En mi humilde opinión, no hay calzado veraniego tradicional más freak que lo que en Galicia denominaban como "fanequeras", según mis recientes informaciones, "cangrejeras" a nivel nacional.
Lamento no adjuntar imagen demostrativa, pero el Google se queda corto para ciertas acepciones hispánicas.
Sin embargo, mis imágenes mentales permanecen imborrables: esas pseudo-sandalias plásticas horripilantes, en colores por lo general cárneos o para los niños fluorescentes, de trama Spiderman-iana diseñadas por algún sádico científico sadomasoquista, incómodas en grado supino al llenarse contínuamente de arena el interior de la zapatilla y plagar el pie de múltiples heriditas, convertir las extremidades en losas de cemento al tratar bañarse con ellas, poseer la adherencia de una pastilla de jabón Heno de Pravia al recorrer con ellas las rocas.
Cuánto han aportado al look del español medio este calzado sin duda imprescindible, en conjunción con el bañador marcapaquete, la camisa de manga corta desabrochada, El País bajo el brazo, el balón de Nivea y el guardamonedas cilíndrico colgado del cuello. 8)