Las mujeres solas y las parejas de lesbianas lo tendrán más difícil para inseminarse en la sanidad pública. La nueva norma que regula el acceso a estos tratamientos, aprobada este martes, los reserva para las personas estériles. Tras la polémica suscitada por su primera propuesta, que establecía que solo las parejas heterosexuales infértiles podían acceder a este servicio, Sanidad ha eliminado toda referencia a estas uniones. La modificación del texto —que ahora solo habla de “personas”— resulta, sin embargo, puramente cosmética. La exigencia de ser estéril supone, en la práctica, un veto a toda mujer sin problemas de esterilidad biológicos pero que no pueda concebir porque carezca de pareja masculina. El texto de Sanidad no define aún qué considera infertilidad, aunque la ministra Ana Mato dio una pista importante cuando aseguró que, para determinarla, se seguirán únicamente criterios médicos. “Y no creo que la falta de varón sea un problema médico”, apuntó tras la reunión del Consejo Interterritorial de Salud. “La financiación pública debe ser para la curación”, incidió.
En el mejor de los escenarios, las cosas quedarían como hasta ahora. Actualmente, cada comunidad actúa según su interpretación de un decreto (de 2006) que indica que toda persona tendrá acceso a la prestación financiada si hay problemas de esterilidad o una “indicación clínicamente establecida”. Una ambigüedad que abre algunas puertas a parejas de lesbianas y mujeres solas —en determinados hospitales de Madrid, en Andalucía, en País Vasco— pero que también las cierra. Murcia, Cataluña o Castilla-La Mancha ya impiden su acceso.
La base de la nueva norma es la misma. Solo se cubrirán estos tratamientos “por motivos terapéuticos o preventivos” a las mujeres menores de 40 años y a hombres menores de 55 con problemas para concebir, dice el texto aprobado hoy martes gracias a la mayoría de consejeros del Partido Popular en los Gobiernos autónomos. Sin embargo, la introducción de una referencia expresa que determine qué se considera “mujer estéril” es la clave que puede limitar el acceso a esta prestación. En su propuesta inicial enviada a las comunidades, Sanidad definió esterilidad como “la ausencia de consecución de embarazo tras 12 meses de relaciones sexuales con coito vaginal sin empleo de métodos anticonceptivos”. Una definición puramente fisiológica y “retrógrada”, según el consejero de Sanidad asturiano, Faustino Blanco, que insistió en que Sanidad no contempla como causa de esterilidad la ausencia de pareja masculina.
A Paloma Calle y Celeste Carrasco se les denegó el acceso al tratamiento de reproducción en la sanidad pública madrileña. “Consideraron que no había una indicación clínica para ello… Salvo, claro, el pequeño problema de que mi pareja es otra mujer”, ironiza Calle. “Está claro que yo puedo tener relaciones sexuales con ella durante 12 meses sin quedarnos ninguna embarazada. Eso ya es un problema de esterilidad”, reclama. Carrasco y Calle son ahora madres de un niño de un año y medio. Finalmente, acudieron a la privada para poder concebirlo. Una es la madre biológica y otra la madre gestante. “¿Por qué no se contempla la esterilidad de la pareja en lugar de la de la persona? A los heterosexuales con problemas no les dicen que para concebir deben buscarse a otro que no sea infértil”, critica.
“El Gobierno no está reconociendo la diversidad familiar. Solo quiere que se perpetúen las familias que considera correctas, las tradicionales. Es una medida sexista: piden a las mujeres que tengan a un hombre al lado para ser madres”, lamenta Gloria Fortún, portavoz de la asociación de familias gays con hijos Galehi.