He alcanzado el patetismo extremo al ligar
- Iniciador del tema Friko
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pepi_juani
Freak
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Friko rebuznó:
Sal al balcón con la guitarra y toca como nunca. No tardarán en invitarte. Y apaga el jodido ordenador.
VeteranoFriko rebuznó:
Mecaguenlaputa friko, eso esta cojonudo. A mi casi me echaron de una casa que alquilamos de la playa por intentar jincarme a la hija del vecino.
Tu tranki, y no pienses en las malas experiencias. Tu como un señor ,invita a la que te guste a cenar, a ver la tele, cualquier chorrada, que te pasen el porro joder directamente si les ves fumar al lado. La cosa que salga natural.
Lo de las putas no hagas caso tronco, es un ambito de la vida que hay que conocer y curtirse. No todo va a ser bueno!
No hagas caso de los perdedores que echan mierda en este post, lo importante es ser honesto con uno mismo y con la conciencia tranquila.
Max_Demian
Puta rata traicionera
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Friko rebuznó:
Golpea la puerta de su habitacion mientras, entre quejidos, gritas "Quiero follar, por favor dejadme entrar".
Max_Demian
Puta rata traicionera
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pepi_juani rebuznó:
TOCAMOS COMO NUNCA, PERDIMOS COMO SIEMPRE.
Jacques de Molay
Freak total
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Max_Demian rebuznó:
Mientras no les toques "Soy un perdedor, I'm a loser babe so why don't you kill me" todo irá bien.
Juvenal
Clásico
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Nochevieja
Dos historias sobre el Deseo y la Dignidad
Era ciertamente una concurrida fiesta de Nochevieja. A la llamada del anfitrión había acudido gente de lo más diverso, también yo, por supuesto, y, salvo dos o tres personas, no conocía al resto de los invitados.
Allí estaba, con mi vaso de plástico, escrutando las figuras que se movían en la penumbra, intentando mover torpemente los pies al ritmo del omnipresente "Hung Up"... Y entre la multitud de desconocidos reconozco su cara, y ella a mí...
Nos acercamos y, pese a la oscuridad, ya consigo recordarla. Sí, es aquella jugadora de baloncesto con la que estuve hablando en una fiesta anterior. Comenzamos a charlar, a contarnos cómo nos han ido las cosas desde la última vez que nos vimos, le pregunto amablemente qué tal está de la lesión que se hizo en aquel partido... Sigo hablando con ella, fluyen las palabras con una suave cadencia, la conversación se pone interesante. No soy bajo, pero me saca unos cuantos centímetros y tengo que elevar un poco la cabeza para que mis ojos se encuentren con los suyos. No importa, pues, como suele decirse, en la cama no hay distancias.
Necesito ir al lavabo. Estoy lavándome las manos y pienso en el objetivo seleccionado, está fijado en el punto de mira. Estoy decidido, estoy dispuesto. Cuando vuelva, la sacaré a bailar y allí, cuando se agiten nuestros cuerpos, asestaré el zarpazo definitivo, ji ji ji...
Regreso a la fiesta.
Horreur! Está sentada en un sofá y a su lado tiene a un jodido Papá Pitufo comiéndole la oreja. Se trata del puto enano de jardín de metro sesenta escaso que ha estado atacando a todas las tías de la fiesta, y ahora está con ella, dándole la brasa, intentando una conversación interesante... Parecen el punto y la i.
Observo la escena desde la distancia, con el vaso de plástico en la mano. Mi cara expresa menos que una máscara de cera de Charles Bronson, y nadie diría que estoy deseando la más cruel de las muertes para ese Danny de Vito que se ha metido en medio... ¡Cuánto cabrón suelto! Bastan unos breves instantes en que desapareces para que un puto pigmeo se cuele... La gente está a la que salta, porca miseria!
La indignación me ofusca; si tuviera lo que hay que tener me acercaría, la cogería del brazo diciendo "vamos a bailar, nena" mientras fulmino al otro con una mirada homicida. Eso o empezar a soltarle collejones al canijo de mierda al más puro estilo Benny Hill.
No lo hago. Quiero pensar que una mujer puede librarse por sí sola de un pelmazo para justificar mi inacción. Vuelvo a llenar el vaso de plástico. Darwin se equivocó, Darwin se equivocó. Soy más alto, más joven, más fuerte, más guapo que Papá Pitufo. Tiene que existir alguna razón para todo esto: algo muy grave debí haber cometido en otra vida, seguro.
La baloncestista hace tiempo que se ha largado de la fiesta, y el enano mierdecilla prosigue su infructuoso acoso y derribo, disparando a toda la que se mueve.
A esas alturas de la noche mi amor propio ha desaparecido como agua por el desagüe. He decidido quedarme hasta el final, hasta el momento en que las salidas más horrendas se lancen al primer desventurado que encuentren.
Vuelvo a llenar el vaso de plástico, por cierto.
Cada vez queda menos gente, apenas un puñado de personas (incluido el bastardo de Papá Pitufo, que sigue incansable en la brecha).
La noche se está extinguiendo. Afortunadamente, el paso de las horas ha disipado la neblina causada por el alcohol y la luz matutina que se filtra contribuye a aclarar tanto mi mente como el escenario que me rodea, ahora puedo ver las caras perfectamente. Mi dignidad regresa con los primeros rayos del sol. Se me acerca una joven poco agraciada (por decirlo benevólamente), como quien no quiere la cosa me da su dirección y yo, como quien no quiere la cosa, hago caso omiso de ella.
Todavía no estoy tan desesperado. Soy Gargamel, pero conservo mi orgullo. Prefiero comer unos churros con chocolate.
*******************
Mientras, esa misma noche, en otra parte de la gran ciudad, tres amigos míos (entre ellos Rufo, que no es por venderlo, pero tiene cierto aire a J. D. Botto) han quedado para ir de bares con Berta y Lara, de una belleza tan excepcional como inestable (lo diré de otra forma, por si no aciertan a comprender mi enrevesado estilo, están muy buenas y les falta un hervor).
Llegan al bar convenido con ellas y se las encuentran acompañadas de dos maromos, que automáticamente les envían a los posibles competidores recién aparecidos la mirada del perro que teme perder el hueso.
Ellas son así, les gusta jugar.
A Lara le gusta desde hace un tiempo Rufo, lo que le dice esa noche al encontrarlo se puede resumir en lo siguiente:
-Me he alegrado mucho cuando he sabido que venías. Me gustas. Me hacía ilusión verte, cuando estoy contigo me quedo sin palabras.
Acto seguido, desaparece y no vuelve a saberse nada de ella en toda la noche. Suerte que quería verlo. Para que luego digan que las politoxicomanías no pasan factura. Una chica rara, rara, rara...
Para no hacer excesivamente prolija la narración al lector, que seguramente estará ya fatigado a estas alturas, iremos al meollo dejando como únicos personajes a uno de los maromos, al que llamaremos Babas; Berta, turbio ángel de la Muerte y Rufo, aka Botto.
El caso es que Babas lleva toda la noche arrastrándose miserablemente, intentando conseguir los favores de Berta, dedicándole miraditas de cordero degollado al más puro estilo transalpino, dándole palique de manera lastimosa. Berta lo sabe, por supuesto, y se ríe del pobre diablo con refinada y femenina crueldad.
Babas es una vergüenza para el sexo masculino, eso lo advierte palpablemente cualquiera; quizá no se dé cuenta de lo triste de su proceder o, peor aún, no le importe mostrar su patetismo con tal de mojar. Con sus veintidós añitos es el más joven de nuestros tres protagonistas y bastante feo, por no decir que da un susto al Miedo. Necesita un escarmiento el pobre chaval.
Rufo, tras la incoherente charla con la ex drogadicta desaparecida, ya tiene claro que esa noche no va a mojar, así que decide poner en práctica la célebre costumbre masculina de "ya que no follo hoy, vosotros tampoco" y decide sumarse al perverso juego de Berta y echarse unas risas a costa del infeliz de Babas.
Rufo sí tiene lo que hay que tener y mete baza en medio de la conversación, se adueña de ella. Comienza a hablar de psychos con Berta durante más de hora y media. Babas está completamente fuera de juego, ya que no conoce las gestas de los grandes asesinos en serie, y las pocas veces que intenta abrir la boca recibe un "perdona, estoy hablando con ella, no molestes" a bocajarro.
Sin embargo, el tipo no se desanima y prosigue en su fútil intento. A Berta se le cae el bolso al suelo (ignoro si queriendo o sin querer) y Babas, solícito, lo recoge y se lo da. "Berta, aflójale un poco la correa, ¿no?", es la respuesta de Rufo. Si uno, por pardillo que sea (y Babas lo es en grado sumo), escucha eso y sigue degrádándose merece pasar la vida picando piedra y ser esterilizado por el bien de la especie.
Pero Babas seguía, inaccesible al desaliento. Incluso yo, que ahora mismo estoy escribiendo su historia para público regodeo, me siento sonrojado al ver a qué abismos tenebrosos es capaz de arrojarse alguien con tal de meter el churro en caliente.
Supongo que no hace falta que diga que Babas esa noche únicamente se comió lo que se comió Clavijo.
Una mierda del tamaño de un pijo.
EPÍLOGO
-Y Juvenal, ¿cómo es que no ha venido?-inquiere Berta.
-Está en un loft, en una fiesta particular.
-Dale recuerdos, a ver si nos vemos algún día.
Lo mismo digo, seguro que nos vemos, dado el tirón que tengo entre las trastornadas; eso sí, siempre y cuando no me crezcan los enanos. Y por si acaso, repasaré las andanzas de Bundy y Dahmer.
Dos historias sobre el Deseo y la Dignidad
Era ciertamente una concurrida fiesta de Nochevieja. A la llamada del anfitrión había acudido gente de lo más diverso, también yo, por supuesto, y, salvo dos o tres personas, no conocía al resto de los invitados.
Allí estaba, con mi vaso de plástico, escrutando las figuras que se movían en la penumbra, intentando mover torpemente los pies al ritmo del omnipresente "Hung Up"... Y entre la multitud de desconocidos reconozco su cara, y ella a mí...
Nos acercamos y, pese a la oscuridad, ya consigo recordarla. Sí, es aquella jugadora de baloncesto con la que estuve hablando en una fiesta anterior. Comenzamos a charlar, a contarnos cómo nos han ido las cosas desde la última vez que nos vimos, le pregunto amablemente qué tal está de la lesión que se hizo en aquel partido... Sigo hablando con ella, fluyen las palabras con una suave cadencia, la conversación se pone interesante. No soy bajo, pero me saca unos cuantos centímetros y tengo que elevar un poco la cabeza para que mis ojos se encuentren con los suyos. No importa, pues, como suele decirse, en la cama no hay distancias.
Necesito ir al lavabo. Estoy lavándome las manos y pienso en el objetivo seleccionado, está fijado en el punto de mira. Estoy decidido, estoy dispuesto. Cuando vuelva, la sacaré a bailar y allí, cuando se agiten nuestros cuerpos, asestaré el zarpazo definitivo, ji ji ji...
Regreso a la fiesta.
Horreur! Está sentada en un sofá y a su lado tiene a un jodido Papá Pitufo comiéndole la oreja. Se trata del puto enano de jardín de metro sesenta escaso que ha estado atacando a todas las tías de la fiesta, y ahora está con ella, dándole la brasa, intentando una conversación interesante... Parecen el punto y la i.
Observo la escena desde la distancia, con el vaso de plástico en la mano. Mi cara expresa menos que una máscara de cera de Charles Bronson, y nadie diría que estoy deseando la más cruel de las muertes para ese Danny de Vito que se ha metido en medio... ¡Cuánto cabrón suelto! Bastan unos breves instantes en que desapareces para que un puto pigmeo se cuele... La gente está a la que salta, porca miseria!
La indignación me ofusca; si tuviera lo que hay que tener me acercaría, la cogería del brazo diciendo "vamos a bailar, nena" mientras fulmino al otro con una mirada homicida. Eso o empezar a soltarle collejones al canijo de mierda al más puro estilo Benny Hill.
No lo hago. Quiero pensar que una mujer puede librarse por sí sola de un pelmazo para justificar mi inacción. Vuelvo a llenar el vaso de plástico. Darwin se equivocó, Darwin se equivocó. Soy más alto, más joven, más fuerte, más guapo que Papá Pitufo. Tiene que existir alguna razón para todo esto: algo muy grave debí haber cometido en otra vida, seguro.
La baloncestista hace tiempo que se ha largado de la fiesta, y el enano mierdecilla prosigue su infructuoso acoso y derribo, disparando a toda la que se mueve.
A esas alturas de la noche mi amor propio ha desaparecido como agua por el desagüe. He decidido quedarme hasta el final, hasta el momento en que las salidas más horrendas se lancen al primer desventurado que encuentren.
Vuelvo a llenar el vaso de plástico, por cierto.
Cada vez queda menos gente, apenas un puñado de personas (incluido el bastardo de Papá Pitufo, que sigue incansable en la brecha).
La noche se está extinguiendo. Afortunadamente, el paso de las horas ha disipado la neblina causada por el alcohol y la luz matutina que se filtra contribuye a aclarar tanto mi mente como el escenario que me rodea, ahora puedo ver las caras perfectamente. Mi dignidad regresa con los primeros rayos del sol. Se me acerca una joven poco agraciada (por decirlo benevólamente), como quien no quiere la cosa me da su dirección y yo, como quien no quiere la cosa, hago caso omiso de ella.
Todavía no estoy tan desesperado. Soy Gargamel, pero conservo mi orgullo. Prefiero comer unos churros con chocolate.
*******************
Mientras, esa misma noche, en otra parte de la gran ciudad, tres amigos míos (entre ellos Rufo, que no es por venderlo, pero tiene cierto aire a J. D. Botto) han quedado para ir de bares con Berta y Lara, de una belleza tan excepcional como inestable (lo diré de otra forma, por si no aciertan a comprender mi enrevesado estilo, están muy buenas y les falta un hervor).
Llegan al bar convenido con ellas y se las encuentran acompañadas de dos maromos, que automáticamente les envían a los posibles competidores recién aparecidos la mirada del perro que teme perder el hueso.
Ellas son así, les gusta jugar.
A Lara le gusta desde hace un tiempo Rufo, lo que le dice esa noche al encontrarlo se puede resumir en lo siguiente:
-Me he alegrado mucho cuando he sabido que venías. Me gustas. Me hacía ilusión verte, cuando estoy contigo me quedo sin palabras.
Acto seguido, desaparece y no vuelve a saberse nada de ella en toda la noche. Suerte que quería verlo. Para que luego digan que las politoxicomanías no pasan factura. Una chica rara, rara, rara...
Para no hacer excesivamente prolija la narración al lector, que seguramente estará ya fatigado a estas alturas, iremos al meollo dejando como únicos personajes a uno de los maromos, al que llamaremos Babas; Berta, turbio ángel de la Muerte y Rufo, aka Botto.
El caso es que Babas lleva toda la noche arrastrándose miserablemente, intentando conseguir los favores de Berta, dedicándole miraditas de cordero degollado al más puro estilo transalpino, dándole palique de manera lastimosa. Berta lo sabe, por supuesto, y se ríe del pobre diablo con refinada y femenina crueldad.
Babas es una vergüenza para el sexo masculino, eso lo advierte palpablemente cualquiera; quizá no se dé cuenta de lo triste de su proceder o, peor aún, no le importe mostrar su patetismo con tal de mojar. Con sus veintidós añitos es el más joven de nuestros tres protagonistas y bastante feo, por no decir que da un susto al Miedo. Necesita un escarmiento el pobre chaval.
Rufo, tras la incoherente charla con la ex drogadicta desaparecida, ya tiene claro que esa noche no va a mojar, así que decide poner en práctica la célebre costumbre masculina de "ya que no follo hoy, vosotros tampoco" y decide sumarse al perverso juego de Berta y echarse unas risas a costa del infeliz de Babas.
Rufo sí tiene lo que hay que tener y mete baza en medio de la conversación, se adueña de ella. Comienza a hablar de psychos con Berta durante más de hora y media. Babas está completamente fuera de juego, ya que no conoce las gestas de los grandes asesinos en serie, y las pocas veces que intenta abrir la boca recibe un "perdona, estoy hablando con ella, no molestes" a bocajarro.
Sin embargo, el tipo no se desanima y prosigue en su fútil intento. A Berta se le cae el bolso al suelo (ignoro si queriendo o sin querer) y Babas, solícito, lo recoge y se lo da. "Berta, aflójale un poco la correa, ¿no?", es la respuesta de Rufo. Si uno, por pardillo que sea (y Babas lo es en grado sumo), escucha eso y sigue degrádándose merece pasar la vida picando piedra y ser esterilizado por el bien de la especie.
Pero Babas seguía, inaccesible al desaliento. Incluso yo, que ahora mismo estoy escribiendo su historia para público regodeo, me siento sonrojado al ver a qué abismos tenebrosos es capaz de arrojarse alguien con tal de meter el churro en caliente.
Supongo que no hace falta que diga que Babas esa noche únicamente se comió lo que se comió Clavijo.
Una mierda del tamaño de un pijo.
EPÍLOGO
-Y Juvenal, ¿cómo es que no ha venido?-inquiere Berta.
-Está en un loft, en una fiesta particular.
-Dale recuerdos, a ver si nos vemos algún día.
Lo mismo digo, seguro que nos vemos, dado el tirón que tengo entre las trastornadas; eso sí, siempre y cuando no me crezcan los enanos. Y por si acaso, repasaré las andanzas de Bundy y Dahmer.
doktor_gonzo
Forero del todo a cien
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Friko uno de tus deseos para el año nuevo no se ha cumplido, ya que este hilo sigue en plena vigencia aún en el 2006. Suma y sigue.
Boykoborja
Clásico
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- 11 Oct 2003
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Friko, que pasó al final con las 3 chorbas porreras?
Dr_Escroto
Il Dottore
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- 6 Mar 2004
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Friko no contesta, eso es que ya se ha suicidado.
tony soprano
Freak
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Friko sigues con la que te ligaste o no?
yo hace tiempo que lo dije:POSTIT!!
Succubus rebuznó:No te lo voy a cerrar.
yo hace tiempo que lo dije:POSTIT!!
Boykoborja
Clásico
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- 11 Oct 2003
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tony soprano rebuznó:Friko sigues con la que te ligaste o no?
Succubus rebuznó:
yo hace tiempo que lo dije:POSTIT!!
Cierto, hay que sustituir al Aqui se liga?
Vaserqueno
Clásico
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Friko rebuznó:
Eso no cuenta, Friko!!!
O se arrima cebolleta o nada. La paja en casa para calmar el calentón no es sexo!!!
tony soprano
Freak
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- 8 Ago 2005
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Vaserqueno rebuznó:
como que no!ya hace mucho mas que yo y que muchos de aquí!
oalá pillara yo algo de "piernimaniculiteteo" de ese....no me como un rosco :(
Ostia no me había fijao!!está de post-it!! :137
POST-IT!! POST-IT!! :pla :pla
Friko
Clásico
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Yo estoy sorprendido de mí mismo. Regresé a este país de mierda del que soy oriundo y estas putas zorras locales parece que huelen que uno viene de afuera y ahora si abren las piernas las muy putas jejeje. Como decia, llevo una racha de buenos ligues, cosa que por supuesto me ha dado un poco de la seguridad que me faltaba para entrar a matar cada vez que salto al ruedo. Hasta tal punto lo he reflejado que una vieja amiga me confeso que yo le gustaba, que no se que mas mierdas y la mandé al carajo; nome voy a poner a arriesgar la bonanza para amarrarme a una cualquiera, si cada semana estoy saliendo con una distinta jejeje. Han caido desde colegialas insípidas de 16, hasta treintonas profesionales con hijos, es mas, en nochevieja hubo una charla bastante caliente con una prima lejana jejeje.
Lo sigo comprobando: son todas unas recontraputas.
Salud!
Lo sigo comprobando: son todas unas recontraputas.
Salud!
Witch King
Asiduo
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- 17 Jun 2005
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Felicidades.Friko rebuznó:
¿Como fue esa transformación muchachote?
Ya era hora, este hilo venía pidiendo el POST IT, ya recibió buenas
aportaciones como las de Molay y las de Juvenal, sumadas a las perlas de
Friko.
