Yo una vez estuve a punto de follarme una gorda. Pleno verano en A Costa de Mordor, un calorasso de cojones y yo con la polla como una barra de tungsteno.
Vi su temible sombra en un chiringo, apretándose un Magnum Gigante de chocolate de esos de operación bikini.
Me senté en su mesa (en aquella época no te exponías a que la Brigada Cisgender apareciese y te turrase con la goma del butano) y me la camelé haciendo uso de mi don de palabro, mi pinta de chuloputas morenasso mandrileño, mis Oakley de malot y mis ropajes y bañador de marca (Paul & Shark y no me acuerdo que más). Se tomó otro Magnum Niggah XXL y yo un orujo doble de hierbas con hielo en vaso de marqués. Pagué todo como un caballero español (resulta que la muy fanegas llevaba un magnum más antes de mi aparición, puta).
La llevé a mi apartamento (en propiedad, pobres hijos de puta) y aquello (ella) empezó a soltar un oloraco a unto (grasa de cerdo rancia) mezclado con pescado al sol, aderezado con sudorcillo almizclero del que excretan las mofetas. Corrijo, ya iba oliendo a mierda marina tiempo ha, pero el cerebro reptiliano de mi picha dominaba mis vibrisas y me negaba el aviso de extreme warning. Bad feelings, brothas...
Empezó a afilar el sable de caballería y la huevada, con el arte de un cerdo comiendo bellotas... pero nada, la cheirada impedía que mi caballero de Yelmo púrpura estuviese dispuesto al combate. Así que le dije que parase y me puse a tocarle las tetas, enormes, sudadas y con pezones campurrianos. Deo gratias la boca le sabía al choco magnum y me dispuse a bajar al matojo.
El bikini estaba húmedo cuan paño de fregar de un anuncio de fairy, así que raudo se lo quité y cuando me puse a inspeccionar y olisquear el bivalvo los ojos se me llenaron de lágrimas de la pestuza a pescailla, centollo, salpicón de mierda y algas marinas. Mi sentido arácnido me avisó de que meter ahí la lengua significaría perderla y noté que el orujo estaba empezando a llamar con insistencia a la puerta de arriba.
Total, que le hice un finger lo más alejado posible, aquello era un reactor nucelar RBMK de pestuza al aire libre. Le dije que no me encontraba muy bien por el orujo y le di puerta. La muy pancetas se tomó una leche con galletas antes de irse y me dio su dirección y tal...
Estuve lavándome las manos y la boca con lejía y Listerine como media hora.
Nunca Mais. Ahora sólo como coño cuando las sondas digitales informan que no hay peligro.
A las gordas ni hola.