Con la calefacción eléctrica teníamos un calentador de 200 L que se acababa siempre que nos duchábamos todos y tardaba un siglo en llenarse y volverse a calentar.
Yo nunca voy a volver a tener eso. En mi casa anterior, que era una mierda, me metí súper contenta porque era la primera mía sola, ni compartida, ni con novio... Mía, mía mía. No me importó que el baño no tuviera ventana ni que oliera a pis cuando llegué a verla, a pesar de estar reluciente y recién pintada. No me importó ver un calentador chiquitajo, nii que fuera un apartamento sin habitación separada, con la cocina salón y cama todo junto, ni que no tuviera ni un triste balcón, ni que los suelos fueran de mármol ni la forma rara que tenía, de diamante, no era una casita cuadrada, era rara, tenía una esquina estrechísima, rara.
Tenía una bañera, que me hizo una ilusión verla que vamos, daba saltitos, y era sólo mía. Eso de cerrar la puerta con llave y saber que estaba totalmente sola.... ¡Qué maravilla!
Pues al final ni un baño me pude dar en condiciones, que esa mierda de calentador no me daba ni para echarme la mascarilla del pelo. Un champú rápido, un gel y ya se ponía templaducha el agua.
Nunca jamás un calentador eléctrico.
Ahora puedo estar duchándome todo el día si quiero con mi flamante caldera de gas natural, y en cambio tengo una ducha mierdera que si se me cae algo tengo que agacharme con la espalda recta y los brazos pegados al cuerpo para no desencajar la cutremampara. Aunque lo prefiero mil millones de veces a la inquietud esa del agua caliente que se acaba rápido. A ver si cuando me vuelva a mudar doy con un baño en condiciones, que no hay manera.