Jacques de Molay rebuznó:
Desde luego los hebreos no creían originariamente en que su Dios fuera universal y amara a todo Cristo.
Era un Dios celoso y colérico al que temían.
"No se conoce con exactitud si la palabra "hebreo" identificaba una etnia concreta, pero a juzgar por el empleo del adjetivo 'ibrî para calificar a los esclavos (Ex 21,1) o su valor despectivo en boca de los filesteos (I Sam 4,6-9), es factible que sea un término equivalente al khapiru o 'aperu que aparecen, respectivamente, en documentos mesopotámicos para designar a extranjeros errantes, temporeros y bandidos, y en escritos egipcios para identificar a una clase social muy baja asociada a trabajos temporales en el campo. Hebreo o 'ibrì sería sinónimo, por tanto, de alguien miserable o desapmparado social.
[...] El Dios El había sido la divinidad principal de la región en la que se asentó el pueblo de Israel. Se le representaba como un varón, patriarcal y gobernante, que se sentaba a la cabeza de un consejo de dioses y dictaba las decisiones a tomar; esta humanización le separaba totalmente de otros dioses locales, como Haddu "el del viento tormentoso", que no eran más que simples fuerzas de la naturaleza. Yaveh imitará absolutamente la personalidad y funciones de El y hasta se le hará presidir su propio consejo de beney élohim, ánteles, santos o, más exactamente, "hijos de Dios", que actúan como cortesanos (Cfr.Job 38,7; Sal29,1;103,19-20 y 168,2; o Is,6) o como ejecutores de sus deseos (Cfr Gén 3,24; Éx 12,23; Jos5,13-15; O II Sam 24,16)".