Con esto, como con muchas cosas, tenéis un problema de perspectiva.
Porque no asociáis baile a diversión, sino a táctica para llamar la atención o conquistar zorras. El problema está en vuestros podridos cerebros y no en el baile.
Cuando uno va, o mejor dicho iba, empastillado hasta las trancas, solo existía música y baile, no existían mujeres ni resto del mundo, solo uno mismo con su cuerpo overflowing felicidad. Nada más. No me pongáis gifs de rusos y canis bailando, no es eso y lo sabéis.
Cuando se baila rápido y se le hace a la chica sentirse como una peonza, es pura diversión.
Cuando se baila algo lento con una mujer y uno va sintiendo el ritmo y a la persona que tiene enfrente, también es la felicidad. Acompañada de expectación e incertidumbre si se trata de una desconocida.
Cuando nuestros padres, que de maricones no tenían mucho, entendían el baile como una de las pocas ocasiones en las que podían tocarse más o menos en público y que podía ser preludio de algo más, no despreciaban el baile, lo utilizaban. Fuese Juan Pardo o fuese Fórmula V.
En todos los ejemplos que he puesto, el hombre está en control. Que ahora se entienda el baile como la pachanga, regueton, o el Bisbalismo en el que la mujer menea su culo y pone a prueba al macho en función del compás de sus movimientos, no es culpa del baile, si no de los quebrados espíritus de los que aceptan las reglas de un juego que ni les gusta ni les apetece jugar.