Mi amigo Arthur C. Clarke tenía un problema. Es­taba escribiendo un guión con Stanley Kubrick del libro Dr. Strangelove. Se titularía Viaje más allá de las estrellas y, al parecer, se le había presentado al­guna dificultad en el desarrollo del tema. ¿Podría ce­nar con ellos en el estudio de Kubrick, en New York, y ayudarles un poco en el problema? (A propósito, el título de la película me pareció un poco extraño. Que yo supiera, no había ningún lugar más allá de las es­trellas. Una película que versara sobre un lugar así tendría que ser dos horas de pantalla negra, una posible trama sólo para Andy Warhol. Es­taba seguro de que semejante escena no era lo que Kubrick y Clarke pensaban hacer, por supuesto.)ffice:office" /><O:p></O:p>
Tras disfrutar de una agradable cena, se planteó el problema de la manera siguiente: Aproximadamente en la mitad de la película, una nave espacial dirigida por el hombre se acerca bien a Júpiter 5, el satélite más interior de Júpiter, o a Japeto, uno de los saté­lites de mediano tamaño de Saturno. Cuando la nave espacial se aproxima y se hace visible en la pantalla la curvatura del satélite, nos damos cuenta de que el satélite no es una luna natural. Se trata de un arte­facto de alguna civilización pujante y muy avanzada. De repente, aparece una abertura en un lado del sa­télite y, a través de ella, vemos... estrellas. Pero no son realmente lo que hay al otro lado del satélite. Es una parte de firmamento de otro lugar desconocido. Se disparan pequeños cohetes hacia la abertura, pero se pierde el contacto con ellos tan pronto como pasan a través de ella. La abertura es una especie de puerta espacial, un camino para ir desde una parte del Uni­verso a otra, sin tener que recorrer distancia alguna. La nave espacial atraviesa esta especie de puerta y surge en las cercanías de otro sistema estelar, en cuyo firmamento brilla, fulgurante, una estrella gigan­tesca. Orbitando al gigante rojo, hay un planeta, sin duda asiento de una avanzada civilización tecnológica. La nave espacial se aproxima al planeta, desciende so­bre él, y luego... ¿qué?
Aunque las escenas con elementos humanos se roda­rían en los estudios de Inglaterra, esta parte tan im­portante del guión –¡el final!– aún no había sido es­crita por los dos autores. La tripulación de la nave espacial, o al menos, una parte de ella, iba a establecer contacto con seres extraterrestres. Sí, pero, ¿cómo des­cribir a los extraterrestres? Kubrick sustentaba la opi­nión de que no fuesen muy diferentes de los seres hu­manos. La preferencia de Kubrick poseía una ventaja clara y a la vez económica: Llamaría a la Distribución Central y solicitaría veinte extraterrestres. Con un poco de maquillaje, tendría el problema resuelto. Otra alternativa que no fuera ésta resultaría muy costosa.<O:p></O:p>
Alegué que era tan grande el número de improba­bles acontecimientos individuales en la historia de la evolución del hombre, que tampoco era probable exis­tiesen en el Universo seres parecidos a nosotros. Su­gerí entonces que cualquier representación explícita de un ser extraterrestre avanzado, sin duda alguna mostraría, al menos, un elemento de falsedad y que la mejor solución sería sugerir a los seres extraterres­tres en lugar de retratarlos sui generis.<O:p></O:p>
La película, titulada después 2001: Una odisea es­pacial, se estrenó tres años más tarde. En el día del estreno, me alegró ver que había prestado alguna ayuda. Como supimos por el libro de Jerome Agel, The making of Kubrick's «2001», Kubrick experimen­tó durante el rodaje con muchas representaciones de vida extraterrestre, incluyendo un bailarín ataviado con un maillot negro y entero con blancas notas musicales de polca. Fotografiado contra un fondo ne­gro, esto podría ser visualmente muy eficaz. Por últi­mo, decidió establecer una representación surrealista de la inteligencia extraterrestre. La película desempe­ñó un importante papel en hacer comprender al hom­bre de la calle cuál podría ser aproximadamente la perspectiva cósmica. Muchos científicos soviéticos consideran a 2001 como la mejor película americana que han visto. Las ambigüedades extraterrestres no les molestaron ni preocuparon en absoluto.<O:p></O:p>