Dos cositas, nenes. La primera.En el General, en el hilo de micro-relatos, hablan de mi muerte. Es algo maravilloso, épico y justo, la mejor forma y más gloriosa de abandonar este mundo. Morir de amor y de raulismo.
La segunda. A mi Chuster, el mismo que no perdonaba un partido de titular a Raul, el mismo que ganó una Liga, la línea más sobresaliente de su curriculum como entrenador, con el Siete como máximo goleador, siempre me ha parecido un hijo de puta despreciable, desde su época en el Barcelona, cuando festejó su derrota en la Copa del Rey ante el Bilbao liándose a patadas.
Yo creo en la palabra de los hombres, no en la de las ratas, no en la de los oportunistas que hartos de rumiar su ostracismo mediático se visten de folkloricas y se ponen a dar un recital. Me recuerdan a esas viejas glorias consumidas por la droga y el sidra que hacen la ronda por los plató contando a cuantas las han bajado las bragas.