Recordais el
El cohete congelado de limón y cola y punta de chocolate que fue víctima de nuestra primeras felaciones, nuestras primeras mamadas, hum, hum, con los ojos cerrados relamíamos hasta la última gota de sabor como si de un pezón duro y tieso se tratase; perdimos nuestra virginidad bucal con este polo con un palito en el culo, algunos siguen todavía felando miembros pero el sabor ya es amargo, ácido y sin placer retribuido.
El ColaJet ha sido lo más parecido a una polla que he chupado y no me importaría volver a chupar una y otra vez, ¡malditos hijosdelagranputa! ¡Capitalistas de mierda! ¡Me cago en Nestlé y en toda su puta leche! ¡Cabrooooooneeeeees!
La absorción que la compañía suiza Nestlé hizo de la empresa heladera Camy obró el cambio y el polo de cola-limón y caperuza de chocolate desapareció. Nuestro paladar lo notó muy mucho, fue tal la hecatombe que produjo dicha decisión que alguno ofreció 100 Euros por el último ejemplar producido; otros se indignaron “¿y ahora como llamaremos al Camydientes, Nestlédientes?” y los demás nos resignamos, simplemente, la maquinaria capitalista elimina a otro icono de finales de siglo XX.
Y el Mikolápiz? por lo menos no han tenido la desfachatez de de cambiarle el nombre al cilindro de vainilla con chocolate en su afilada punta, ¿os imagináis la campaña publicitaria “pruebe el auténtico Nestlelápiz”? Es la esperanza de los helados con simbología fálica junto al “Pirulo Tropical” el John Holmes de los sorbetes, atrás quedan las absurdas bromas en forma de postre congelados como fueron los “Frigopie” o “Frigodedo” que no hicieron otra cosa que introducir al canibalismo a toda una generación
Lo grande del ColaJet era, además de ser uno de los grandes clásicos, la técnica de comerlo, empezando por ese capuchón de chocolate que recibía unas primeras chupadas antes de ser quebrado con un finísimo mordisquito, intentando no arrancar de cuajo la punta del helado y dejando al descubierto el hielo de limón que cubría.
Todo un proceso, como el que ahora anuncian para comer las galletas Oreo y que ya habíamos inventado todos nosotros hace ya mucho más tiempo con las galletas Príncipe de Beckembauer o como se llamen. Y ya que hablamos de elaboradísimas técnicas de cómo comer las cosas, no dejemos a un lado el Dalky de nata y chocolate o la Nocilla de dos sabores, que bien merecen un escrito de cada uno de vosotros con vuestras manías particulares a la hora de atacarlos.
Y también quiero homenajear a Helados Avidesa, esos si que fueron helados durante toda su vida, con Luis Suñer a la cabeza, y con sus “apolos” de vainilla, mas famosos del mundo, y también fueron “globalizados” por esta mítica Nestlé que todo se lo engulle, a Avidesa, a Camy, a Miko, a todo lo que se le ponga delante.
Primero fue Frigo con el archiconocido “Frigurón”. La heladera aprovechando el tirón en el cine de la popular película “Tiburón”, de Steven Spielberg sacó un producto en hielo azul con la forma del elasmobranquio cinematográfico. La empresa no dudó en cargárselo años después, destrozando las ilusiones de muchos jovenzuelos literalmente enganchados al atractivo sabor del polo. Era sólo el principio: Después vino el “Nifti”, aquel fantasma de vainilla y chocolate con forma de guitarra y palo de chicle, el “drácula”, el mordisco hecho helado (el cuñao versión gélida).
Y al final le tocó el turno al “Elvis” de los helados, el mítico “Colaget” con capullo de chocolate, cuerpo de limón y pedestal de cola. Pero la culpa no es de Nestlé, veréis como no tardará en filtrarse a la prensa que la Conferencia Episcopal está metida en la “colloada”, culpando al helado como el causante de tanta desviación sexual. Acabará incluso con si mismo, al tiempo, no se pueden destrozar mitos de la infancia sin pagar un precio, ya veréis colajet-adictos, dentro de unos años nuestros hijos comerán Helados Menorquina.
Otra imagen que siempre quedará en mi recuerdo, es ver a un colega (auténtico como el solo), sorbiendo un helado de Drácula a las siete de la mañana de retirada después de una noche mágica coma pocas, y con una mirada propia del mismo Conde Vlad Tepes, el empalador.
Joder, que noches!
Sea éste mi pequeño homenaje al Colajet que ya siempre permanecerá en mi corazón. El regreso a casa desde la playa en verano ya nunca será el mismo.
Ah, alguien conoce los helados Kalise? Creo que solo los había en la taberna de mi barrio...