BTT Tabernas Desert 2017.
141 km. +4050 m.
Primera vez en mi vida que acometía una ruta de 4000 de desnivel positivo. La idea de hacer esta carrera es usarla como test de horas brutal, piedra de toque para el Soplao y dar un empujón a la preparación para la Titan Desert. Lógicamente la primera vez que se enfrenta uno a un desnivel así vas con cierto acojone, pero como hay tres distancias, una de 80, otra de 110 y la de 141, si me veo muy jodido pues me desvío a la de 110 y ya está.
El perfil acojona, hay varias tachuelas pero sobre todo dos pedazo de puertos de 15 y 18 km respectivamente que van a hacer mucho daño. Además la previsión del tiempo es de esas tocacojones, horquilla de temperatura en el pueblo de 10-13 grados, pero claro eso en las cumbres vete a saber. Decido salir de corto por abajo y camiseta y maillot largo por arriba. Veo gente de corto del todo que me da que van a pasar frío, pero bueno, allá cada cual.
En la salida comentamos sobre el tiempo estimado. Sin conocer el terreno, sabiendo que habrá bancos de arena y tal, me calculo en torno a las 9 horas, pero como digo vete a saber. El plan es el de siempre en una ultramaratón, salir muy muy pero que muy tranquilo e ir subiendo el ritmo conforme pasen las 3 primeras horas hasta alcanzar la velocidad de crucero, siempre sin pasar el umbral. Beber y comer con disciplina espartana y ya ir viendo cómo evoluciono físicamente.
Nada más salir del pueblo, km 2, primera subida de 6 km no demasiado duros (8-10%) pero claro, a balón parado esto sienta lo que viene siendo como el puto culo. Vigilo el pulso y el desarrollo para subir lo más fácil posible. Como suele ser habitual, gente tirando de fuerza y desarrollo y adelantando como si no hubiera un mañana. Jamás lo entenderé, pero en fin, como digo ya somos todos mayorcitos. Pasado esta primera subida uso el pequeño llano de arena hacia el primer puerto gordo para aligerar la cadencia y encender bien las piernas. Los bancos de arena son fáciles, una vez pasados los de la Titan Desert estos son coser y cantar, me llama la atención que a pesar de los muchos consejos que se dan la gente va con demasiada presión en las ruedas, craso error. En terrenos así, hay que llevar sobre todo en la rueda delantera menos presión de la que lleves habitualmente en rutas con terreno más "duro". Con mucha presión es imposible mantener la verticalidad en la arena.
Empezamos a subir el primer puerto, de esos que se dicen "largo pero duro". Su puta madre. 15 km totales a una apabullante pendiente sostenida del 10-11%. Ninguna rampa dura, pero ni un puto descanso tampoco. Y viento. Y viento. Y viento. Ya pegaba al principio de la ruta, pero en este puerto ya da con mala leche, y como todos sabemos subir con viento en contra jode el doble. Hay algún giro donde pega de culo pero el mamón se las ingenia para que en la mayoría de sitios pegue bien de cara. Yo pensaba que a partir del km 50 iba a recoger algún cadáver de esos que al principio iban follaos para arriba, pero no hace falta, es el km 30 y ya voy adelantando gente con calambres y andando, ¡andando! De verdad que...
El puerto es infinito, de esos que son más duros mentalmente que físicos, porque vas viendo todo el rato lo que te queda y la gente por allí a lo lejos, así que hay que armarse paciencia, controlar en todo momento el pulso y "desconectar". Pasado ni idea de cuánto rato corono el puerto, donde hay unas antenas enormes. Hace un frío de cojones. Miro el GPS. 2 grados, y con viento. La gente que va de corto, en efecto, tiritando y ahora toca bajar. Alguno ha tenido la precaución de coger un chaleco, pero me da que se lo van a pasar teta en la bajada. Hay que decir que toda la ruta es pistera, quitando los bancos de arena, pero las bajadas tienen truco, hay mucha piedra suelta y arena en las curvas, o sea que hay que bajar con un cuidado de la hostia. De nuevo observo ese perfil de ciclista de MTB realmente peculiar: los "bajadores". Gente que no sube un pimiento, que no rueda en llano tampoco una polla, pero oigan, cómo bajan. Me pasan algunos que adelanté al final del puerto, como posesos.
Sin embargo, tras la bajada, viene una llanura de una hora y pico con bancos de arena donde a todos, y a alguno más, les vuelvo a adelantar. Curioso ese perfil de ciclista, si señor. En esta parte voy ya de lujo. El diesel funciona a pleno rendimiento, entro en mi pulso ideal con cierta facilidad y las sensaciones son buenas, así que a tirar millas y que caigan los kilómetros. Tras un buen puñado de km que picaban hacia arriba, llegamos a un avituallamiento donde no me creo lo que veo, ¡panteras rosas! Frutos secos y bla bla bla, pero me tiro a zamparme 2 de esos putos bollos llenos de drogaína, qué maravilla, copón. Acto seguido empezaba el puerto más duro del día, no demasiado largo, unos 5 km, pero que de repente se pone al 15-16% y los dos últimos km divisamos rampones del 25-28%. En este tipo de tramos, y más en una ultramaratón, la decisión más acertada siempre he pensado que es poner pie a tierra. Intentar subir eso montado, que igual podría, es someter a los músculos a un vaciado gordo que luego pagas si o si. Así que a hacer senderismo. Alguno intenta subir montado pero nada, en seguida se pone a andar. Posteriormente venía también la bajada más complicada del día, pues es una zona con mucho seto que cubre parte del camino y mucha piedra suelta, amén de bastante pendiente.
De camino al último puertaco, voy charlando con un aborigen que me pregunta si vamos bien para el corte. ¿Ein? ¿Corte? Me estoy enterando en ese momento que hay hora de corte en el km 98, justo antes de empezar la subida de verdad, y donde se desvían las rutas de 110 y la de 141. Pasado sin problemas, veo gente de la ruta larga que van jodidos y deciden abortar y tirarse por el desvío a la de 110. Alguna cara auténticamente desencajada. A esas alturas ya llevamos 3000 de desnivel en el cuerpo. Yo voy cansadete, pa qué negarlo, pero aún noto gasolina suficiente y además el tiempo que llevo es fenomenal, así que ni me planteo cambiar de ruta. Parriba, con dos cojones.
Me cago en su puta madre. Si el primer puerto era duro pa la cabeza, este te mata. Es más tarde, con lo que el viento da más fuerte. Más tendido, 6-8%, pero más largo y a esas alturas se hace de verdad interminable. Las piernas son las que son, pero aquí hay que tirar de mollera a saco. Se hace largo, larguísimo, esto no se acaba. Y además vamos todos desperdigados, así que lo subo casi entero en solitario. A mitad de puerto llevo un cocido mental de los gordos, y decido hacer algo que no hacía desde la infernal primera etapa de la Titan Desert de 2015. Andar en una subida tendida. Esto cumple dos propósitos, primero que la cabeza se relaje, andar es mucho menos duro, y que los cuádriceps también descansen porque andando tiras más de isquiotibiales y gemelos, que van más frescos. Ando como un km, poco más si acaso, y en un giro que noto el aire de culo me vuelvo a montar en la bici, ya hasta arriba. Llego literalmente hasta la polla de subir. Aún queda un pequeño llano y otro pequeño pico de 2-3 km, pero tras el descanso en el avituallamiento me noto muy recuperado, y queda bajar de nuevo el puertaco y unos 12 km a meta. En la bajada pasamos un frío del carajo. Un par de tios se tienen que parar en mitad de la bajada porque no sienten las manos y eso es un peligro porque no controlas los frenos.
Esos últimos 12 km son duros de cojones, porque son un banco de arena de 10 km y una subida por asfalto al pueblo de 2 km al 15%. Fenomenal, oiga. Sin embargo voy muy repuesto y esa parte literalmente vuelo. Me paro justo antes de empezar y como queda poco arriesgo y le quito aún más aire a la rueda delantera. Adelanto como a 20 tíos, todos descojonados, algunos andando por la arena, y luego en Strava veo que tengo el noveno global en esa parte. Si ya decía yo que iba rápido. La subida final la hago con todo metido, lógicamente, pero todo subido. Llego con un subidón de la hostia a meta, sensaciones cojonudas, con un tiempo de 9 horas y media, algo menos, y veo poquitas bicis. Me dicen que de la ruta larga han abandonado 150 personas y que otros 80 se han ido a la de 110 en el desvío, aparte de los que directamente no han pasado el corte. La leche que sangría de carrera.