curro jimenez rebuznó:
Solo estuve dias en Tineo y dos en Salas. Todo el tiempo trabaje fuera de los pueblos,solo iba ellos a comer y dormir.
Perdi la cartera en Tineo con 450 euros encima. Pues me llego a hotel de Salas donde me quedaba. Segun me dijo la recepcionista la habian traido del ayuntamiento de Tineo, la persona que la habia encontrado la llevo a la policia local, estos vieron el recibo del hotel y llamaron a ver si seguia hospedado alli, al decirles que si mandaron a un funcionario del ayuntamiento a dejar alli la cartera, y la recepcionista me la dio.
Mi cartera paso por cuatro manos y nadie me quito nada, que crees que puedo decir de los asturianos??????????
En valencia se lo hubieses gastado todo el farlopa.
Me ocurrió algo similar hace ya unos años, también en Asturias.
Pasando unos días de vacaciones por allí tuve una avería en el coche y me recogió la grúa. Al trasladarme el taxi y mientras estaba ordenando la documentación se me debió de caer un pequeño fajo de billetes que llevaba en una carpetilla con el seguro del coche, la ITV y demás como emergencia, por si durante mi estancia se me perdía una tarjeta de crédito, había problemas con los cajeros automáticos,... cualquier incidencia tonta que me dejase sin dinero.
Aquel dinero, 50.000 pesetas en billetes de 5.000 de hace más de una década, estuvieron en algún rincón del asiento trasero hasta que el taxista topó con ello al acabar turno y aspirar el asiento de su coche. Después se molestó en ponerse en contacto con la grúa para averiguar mi identidad y, al tratarse de un pueblo pequeño, llamó a los alojamientos de la zona para preguntar si yo estaba allí y me localizó.
Cuando se presentó allí y me preguntó si echaba en falta algo le dije que no, y al insistirme simplemente me puse a buscar en la carpetilla por ser lo único que había manejado en su taxi y caí en cuenta, así que le describí lo que faltaba y con una sonrisa sacó los billetes de su bolsillo. El hombre se negó en redondo a aceptar cualquier propina y al final no tuve otro remedio que encomendar al dueño del hotel al marcharme que cuando pasase por allí de nuevo a por un cliente le diese de mi parte un detalle que le compré.
Nada impidió que el taxista, sólo o en comandita con el gruísta, se quedasen con aquel dinero que no hubiera echado probablemente en falta hasta días más adelante y no lo hicieron.
Ésta y otras anécdotas que me han ocurrido durante mis estancias en esa región han acabado por forjar para mí una imagen de los asturianos que se corresponde con la de gente cabal, recta, discreta y de fiar. Tengo la esperanza de que Asturias alguna vez sea Némesis para los valencianos y sus epígonos de mierda.