Cada capítulo de la Historia, ya sea el más heroico o el más mezquino, ha sido protagonizado por una serie de hombres cuyos nombres no se deben olvidar para ser recordados con respeto o con desprecio según el caso, y si de nuestra historia reciente se trata para ser premiados o reprendidos según sus méritos o sus errores.
Hoy me gustaría presentarles a uno de esos nombres, desconocido para el gran público, pero decisivo en el desarrollo de acontecimientos recientes de la política española, lo que le hace merecedor de no caer en el olvido para que en un futuro, esperemos que cercano, reciba todo aquello que el pueblo español considere que merece.
¿Su nombre?
Máximo Cajal, español y diplomático de carrera para más señas, aunque no pasará a la Historia por haber conseguido firmar ningún acuerdo internacional claramente beneficioso para su país, pues parece ser que en el desarrollo de su carrera siempre ha estado más preocupado por la defensa de intereses ajenos que a los intereses de su patria, como en buena lógica correspondería a un diplomático español.
Actualmente este militante del PSOE es el representante personal de Zapatero para la
Alianza de Civilizaciones y uno de los impulsores e ideólogos de este engendro; de hecho fue uno de los encargados de elaborar el “
Plan de las 57 medidas” que servirían para impulsar el diálogo entre civilizaciones.
Este ideólogo socialista y hombre de confianza de Zapatero ha elaborado teorías políticas tan patrióticas como las defendidas en su libro "
Ceuta y Melilla, Olivenza y Gibraltar. ¿Dónde acaba España?" en el que
aboga por la cesión de la soberanía de Ceuta y Melilla a Marruecos.
Lean algunos párrafos de su libro y decidan ustedes mismo si éstas son palabras apropiadas para un diplomático español cuyo cometido se presupone que es la defensa de los intereses de nuestro país en el marco de las relaciones internacionales.
"Son una afrenta permanente a la integridad territorial del país vecino, sin que quepa al respecto invocar el argumento de sus respectivas poblaciones.”
“Madrid tiene que dar comienzo a una reflexión conjunta con Rabat sobre este delicado asunto, recogiendo de una vez la oferta que en su momento hiciera el rey Hassan II.”
“El destino futuro de Ceuta, Melilla, los peñones de Alhucemas y de Vélez, y de las Chafarinas, viene impuesto también por la Geografía, como sucede con Gibraltar, pero sobre todo por un nuevo imperativo ético que corresponde a un nuevo concepto del orden internacional.”
“Una reflexión que (...) desemboque en soluciones razonables y aceptables para ambos países, pero sin regatear por parte española, cualesquiera sean sus modalidades y plazos su definitiva marroquinidad."
Cajal asegura que
“Hay que remediar una situación que me parece básicamente injusta. Una situación colonial que es una afrenta a Marruecos y un elemento de desasosiego y mala conciencia nacional para España, que se agita en cuanto se menciona el tema. Hay que reintegrar la integridad territorial a Marruecos”.
“Lo razonable sería retroceder inmediatamente peñones e islotes a Marruecos. Concertar un plazo de 20 años para retroceder la soberanía de Melilla y rechazar cualquier discusión sobre Ceuta hasta tanto hubiéramos incorporado Gibraltar a la soberanía española”.
Estas afirmaciones causaron un gran revuelo en Ceuta y Melilla y
aunque la Asamblea de Ceuta aprobó una moción en donde pedía que no se publicara el libro, la obra se editó.
Alguien debería explicarle a este señor que abogar por la cesión de una parte del territorio nacional, hogar de miles de españoles compatriotas suyos (aunque parezca haberlo olvidado), a una potencia extranjera e históricamente hostil a España no es precisamente la función de un diplomático español, por mucho que sea el hombre de confianza de Zapatero y uno de los ideólogos de sus enfermizas alucinaciones.
El señor Máximo Cajal, en su incansable defensa de los intereses de España, llegó a afirmar en un artículo publicado en el diario “El País” el 14-02-2006, titulado “
Blasfemia” en referencia a las consabidas caricaturas de Mahoma, lo siguiente:
"No queda, a mi juicio, resquicio por el que pueda colarse explicación o justificación algunas a este atropello" calificándolas como
"Las 12 estúpidas viñetas publicadas el pasado 30 de septiembre por Jylland-Posten".
Y es que el señor Cajal cada vez que salta a la palestra lo hace para defender los intereses de Marruecos, del mundo árabe o de cualquiera menos de España.
Aún está por verse el día en que este ilustre diplomático sea noticia por una encendida defensa de los intereses patrios.
Una de las últimas y nunca suficientemente ponderadas acciones diplomáticas de este ideólogo socialista y hombre de confianza de Zapatero ha sido negar el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui mostrándose en contra de la posibilidad de que un nuevo Estado independiente y una vez más ¡sorpresa, sorpresa! a favor de las tesis defendidas por el gobierno marroquí en un articulo nuevamente editado por el diario “El País” el 11/01/2010, titulado "
El Sahara y la razón de Estado".
Insisto en que alguien debería explicar a este señor que su labor no es la de defender los intereses marroquíes sino los españoles. Para empezar porque somos los españoles los que le pagamos el sueldo (que aunque desconozco su cuantía a buen seguro quisiera yo para mí) y para terminar porque siendo Marruecos una potencia que no tiene el más mínimo reparo en mostrar su hostilidad hacia España, alguien podría empezar a cuestionarse la lealtad de este diplomático e incluso alguien especialmente suspicaz podría empezar a intuir cierto tufillo a traición.
Claro que para llegar a usar la palabra traición hay que ser especialmente quisquilloso. Al fin y al cabo ¿quién no ha pensado alguna vez en entregar un par de ciudades de su país a una potencia extranjera?
Lo más preocupante del señor Máximo Cajal es su cercanía al presidente del gobierno, el tristemente famoso Rodríguez Zapatero, y es preocupante porque esa cercanía entre ambos militantes del muy leal a España PSOE no es casual, es decir, no están cerca como dos personas que se sientan una al lado de la otra en el cine o el autobús, si están cerca es porque nuestro presidente admira y comparte las tesis del señor Cajal. Sólo esto podría explicar que le buscara para convertirse no sólo en su hombre de confianza en su principal proyecto internacional de "Alianza de Civilizaciones" sino en uno de los ideólogos de la misma y además potenciara claramente su carrera diplomática nombrándole embajador en París, una de las joyas que todo diplomático sueña con ostentar como colofón de su carrera.
(...)
Creo que con esto podemos hacernos una idea de cómo es este personaje, o como diría un castizo, de con qué gente nos jugamos los cuartos.
Espero que su nombre no caiga en el olvido y algún día reciba exactamente lo que el pueblo soberano crea que debe recibir: ni una miaja más ni una miaja menos.
Seguro que ahora le sorprende menos volver a leer titulares como este "
Zapatero, dispuesto a negociar la cosoberanía de Ceuta y Melilla" que fue publicado en el diario “El Imparcial” presidido por Luis María Ansón el 12 de octubre de 2008.
Los Diarios de Winston: Justicia para Máximo Cajal