Yo voy a desviar el tema: siendo un triunfador, puedes ser inmensamente infeliz y desear morir cada día de tu vida. Ése es mi caso.
Sólo el que tiene la suerte de triunfar en lo que uno debe triunfar, es un triunfador. El que triunfa en lo que quiere, no es un triunfador.
Además, la vida puede arrebatar cualquier cosa a cualquiera, o darle cualquier cosa a cualquiera que lo convertirá en un fracasado toda la vida. A mí por ejemplo me maltrató mi padre durante muchos años. Da igual lo que yo consiguiera en la vida, mi vida ha sido un infierno y me encantaría torturar a todo lo causante de que yo viva. Aunque me tocara la lotería, aunque publicara un libro y ganara 500 millones de euros, yo me odiaría a mí mismo, independientemente de lo que yo valga.
Creer que uno es sólo lo que ha hecho, es una frivolidad estúpida del que no conoce la realidad. Uno es lo que ha hecho y lo que le ha sucedido. Si te sucede algo malo, no te querrás a ti mismo.
Por eso ser un triunfador es exclusivamente tener suerte. El que se cree triunfador sin suerte, es un rematado gilipollas. Para ser un triunfador es necesaria muchísima suerte sí o sí.
Conozco a uno que se hartó de estudiar toda la vida, tenía 20 años, iba en un coche conduciendo otro, se estrellaron y ahora él va en silla de ruedas. Toda la vida esforzándose y el premio son 50 años de vivir en silla de ruedas, sin poder follar, sin poder tener hijos, sin poder trabajar en lo que quería. Para más recochineo mientras que hay toreros, ganaderos y químicos experimentando con animales toda la vida y viven de lujo.
Si conociérais bastante literatura, música y pintura, sabríais que la diferencia entre el mayor éxito y el mayor fracaso se halla en la decisión de una gorda mongólica o un subnormal tipo El Fary que decide publicar la obra de la vecina de su cuñada en vez de otra. Tener éxito social y ser feliz por ello es un absurdo. Muchos músicos, pintores y escritores nefastos han llegado a lo más alto, y unos cuantos después de morir sin ver publicada su obra.
Así que, por un lado, el éxito social es absurdo. Y por otro, lo que uno logra es también absurdo independientemente de lo que sea, si la vida da varapalos inevitables, eso os lo garantizo yo.
Lo de hacer lo mejor, matarse a esfuerzo por algo echándole muchos cojones, que alguien lo arrebate y luego mirarse en el espejo con orgullo, sabiendo que se es una máquina con mala suerte, no existe. No ocurre así. Os lo revelo yo.
Me ha venido al recuerdo un ejemplo que va a parecer inventado por extremo, pero así fue: salí con una chica llamada Raquel, era feíta de cara, delgada, tetones, culazo, simpática, de clase baja, muy guarra.
Todos se reían de mí por estar con ella. Le pusieron mote, y se mofaban.
Años después salí con una llamada X (si pongo los dos cualquier amigo mío me conocería, y en homenaje pongo sólo el de la otra): una de las tías más impresionantes de mi ciudad. Cuando iba con ella por la calle la gente me miraba casi con miedo. Los hombres desconocidos que sabían que yo estaba con ella me trataba casi como si fuera famoso. Un espectáculo.
Pues la primera es la mejor mujer que tuve, y la segunda además de la peor, no volvería a salir con ella.
Podría estar un rato hablando de las cualidades de una y de los defectos de la otra. No lo hago por cuestión de ladrillos.
Para envidiar a alguien o querer ser como alguien hay que conocerlo todo sobre esa persona primero, lo cual es casi imposible. Ser fracasado o triunfador es demasiado relativo, y además puede cambiar en cualquier momento. A mí es algo que me la sopla de los demás, a no ser que sea un fracasado por vocación, en cuyo caso también podría triunfar.
Edito para resumir con una frase aplastante en la que creo: después de lo que he vivido y visto en esta vida da igual lo que pudiera lograr o lo que me pudiera ocurrir, jamás me creería un triunfador o un fracasado.