Vaya! Si llego a saber la furia forera que iba a desatar, me habría trabajado el prologo del hilo un poco más...:1
Pensandolo muy detenidamente, lo que más me molesta de este tema no es la cuestion de que intenten follar con mi pareja (esto se ramifica en un tipo de ira distinta), sino que intenten pasar por encima mío, pisarme y eso, señores en el mundo animal, es la sentencia de un combate a muerte.
Es una actitud egoista? Si. Pero tenemos la premisa de que todos somos egoistas y nadie hace nada por los demás sin esperar algo a cambio.
Otra parte, es mi pareja. Que sabiendo que estamos juntos e intenten llevar a cabo sus intenciones delante mio, es como si la llamaran puta.
Y claro, si se da el caso de que el nivel de aprecio que se le tiene a la pareja es tirando a alto, pues a verdad es que muy bien no sienta.
Así que si echamos cuentas, el insulto es doble.
Lo bonito bonito, sería reventarle la cara al buitre entre los dos.
No se me ocurre una demostración más hermosa del amor....
Que si, que hoy en día Todo vale e intentar ser justos es de gilipollas, pero me alegra saber que muchos coinciden conmigo en que es mejor ser así y vivir a gusto con uno mismo.
Y por cierto, estoy a favor de la mutilación accidental de los susodichos sujetos o en su defecto de la aplicación de terror psicológico.
Tiene usted toda la razón. Como bien ha dicho, no sólo es que intenten follarse a su novia, sino el hecho de que le roben, le ninguneen delante de ella, le falten al respeto a ambos y se rían en su cara, llamándola, además, a ella, puta.
Respecto a lo que decía usted de que todos somos egoístas, no es así, el querer que nadie le levante a su pareja no es egoísmo en sí, es porque uno quiere a su novia y no le hace ni puta gracia que un subnormal se la intente robar.
Coincido bastante con las opiniones de este hilo. A mí me pasó lo mismo una vez con una novia que tuve hace un tiempo.
Estábamos en un garito y vino un ligón de turno que se creía mierda y no llegaba ni a pedo, vamos, el típico
saterdeinait a tirarle los tejos descaradamente aprovechando que yo me fuí al wc.
Cuando regresé, no dudé un sólo momento lo que tuve que hacer: partirle la cara
ipso facto, ponerle de hijolagranputa para arriba a voces en medio del garito, para que todo el mundo se enterara, tirarle a los ojos el ron con limón que me estaba tomando y, finalmente, ser echado a empujones por el puerta, pero eso sí, salí de allí como el puto amo y me quedé más agusto que el copón.
Mi novia se empezó a descojonar después de aquello y me recompensó con una noche erótico-secsual, claro, que si ella le hubiera seguido el juego a aquél mascachapas ya no sabría como habría respondido, quizá me tendría que haber reducido la policía, y es que es cierto, como se ha dicho anteriormente, que esa es una de las pocas situaciones en las que podemos perder totalmente el control, aunque, en parte, está justificado.
Muerte a los robanovias.
Saludos.