Es que van al Tinder y también van a las discotecas. Como si eso fuera incompatible, como si se tuviera que elegir entre lo uno y lo otro.
Eligen las dos, absorven la droga aumenta-ego de los dos.
Los efectos son iguales aunque las sensaciones o formas no.
Tinder es frío, pero mantiene un jueguecito adictivo, con tintes ludópaticos, el entrar y ver una lucecita en rojo que pone "89 nuevos mensajes", o tantos likes recíprocos, el entrar a ver quienes son, si son esos principes azules. El ver que hay un príncipe azul que francamente le atrae y espera su respuesta, y uy sí, que subidón, le ha llegado una respuesta.
Todo eso les crea un bienestar y cierta adicción como digo, emoción, inquietud, sorpresa, como cuando abres un regalo.
Y luego está la discoteca.
Las sensaciones o formas son distintas, y puede que incluso mejores. Porque lo real siempre es mejor que lo virtual.
El príncipe azul te está comiendo el ojete en persona, no a través de la pantalla de un teléfono. La diferencia es muy evidente, además sabe cómo gesticula, qué voz tiene, lo tiene justo enfrente.
Sabe mucho mejor, al igual que sabe mucho mejor que te hagan una mamada real que pajearte viendo xvideos.
Luego hay una contra, y es que en la discoteca no basta con no responder y bloquear a los betas como en Tinder haciendo un solo click. Ahí tienen que soportarlos directamente y tienen que poner cara de asco.
Tinder está encima tuyo las 24 horas y puedes inhalar ego de allí y el estar en una discoteca implica quedar, hacer una inversión de tiempo y dinero, y es una cosa que sueles hacer una noche por semana.
Ambas cosas son diferentes pero logran el mismo objetivo. No van a renunciar a ninguna de ellas. Al contrario. Van a compenetrarlas y a integrarlas. Van a aprovecharlas, multiplicando esa autoestima haciendo que su nivel de exigencia para con los hombres se dispare hasta los cielos distorsionando realmente la realidad, pues se verán a ellas mismas con un atractivo mucho mayor del que en realidad poseen.
Así que quienes perdemos somos la mayoría de hombres con toda esta catarata de ego que diferentes fuentes van suministrandoles a todas horas.