Pues tras leer las experiencias de
@serdo y de
@Furro07 me voy a atrever a contaros una situación que me ha llevado a estresarme mucho y a provocarme dosis de ansiedad, aunque creo que he podido reconducirlo poco. Como sabéis vivo en un piso que no tiene muchos años y es de los que se hicieron con terrazas corridas, es decir, que hay como un biombo que separa mi terraza de la de mis vecinos. En vez de tener ventanas, en mi caso mi habitación, la de mis hijas y el salón tienen puertas de terraza, no sé si me explico, pero no es tan difícil. Es decir, que de las tres habitaciones se puede acceder a una larga terraza saliendo por las puertas. Hay una cocina y la habitación de mi hijo y los baños que dan a otra fachada posterior. Mi cama da pared con pared a una habitación de los vecinos.
El tema es que hará un año o así que alquilaron el piso de al lado y vinieron a vivir tres chicas de unos veintimuchos o treintaypocos que trabajan dos en una clínica y la otra creo que en una perfumería. Se presentaron un día y les invité a unos cafés y tal, estuvimos hablando y conocieron a mis hijos que estaban pasando el finde. Luego hemos ido coincidiendo y siempre han sido muy majas, la verdad es que para los cuerpazos de modelo que tienen me extraña no verlas acompañadas de tíos nunca.
Hace tres semanas se vino mi churri a dormir y estuvimos follando como condenados, como siempre. Es escandalosa y tiene orgasmos múltiples, y cuando se corre suele soltar animaladas como que la parto en dos con mi pollón y esas cosas. Es verdad que esas semanas hacía calor y teníamos el ventanal entornado y puede que nos oyeran. Por la mañana coincidimos en el ascensor con dos de ellas y me pareció que miraban a U., a mí y se sonreían. He de reconocer que saben que me he acostado con alguna otra porque habrán oído golpear el cabezal con la pared y los gritos de placer de B. y de S.
El caso es que el viernes de esa semana estaba solo en casa y con el calor me dormí en gayumbos con el ventanal entornado. Llevaría un par de horas durmiendo cuando desperté por un ruido y al abrir los ojos me vi sujetado por mis tres vecinas que por lo visto habían saltado la separación entre pisos y ahora me tenían sujeto a la cama.
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Cabrón, ahora nos vas a dar lo que te vamos a pedir, porque nos dejas con la miel en los labios con esas putas que te traes, sobre todo la nórdica esa gritona...
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Es belga, aclaré
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Como si es de la China, dijo Silvia. Silvia es una de las enfermeras, alta, rubia de pechos erguidos y culo potente suele ir vestida de forma deportiva, con mallas, pero ahí estaba con una simple camiseta. Parece que es la que lleva la voz cantante de esas tres putas.
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Mira, vamos a hacer un trato, me dijo Elena.
Vamos a probar ese pedazo mercancía que asoma de tus gayumbos y te vas a correr con cada una de nosotras, porque no solo llevamos mucho tiempo sin follar para aguantarte a ti noche sí y noche también empotrando a esas guarras que al día siguiente vemos salir con las piernas aún temblando, hijo de puta.
- Ya será menos, dije.
Elena es un castaña de pelo liso, grandes tetas de pezones rosados y con un culo con el que se partirían
@Nueces. Os juro por
@Pilaf el malote que todo lo que os cuento es real. La tercera en discordia es Anita. Alta, con una cuerpazo aún mejor que sus amigas, es bastante más tímida; de hecho es bastante
@Tartaja. Elena y Silvia se acercaron y empezaron a sobarme el pollón que pese a mi situación y a mí decisión de no ceder a su chantaje empezó a crecer sus dos decímetros y pico.
-Vaya pollón gasta el señor divorciado, dijo Elena. Al momento aprovechándose de que no me podía mover empezó a comerme la polla y los huevos, desde el ojete hasta el glande pasando la lengua mientras yo luchaba por soltarme y parar aquella infamia. En aquel momento aquellos tres monumentos se despelotaron, provocando que aunque mi decisión era de no tener relaciones ninguna, mis hormonas obligaron a mi miembro a mantenerse mas enhiesto. Silvia quitó el sitio a Elena y se montó en mi rabo. Veía su culo subir y bajar sobre mi pollonazo, engullendo con su encharcado pero limpio coño cada decímetro de mi pollón.
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Si no te corres con las tres tenemos todo el fin de semana para putearte.
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Pero si me corro, entonces seré yo quien haga lo que quiera con vosotras, ¡furcias!
Al oír aquello, Silvia aceleró el metesaca mientras se apretaba las tetazas y Elena nos comía a mí los cojones y a Silvia el clítoris. Silvia se movía como una loca, creía que me iba a destrozar y no paraba de repetir que se corría una y otra vez y que ya entendía a las guarras esas que venían a mi casa. El trabajo en mis cojones de Elena estaba dando sus frutos y grité que me corría y Elena sacó con la mano mi pollón del chumino de Silvia y ambas comenzaron a intentar tragar mi corrida que era como un espeso Amazonas. Una vez terminamos Elena se fue a mi nevera y me trajo un batido de chocolate Hacendado frío y me dijo que me lo tomase porque lo iba a necesitar. Anita no había intervenido pero ver que estaba tan buena y tenía una actitud tan diferente a la de sus amigas hizo que mi pollón se volviese a poner firme. Elena se dio cuenta y me dijo que quería rabo ahora ella. Tras la hora y media que había tenido de mete saca con Silvia ahora se montaba Elena tratando de sacar la última gota de lefa de mis cojones. Estaba mojada, pero seguía siendo un coño joven y a horcajadas sobre mí, con sus tetazas botando en mi cara me gritaba lo que le gustaba mi rabo, que no paraba de correrse y que cómo podía alguien tener una polla tan maravillosa. Como podéis comprender, amigos,
¡me sentía tan ultrajado en esos momentos! Realmente, aunque me sentía violado lo cierto es que la actitud sumisa y tímida Anita me la estaba poniendo como tanque apuntando a campanario, y eso que no la había podido ni tocar, sólo podía admirar su desnuda belleza descomunal. En eso estaba cuando noté que desde mis huevos comenzaba a salir otra descarga de hectólitros de lefa.
AAAAAAAARRRRRGGGGGGH me corrooo, grité. Ellas tres rápidamente se amorraron a mi pollón y trataron de no dejar ni gota del charco de cuajada que salió de mis pelotas. Me lamían mis cojones y se relamían las muy putas. Elena dijo que con esas dos corridas estratosféricas difícilmente me podría correr una tercera vez, así que durante el fin de semana seguirían aprovechándose de mí. Me trajeron un bitter kas y les dije que mejor que un tinto de verano con limón que había en la nevera.
Anita se acercó y suavemente me dio de beber. Era otra guarra que había estado quieta, sí, pero había sido también partícipe de esa afrenta.
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Ca.. ca... ca... ca... cabrón, me dijo.
Co... co... co... co... cómeme el co... co... co... co... conejo, conejo. Lo que me faltaba, aquella diosa de pechos perfectos, curvas imposibles, belleza angelical, ojos claros como los de Palas Atenea y un culo digno del mejor hilo de culos del foro me ultrajaba y me ponía en los morros el más bonito coño que hayáis visto. Era inadmisible, me sujetó la cabeza y me obligó a probar su néctar. Lo cierto es que era el coño más fino que jamás haya probado, su bouquet era increíble y los taninos evocaban a frutos rojos, chocolate y canela. Las otras dos se cachondeaban diciendo que no me correría, pero lo cierto es que contra mi voluntad mi voluminoso miembro se puso como la pata de un perro muerto. A todo eso me la sobeteaban las tres, pero Anita comenzó una cascada de orgasmos que la llevaron a un trance, que según ella me comentó después había tenido la sensación de que se salía de su cuerpo y se iba a un punto infinitesimal en el universo y desde ahí fuera veía cómo se corría y entonces regresó en un orgasmo tremendo y tembloroso que casi me ahoga. Silvia decía que no me había corrido yo y que iba a ser el esclavo sexual de las tres el resto del fin de semana, pero en ese momento una caricia en las huevos de Anita mientras me besaba provocó la tercera megaeyaculación de la noche. Habían sido seis intensas horas de batalla sexual pero las tres reconocieron que perdieron en su chantaje. Me soltaron y ahí empezó mi venganza por toda esa violación a la que me sometieron.
Sólo quiero deciros que no quedó ni un agujero sin profanar de aquellas tres putas que a día de hoy son mis sumisas aún. Entended que no es una historia fácil de contar y que aún me hace daño por lo brutal de su actuación, pero si queréis, en otro momento os sigo contando porque veo que me sirve de terapia contarlo. Y si alguno de vosotros ha sufrido algo similar este es el hilo donde confesarse.