A mi lo que me deja absolutamente acojonado es el inmenso gasto de tiempo y recursos para una puerilidad semejante, para obtener como único resultado la frustración y decepción ajenas.
En nuestro medio, una mujer capaz de vencer por genética el determinismo hispano de morfotipo culón y paticorto, de tener un rostro agraciado, inteligencia por encima de la media, buena capacidad de asimilación cultural, gusto por el deporte, facultad de empatía con el prójimo, tiene el mundo a sus pies. Las posibilidades de llevar una existencia constructiva, rica, sanamente hedonista, de conseguir una persona acorde a sus gustos y nivel, o de disfrutar de la promiscuidad son infinitas. Top of the world, folks. Un hombre necesitaría ser un deportista famoso, un cantante pop de moda, un pintor cotizado (de cuadros, no de paredes) para tener un abanico de posibilidades parecido...
¿Y qué nos encontramos? La muestra más acabada del infinito cretinismo femenino, de la intrascendencia, la maldad, la capacidad para hacer daño. Una erinia macabra, pendiente de que se abran ventanitas en el MSN para inyectar su veneno insidioso de viuda negra, encerrada en su cuartucho pensando la mejor forma de hacer daño, una termita constante que pasa horas y horas royendo la madera para obtener el patético resultado de un montón de serrín donde antes había un hombre, un zurullo con forma humana, que por su capacidad intelectual, elegancia de expresión y belleza podría estar con el hombre que ella escogiese para compartir lo mejor de la vida y que se conforma con remover un orinal, disfrutando del olor de la mierda fresca, impregnándose en los efluvios de la defecación, contemplando arrobada el aspecto de los truños negros y llenos de gusanos que constituyen la razón de su vida.
Es como si Michael Phelps, sabiendo sus capacidades, se hubiese dedicado a sacarle los ojos a las ratas de las alcantarillas en vez de nadar. Como si Monet hubiese pasado su vida masturbándose en los entierros de los niños muertos de difteria en vez de pintar. Como si Mandela se hubiese dedicado compulsivamente a incendiar hormigueros con gasolina en vez de defender los derechos civiles. Como si la ocupación principal de Stephen Hawkin hubiese sido pegar mocos a los mandos de control de su silla de ruedas, o escupir sus babas a la gente que fuese a visitarlo.
Los que, por falta de atractivo físico o simpatía con el prójimo, hemos pasado buena parte de nuestra vida solos, haciendo de la capa un sayo, intentando dar lo mejor de nosotros mismos en la profesión y la vida sin el apoyo ni el interés de nadie, podemos apreciar de manera cristalina el derroche de potencias que ha realizado esta furcia.
Te mereces todo lo que te pase, puta.