P
pulga
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España es un laberinto de hombres incomunicados.
España tiene dogmas nuevos que consienten la injuria civil y una arbitraria extranjería colectiva.
Las gentes de España son una riada de obreros y comerciantes que entran en El Corte Inglés.
España tiene también asesinos que entran también tranquilamente en El Corte Inglés a hacer sus compras de Navidad, con caras sonrientes, con la sonrisa de imaginarias patrias satisfechas.
La única verdad no son los grandes palabras y las reparadoras ideologías -toda ideología ha muerto- sino el dinero y el triunfo.
El dinero que uno tiene es su pensamiento, su poder y su sentido de la vida.
Esto lo sabemos todos, y yo, desde luego, no me lo callo.
Quien sabe esto perfectamente es el pueblo, la gente que se gana el pan, como diría el señor Blanco de Reservoir Dogs, en un jodido curro de ocho horas sin crear nada digno de la mirada del tiempo.
Somos españoles que dejaremos tras de nosotros lo que ya dejaron otros: un carnet de identidad caducado.
España tiene dogmas nuevos que consienten la injuria civil y una arbitraria extranjería colectiva.
Las gentes de España son una riada de obreros y comerciantes que entran en El Corte Inglés.
España tiene también asesinos que entran también tranquilamente en El Corte Inglés a hacer sus compras de Navidad, con caras sonrientes, con la sonrisa de imaginarias patrias satisfechas.
La única verdad no son los grandes palabras y las reparadoras ideologías -toda ideología ha muerto- sino el dinero y el triunfo.
El dinero que uno tiene es su pensamiento, su poder y su sentido de la vida.
Esto lo sabemos todos, y yo, desde luego, no me lo callo.
Quien sabe esto perfectamente es el pueblo, la gente que se gana el pan, como diría el señor Blanco de Reservoir Dogs, en un jodido curro de ocho horas sin crear nada digno de la mirada del tiempo.
Somos españoles que dejaremos tras de nosotros lo que ya dejaron otros: un carnet de identidad caducado.