Cuando amas de esta forma, sabes que te acabarás arrepintiendo, pero sólo con pensar en el fruto de este esfuerzo, las ganas no faltan y las fuerzas no flaquean. Natalia me ha dicho basta. O no me lo ha dicho, pero yo lo he visto en sus ojos. Podría aguantar un poco más, continuar con este dolor que me solapa y me ciega...
Esta forma de quererla durante estos meses ha sido un tormento que esperaba a su fin. He disfrutado de cada uno de sus besos. He intentado retener su cuerpo en la memoria, el tacto de sus pechos y el sabor de sus labios. Su voz no la recuerdo, pero quiero que vaya conmigo durante mucho tiempo. La culpa no es suya, en el fondo nunca lo ha sido.
La culpa es mía por tener la paciencia de esperarla aun sabiendo que nunca iba a venir. Su única culpa es no poder apreciar esto que la vida le brinda, pero las oportunidades son pájaros que nunca se posan. Sé que no podré soportar saber que otras manos sin amor, van a rozar lo que tanto quiero, y no deseo verlo.
En el mejor de los casos, sé que podré querer a otras como la quiero a ella, pero a ella no la querrán como la quiero yo. No sé entonces por qué estoy tan triste. Y es que nunca se ama bastante si no se ama demasiado. Gracias niña, por haber conseguido que te ame demasiado.