un huevo y parte del otro a que Candela empezó a sentir interés por su novio a raíz de verlo charlando con otras hembras competidoras. Si ella lo niega, es que no recuerda bien todos los detalles. Así pues, en la misma raíz de la relación ya está presente la competición entre hembras. La chispa que puso en marcha el noviazgo fue ni más ni menos que la rivalidad intraespecífica entre mujeres. De modo que cualquier ataque de celos de la señora Candela estará plenamente justificado y no será un delirio paranoico. Todo lo contrario, será una amenaza real y muy real, pues la misma relación fue concebida por un arranque de celos y su naturaleza primigenia se basa en la rivalidad entre féminas. Candela jamás se hubiese enrollado con su novio si ella no hubiese visto que otras féminas podían llevárselo.
Dado que casi todas las mujeres se enrollan con ese 20% de hombres que están muy solicitados por otras mujeres, se puede decir que el 90% de los celos femeninos están justificados, pues realmente el novio suele ser un calavera que tiene un chochito a su disposición en cada esquina, máxime si tiene novia.
Luego hay un pequeño porcentaje de la población que sí es víctima de celos patológicos, pero son una pequeña minoría comparados con los celos justificados que cimientan las relaciones entre machos y hembras de alto rango.
Pero volviendo a la sexualidad femenina, no hay que dejar de insistir en ello: A las mujeres, lo que más les gusta de los hombres no es ni el culito, ni el paquete, ni los ojos, ni la sonrisa. Es la novia. No hay afrodisíaco más poderoso para ellas que un hombre comprometido con otra. Es obvio que si se salen con la suya y le quitan el novio a la hembra rival, cualquier cuadro celotípico posterior estará plenamente justificado, pues ellas son las primeras en saber que el novio que han conseguido como trofeo no es más que un semental traicionero que ha abandonado a otra.
Pero a ellas les gustan así, pues tendrán que apechugar con ello. También hay que reconocer que hay mucha petarda borderline que necesita que las relaciones sean como una montaña rusa, jalonadas de altibajos frenéticos y episodios tormentosos, donde los celos son un ingrediente insustituible.