FanatiK
Forero del todo a cien
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- 6 Jul 2007
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Buenas tardes señores.
Esta mañana, tras despertar y observar que se avecinaba un risueño y soleado día, me vi obligado por una orden superior a realizar una de mis actividades favoritas para observar la condición humana, he tenido que realizar una abrupta espera haciendo cola.
Todo comenzó unas semanas antes. La gripe estaba invadiendo mi organismo proporcionándome una lenta muerte y ante el miedo de que el mundo se prive de un idiota más, decidí acudir a mi sanador adjudicado para paliar mi maltrecho estado.
Una vez en la consulta frente a frente con mi salvador, me encuentro a una señora de avanzada edad y de buen ver con cara de pocos amigos tecleando bastamente un ya anticuado ordenador.
Tras comentarla meticulosamente mi frágil estado, la señora me miró ligeramente y tras unas décimas de segundo dictó sentencia. Gripe común, antibiótico y reposo.
Tras teclear nuevamente en su ordenador volvió a dirigirse a mi.
"Usted hace cinco años que no viene a una revisión, análisis de sangre y de orina"
La suerte estaba echada.
Como un buen súbdito de mi sanadora, a primera hora de la mañana, tras lanzar una primera avanzadilla de orina al váter descargué sin ningún tipo de restricción de potencia el resto de mi oro líquido en el bote mientras reía por el sonido producido en el fondo del bote por la orina.
Me sentí plenamente satisfecho de llenar por completo el bote saliendo del baño con el bote en alto mientras miraba a mi señora con la mirada de un triunfador.
La puntualidad, una de mis grandes virtudes se hizo patente una vez más esta mañana acudiendo al baño de sangre a la hora acordada.
Una vez pasado el umbral hospitalario me encuentro una larga cola representada por ambos sexos y todo tipo de edades aunque los octogenarios lideraban en número.
Me coloqué al final de la cola, y mientras intentaba divisar el final de la cola pregunté a un hombrecillo con boina y camisa de cuadros de franela frente a mi.
Comenzó entonces un discurso sobre las ventajas de un anticuado modelo para sacar sangre a los humanos al cual se sumó un tercio de la cola liderado por el sector octogenario mientras varios de ellos hacían aspavientos con sus botes llenos de orina sin envolver poniendo en peligro diversas permanentes, o el hermoso rostro de una niñita colocada en una posición más avanzada.
Pude identificar un patrón por el cual la mayor parte de los que portabámos pis llevábamos el mismo introducido en uno de nuestros bolsillos mientras manteníamos la mano dentro del bolsillo sujetando el frágil bote intentando y rezando que no se abriera... o tuviera alguna fuga y montar la fiesta de la orina.
Los varones presentes que portaban heces, estratégicamente iban acompañados por alguna mujer la cual usaban como porteadora con sus bolsos, aunque había varios sujetos los cuales heces en una mano y orines en la otra los aireaban libremente para deleite de los presentes.
Tras varios minutos entretenido con las conversaciones seniles sobre heces y orines y los constantes cruzes de auxiliares y personas con un pequeño algodón en su brazo realizando cortes de manga a diestro y siniestro algo desvío mi atención, empecé a notar una leve humedad en mi mano.
Saqué la mano del bolsillo para comprobar que no era sudor propiciado por el infernal calor de aquel pasillo, y tras acercar mi mano a mis fosal nasales pude cerciorarme de que el bote se estaba cansando de mi oro líquido y había decidido revelarse contra mi blazer. Entonces comenzó una cuenta atrás.
La humedad iba a más y no podía resistir la situación, cada vez podía notar más la intensidad del olor a orín en aquel pasillo y me acerqué a una auxiliar para comentarla lo que podía llegar a suceder y que debía urgentemente poner solución a aquel problema.
El hombrecillo de camisa de cuadros al comprobar la situación se acercó con mucho salero y mientras dejaba entrever un bolsillo de su pantalón con una amplia mancha alzando su mano goteante de orina dijo
- Niña!! Hija esque siempre pasa igual!! dame un paño o algooo!!
Aquel hombre chorreaba orín por todos los poros de su piel con su maltrecho bote.
Al ver la situación, varios octogenarios completamente empapados en pis comenzaron un lento pero seguro camino hasta aquella pobre auxiliar mientras la enseñaban sus botes prácticamente vacíos restregándola por su hermosa cara su oro líquido pidiendola explicaciones y soluciones.
Comenzó una guerra de edades la cual los seniles tenían todas las de ganar.
Los portadores de heces, no entraron en la batalla mientras se replegaban a las trincheras compungidos por si la olor de sus heces era la causante de aquel revuelo.
Entre la muchedumbre pude escuchar mi número.
Dejé atrás la batalla para poder ser acribillado por una mujer.
Una tierna joven, con un dulce tacto atravesó mi fina y cuidada piel para extraer mi esencia y poder analizarla. Tras colocarme cuidadosamente un pequeño algodón en el brazo me indicó la posición a tomar durante unos minutos para no morir desangrado.
Salí de aquella sala esquivando ingentes cantidades de seniles aglomerados en aquel caluroso pasillo mientras agitaban sus botes llenos de orina. Mientras los esquivaba realizando cortes de manga intentaba no rozar aquellos seres cadavéricos empapados restregándose entre ellos.
Pude salir victorioso tan sólo con un leve olor a pis y una leve mancha.
Hacer cola, es glorioso.
Esta mañana, tras despertar y observar que se avecinaba un risueño y soleado día, me vi obligado por una orden superior a realizar una de mis actividades favoritas para observar la condición humana, he tenido que realizar una abrupta espera haciendo cola.
Todo comenzó unas semanas antes. La gripe estaba invadiendo mi organismo proporcionándome una lenta muerte y ante el miedo de que el mundo se prive de un idiota más, decidí acudir a mi sanador adjudicado para paliar mi maltrecho estado.
Una vez en la consulta frente a frente con mi salvador, me encuentro a una señora de avanzada edad y de buen ver con cara de pocos amigos tecleando bastamente un ya anticuado ordenador.
Tras comentarla meticulosamente mi frágil estado, la señora me miró ligeramente y tras unas décimas de segundo dictó sentencia. Gripe común, antibiótico y reposo.
Tras teclear nuevamente en su ordenador volvió a dirigirse a mi.
"Usted hace cinco años que no viene a una revisión, análisis de sangre y de orina"
La suerte estaba echada.
Como un buen súbdito de mi sanadora, a primera hora de la mañana, tras lanzar una primera avanzadilla de orina al váter descargué sin ningún tipo de restricción de potencia el resto de mi oro líquido en el bote mientras reía por el sonido producido en el fondo del bote por la orina.
Me sentí plenamente satisfecho de llenar por completo el bote saliendo del baño con el bote en alto mientras miraba a mi señora con la mirada de un triunfador.
La puntualidad, una de mis grandes virtudes se hizo patente una vez más esta mañana acudiendo al baño de sangre a la hora acordada.
Una vez pasado el umbral hospitalario me encuentro una larga cola representada por ambos sexos y todo tipo de edades aunque los octogenarios lideraban en número.
Me coloqué al final de la cola, y mientras intentaba divisar el final de la cola pregunté a un hombrecillo con boina y camisa de cuadros de franela frente a mi.
- ¿El último?
- Niño ¿no te han dado un papel? Ahí te viene un número, hay una enfermera que va saliendo y va diciendo números cuando diga el tuyo vas pa dentro!!
- Correcto, yo esque estas modernidades...
- Que me vas a contar!!!
Comenzó entonces un discurso sobre las ventajas de un anticuado modelo para sacar sangre a los humanos al cual se sumó un tercio de la cola liderado por el sector octogenario mientras varios de ellos hacían aspavientos con sus botes llenos de orina sin envolver poniendo en peligro diversas permanentes, o el hermoso rostro de una niñita colocada en una posición más avanzada.
Pude identificar un patrón por el cual la mayor parte de los que portabámos pis llevábamos el mismo introducido en uno de nuestros bolsillos mientras manteníamos la mano dentro del bolsillo sujetando el frágil bote intentando y rezando que no se abriera... o tuviera alguna fuga y montar la fiesta de la orina.
Los varones presentes que portaban heces, estratégicamente iban acompañados por alguna mujer la cual usaban como porteadora con sus bolsos, aunque había varios sujetos los cuales heces en una mano y orines en la otra los aireaban libremente para deleite de los presentes.
Tras varios minutos entretenido con las conversaciones seniles sobre heces y orines y los constantes cruzes de auxiliares y personas con un pequeño algodón en su brazo realizando cortes de manga a diestro y siniestro algo desvío mi atención, empecé a notar una leve humedad en mi mano.
Saqué la mano del bolsillo para comprobar que no era sudor propiciado por el infernal calor de aquel pasillo, y tras acercar mi mano a mis fosal nasales pude cerciorarme de que el bote se estaba cansando de mi oro líquido y había decidido revelarse contra mi blazer. Entonces comenzó una cuenta atrás.
La humedad iba a más y no podía resistir la situación, cada vez podía notar más la intensidad del olor a orín en aquel pasillo y me acerqué a una auxiliar para comentarla lo que podía llegar a suceder y que debía urgentemente poner solución a aquel problema.
El hombrecillo de camisa de cuadros al comprobar la situación se acercó con mucho salero y mientras dejaba entrever un bolsillo de su pantalón con una amplia mancha alzando su mano goteante de orina dijo
- Niña!! Hija esque siempre pasa igual!! dame un paño o algooo!!
Aquel hombre chorreaba orín por todos los poros de su piel con su maltrecho bote.
Al ver la situación, varios octogenarios completamente empapados en pis comenzaron un lento pero seguro camino hasta aquella pobre auxiliar mientras la enseñaban sus botes prácticamente vacíos restregándola por su hermosa cara su oro líquido pidiendola explicaciones y soluciones.
- Que asco mamá!!! Están llenos de pisss!!!
- Cchhsssss eso no se dice hija
- Niñaaa ya llegarás a mi edad ya!!!
- Mamá huele muy mal!!!
Comenzó una guerra de edades la cual los seniles tenían todas las de ganar.
Los portadores de heces, no entraron en la batalla mientras se replegaban a las trincheras compungidos por si la olor de sus heces era la causante de aquel revuelo.
Entre la muchedumbre pude escuchar mi número.
Dejé atrás la batalla para poder ser acribillado por una mujer.
Una tierna joven, con un dulce tacto atravesó mi fina y cuidada piel para extraer mi esencia y poder analizarla. Tras colocarme cuidadosamente un pequeño algodón en el brazo me indicó la posición a tomar durante unos minutos para no morir desangrado.
Salí de aquella sala esquivando ingentes cantidades de seniles aglomerados en aquel caluroso pasillo mientras agitaban sus botes llenos de orina. Mientras los esquivaba realizando cortes de manga intentaba no rozar aquellos seres cadavéricos empapados restregándose entre ellos.
Pude salir victorioso tan sólo con un leve olor a pis y una leve mancha.
Hacer cola, es glorioso.
Frikazo