Es que si quien otorga el trofeo a mejor follador es una normie de estas que valora que le estés durante media hora dando un masaje con el pito flácido, para luego metérsela cinco minutos, echarle nata montada en el cuerpo, darle unos besitos, acariciarle el pelo, meterle un vibrador por el coño un ratito, recibir una paja a baja frecuencia, una cucharita no muy larga, así hasta, de puro aburrimiento, correrse, pues le pueden ir dando por el culo a follar bien.
Supongo que a las primeras que no les gusta follar es a ellas mismas y necesitan montar toda una fantasía que decore el burdo hecho de que le están metiendo y sacando una polla por el coño hasta que se lo llenan de grumo.
No se me ocurre mayor infierno que tirarte 5 horas follando sin correrte.
Cuando mejor follaba era al principio. Después de los 5 primeros polvos ya me situé y un poco por querer complacer y quedar como un macho cabrío y otro poco porque dar el paso a meterla me seguía dando miedo y lo demoraba por pura cobardía, daba como resultado que follaba bien, alargando los preliminares, haciéndola(e?) rozar el orgasmo varias veces antes de meterla. Al final, de hecho, acababa pidiendo, rogando casi, que se la metiera.
A mi me gustaba porque veía que a ella esos jueguecitos la ponían muy cachonda pero yo tenía que hacer grandes esfuerzos para participar con entusiasmo de los mismos.
A veces yo estaba ahí, no sé, chupando teta y demorando la bajada hacia el coño mientras lengüeteaba la tripa, el ombligo, los muslos, todo, y cuando llegaba a la zona 0 ella echaba mano de mi rabo y ahí lo tenía yo, como un pimiento del padrón, morcillona cuando no directamente flácida.
Y para mi lo mismo, si se demoraban con besitos en las orejas, en los hombros, si bajaban pero luego subían, a mi me entraba angustia. Me daban ganas de voltearla y meterle ahí la polla en la boca mientras la hacía pinza con los dedos en la nariz y a tomar por culo. Me entraban prisas, me daban ganas de zarandearla y me ponía de mala hostia el jueguecito de los cojones.
Recuerdo una que tomó la iniciativa desde el principio y se demoraba lo que yo ya consideraba una burla. Bajaba pero no, besaba en la punta de la polla y abría la boca para chuparla pero no, volvía a subir y me besaba el cuello y yo ahí angustiado, retorciendome como una culebra pero no de gusto sino de angustia.
Con la sevillana me pasaba otra cosa curiosa y es que los preliminares eran exactos, justos y medidos, pero ella tardaba en correrse la puta vida. Follando nunca se corrió y afirmaba que nunca se había corrido así, así que después de follar me tocaba estar dando con los dedos hasta que se me quedaban como dos pasas o estar con la lengua hasta que se me quedase como la de un gato.
Al final de la relación pasaba totalmente de sus orgasmos. Yo me corría, me iba a limpiarme y a veces hasta me iba de la habitación y dormía en el sofá, tal era el rechazo que sentía por ella después.
Y espérate que ahora me estoy acordando de mi primera novia a la que no me follé pero que los preliminares nos los sabíamos al dedillo, y a la hija de puta le gustaba jugar a los roles por lo que hubo una temporada que cada escena sexual nuestra se convertía en un teatrillo donde ella unos días hacía de chica que volvía a casa borracha, de chica de bar, de estudiante y yo tenía que hacer a veces de profesor, de persona que vuelve a su casa después de años de estar en una guerra, de camarero de bar...y así, haciendo el indio, nos tirábamos tardes enteras y ella demoraba el final sexual de la historia y siempre metía nuevos matices y trabajaba mucho las escenas.
La verdad es que recuerdo esto como si le hubiera pasado a otro, como si perteneciese a otra vida o estuviese hecho del mismo material que están hechos los sueños.