Pedí un blablacar de esos para ir a Puerto Hurraco a ver a unos familiares. El conductor y dueño del coche era un canallita con camisa floreada que no paraba de hablar, muy pesado el tío, pero al menos me hizo el viaje ameno. En algún lugar de La Mancha se nos unió una panchita de culo gordo y yo me hice el enfermo para sentarme atrás con ella pero yo creo que se olió algo porque inmediatamente dijo que ella se iba a sentar alante. Pasé el viaje acostado escuchando cómo el canallita se ligaba a la panchita, que llegó a lamerle el nardo allí mientras conducía. Paramos en una gasolinera y allí se fueron a follar al cuarto de baño y a drogarse y a emborracharse y luego comimos unas migas y el canallita se hizo amigo de un guiri mochilero de esos de piel rosada y chanclas con calcetines que se quejaba de que en España al contrario que en la civilizada Europa nadie cogía a los autoestopistas.
Se vino con nosotros y ahí conduje yo y él se sentó a mi lado, así que le expliqué que en España antes la gente hacía autoestop igual que en el resto del continente, pero que esa época feliz terminó súbitamente y para siempre cuando ocurrió el crimen de Alcácer. Le conté con pelos y señales cómo violaron y mataron a esas chiquillas y ahí su actitud cambió y empezó a preguntar si España era un país seguro. Estaba muy asustado así que yo le conté otras historias turbias patrias, como el crimen de Marta del Castillo, las desapariciones de Aguilar de Campoo, lo del niño aquel al que llamaron pececito, la historia del mataviejas y otros tantos casos que me inventé, y por supuesto la guinda final qué fue contarle lo de la matanza de Puerto Hurraco, que recuerdo que me preguntó a qué iba a ir yo allí y yo le dije que a ver a mis familiares, que estaban emparentados con los asesinos.
Se cagó y se quiso bajar y entonces me desvíe hacia un camino rural y empecé a reírme como un loco y le dije que se podía bajar allí si quería, y el canallita y la panchita ya borrachos perdidos riéndose del pobre guiri asustado, que se bajó y yo me bajé también con él fingiendo que llevaba una pistola y el guiri please don't please don't y yo le lancé un pedrusco que le abrió una ceja y al canallita que iba puesto hasta las cejas de coca eso le hizo mucha gracia y empezó tirarle piedros cada vez más grandes y la panchita culo gordo se nos unió también y yo creo que está muerto.