Siga el video a continuación para ver cómo instalar nuestro sitio como una aplicación web en su pantalla de inicio.
Nota: Esta función puede no estar disponible en algunos navegadores.
Si me dejas el flotador de unicornio sí.
No dejo de pensar en mi novia de la uni.
Te tienes que reír, no me jodas.
Ver el archivos adjunto 115467
Seis años pensando que pasaba de mí, y era yo el que no me enteraba de la copla.
Joder, si me trae recuerdos de quizás la mejor etapa de mi vida. Sin preocupacones (para mí estudiar era más vicio que obligación), pegado al kalimocho casi a diario, partidas infinitas a la PS2, largas noches cinéfilas, juerga de jueves a sábado, conciertos y discotecas, y domir con ella la mitad de las noches. Recuerdo perfectamente su habitación de la residencia, ese aroma como a licor de mora, la lámpara de lava, banderas de iconos del Rock cubriendo techo y paredes, su mullido edredón. Aunque ella prefería estar en mi piso compartido, ya que no había vigilancia ni amigas cotillas.
También recuerdo ir a ver sus actuaciones de baile, especialmente una representación preciosa de El Lago de los Cisnes y El Cascanueces con su grupo de ballet. Llevaba practicando desde niña.
Tres cursos y sus dos veranos intercalados, ya que fue un flechazo según nos vimos en una de las fiestas de inauguración del año lectivo, en la que compartíamos prácticamente todo.
Fui yo quien la dejé, por gilipollas, ya que cuando acabé el último curso (que no todas las asignaturas) y me largué de Madrid, no aguanté una relación a distancia después de tanto tiempo estando pegados como uña y carne. Fue progresivo, tampoco una ruptura brusca, y todo acabó en una gran amistad que se prolongó durante casi una década. Iba a verla de vez en cuando, caía alguna noche de polveteo por los viejos tiempos, noches eternas pegados al MSN (quizás fuimos de los últimos en seguir usándolo), regalos por correo para cumpleaños y Navidades. La única razón para no estar juntos era estar separados por media península.
Hasta que dejó de hablarme de un día para otro por cuestiones obvias, que para mí no lo eran.
Al principio no le di mucha importancia, pensando que estaría en el extrajero o de escapada en algún sitio sin Internet.
Pero luego me disgusté, según pasaban las semanas, los meses.
Y me siento mal por todo lo que pensé de ella, que casi la tenía olvidada a día de hoy, por creer que de un plumazo había pasado de mí como de la mierda, como si tratase de ocultarme de algún nuevo novio o yo qué cojones sé.
Pienso en todo lo que no ha vivido en estos últimos seis años, como el fenómeno Trump o los últimos juegazos (ella era muy friki, Horizon Zero Dawn le hubiese encantado), el confinamiento (eso mejor no haberlo conocido), el Sanchismo (eso también es bueno no haberlo conocido), y bueno, mil cosas más.
He contactado con el que nos etiquetó en la foto y me ha dicho que fue un accidente de tráfico. Mirando el día en el calendario electrónico, el siniestro sucedió un domingo de verano, probablemente un sábado por la noche pasadas las doce.
Ya he soltado mi comida de tarro.
En fin, descanse en paz.
En una rotonda de dos carriles había una tía parada en la entrada de uno de ellos, bajada del coche, así como con agobio. Algo le pasaría con el motor. Se nos quedó mirando así lastimeramente, pero tampoco nos pidió parar a ayudarla. Estaba poniendo en peligro gravemente la circulación, me dio pena y mala hostia a la vez, yo que sé, ni chaleco ni triángulos ni nada, dudo que la avería fuera tan grave para que no pudiera apartar el puto coche un poco.
A lo mejor deberíamos haber parado a ver qué coño le pasaba, pero era una ciudad desconocida, íbamos con el coche lleno de críos y eran las cuatro de la tarde. Era cosa de algún hombre que viajara solo y así de paso follaban. No era ninguna belleza y pasaba los cuarenta de largo, pero era delgadita y parecía limpia.
No dejo de pensar en mi novia de la uni.
Te tienes que reír, no me jodas.
Ver el archivos adjunto 115467
Seis años pensando que pasaba de mí, y era yo el que no me enteraba de la copla.
Joder, si me trae recuerdos de quizás la mejor etapa de mi vida. Sin preocupacones (para mí estudiar era más vicio que obligación), pegado al kalimocho casi a diario, partidas infinitas a la PS2, largas noches cinéfilas, juerga de jueves a sábado, conciertos y discotecas, y domir con ella la mitad de las noches. Recuerdo perfectamente su habitación de la residencia, ese aroma como a licor de mora, la lámpara de lava, banderas de iconos del Rock cubriendo techo y paredes, su mullido edredón. Aunque ella prefería estar en mi piso compartido, ya que no había vigilancia ni amigas cotillas.
También recuerdo ir a ver sus actuaciones de baile, especialmente una representación preciosa de El Lago de los Cisnes y El Cascanueces con su grupo de ballet. Llevaba practicando desde niña.
Tres cursos y sus dos veranos intercalados, ya que fue un flechazo según nos vimos en una de las fiestas de inauguración del año lectivo, en la que compartíamos prácticamente todo.
Fui yo quien la dejé, por gilipollas, ya que cuando acabé el último curso (que no todas las asignaturas) y me largué de Madrid, no aguanté una relación a distancia después de tanto tiempo estando pegados como uña y carne. Fue progresivo, tampoco una ruptura brusca, y todo acabó en una gran amistad que se prolongó durante casi una década. Iba a verla de vez en cuando, caía alguna noche de polveteo por los viejos tiempos, noches eternas pegados al MSN (quizás fuimos de los últimos en seguir usándolo), regalos por correo para cumpleaños y Navidades. La única razón para no estar juntos era estar separados por media península.
Hasta que dejó de hablarme de un día para otro por cuestiones obvias, que para mí no lo eran.
Al principio no le di mucha importancia, pensando que estaría en el extrajero o de escapada en algún sitio sin Internet.
Pero luego me disgusté, según pasaban las semanas, los meses.
Y me siento mal por todo lo que pensé de ella, que casi la tenía olvidada a día de hoy, por creer que de un plumazo había pasado de mí como de la mierda, como si tratase de ocultarme de algún nuevo novio o yo qué cojones sé.
Pienso en todo lo que no ha vivido en estos últimos seis años, como el fenómeno Trump o los últimos juegazos (ella era muy friki, Horizon Zero Dawn le hubiese encantado), el confinamiento (eso mejor no haberlo conocido), el Sanchismo (eso también es bueno no haberlo conocido), y bueno, mil cosas más.
He contactado con el que nos etiquetó en la foto y me ha dicho que fue un accidente de tráfico. Mirando el día en el calendario electrónico, el siniestro sucedió un domingo de verano, probablemente un sábado por la noche pasadas las doce.
Ya he soltado mi comida de tarro.
En fin, descanse en paz.
Seguro que la culpa del accidente fue suya. ¿Sabes si también se llevó por delante la vida de una feliz familia?No dejo de pensar en mi novia de la uni.
Te tienes que reír, no me jodas.
Ver el archivos adjunto 115467
Seis años pensando que pasaba de mí, y era yo el que no me enteraba de la copla.
Joder, si me trae recuerdos de quizás la mejor etapa de mi vida. Sin preocupacones (para mí estudiar era más vicio que obligación), pegado al kalimocho casi a diario, partidas infinitas a la PS2, largas noches cinéfilas, juerga de jueves a sábado, conciertos y discotecas, y domir con ella la mitad de las noches. Recuerdo perfectamente su habitación de la residencia, ese aroma como a licor de mora, la lámpara de lava, banderas de iconos del Rock cubriendo techo y paredes, su mullido edredón. Aunque ella prefería estar en mi piso compartido, ya que no había vigilancia ni amigas cotillas.
También recuerdo ir a ver sus actuaciones de baile, especialmente una representación preciosa de El Lago de los Cisnes y El Cascanueces con su grupo de ballet. Llevaba practicando desde niña.
Tres cursos y sus dos veranos intercalados, ya que fue un flechazo según nos vimos en una de las fiestas de inauguración del año lectivo, en la que compartíamos prácticamente todo.
Fui yo quien la dejé, por gilipollas, ya que cuando acabé el último curso (que no todas las asignaturas) y me largué de Madrid, no aguanté una relación a distancia después de tanto tiempo estando pegados como uña y carne. Fue progresivo, tampoco una ruptura brusca, y todo acabó en una gran amistad que se prolongó durante casi una década. Iba a verla de vez en cuando, caía alguna noche de polveteo por los viejos tiempos, noches eternas pegados al MSN (quizás fuimos de los últimos en seguir usándolo), regalos por correo para cumpleaños y Navidades. La única razón para no estar juntos era estar separados por media península.
Hasta que dejó de hablarme de un día para otro por cuestiones obvias, que para mí no lo eran.
Al principio no le di mucha importancia, pensando que estaría en el extrajero o de escapada en algún sitio sin Internet.
Pero luego me disgusté, según pasaban las semanas, los meses.
Y me siento mal por todo lo que pensé de ella, que casi la tenía olvidada a día de hoy, por creer que de un plumazo había pasado de mí como de la mierda, como si tratase de ocultarme de algún nuevo novio o yo qué cojones sé.
Pienso en todo lo que no ha vivido en estos últimos seis años, como el fenómeno Trump o los últimos juegazos (ella era muy friki, Horizon Zero Dawn le hubiese encantado), el confinamiento (eso mejor no haberlo conocido), el Sanchismo (eso también es bueno no haberlo conocido), y bueno, mil cosas más.
He contactado con el que nos etiquetó en la foto y me ha dicho que fue un accidente de tráfico. Mirando el día en el calendario electrónico, el siniestro sucedió un domingo de verano, probablemente un sábado por la noche pasadas las doce.
Ya he soltado mi comida de tarro.
En fin, descanse en paz.
Esto es el fracachat de foroPL, tus mierdas se las cuentas a otros.
Aquí estamos por el LOL.
¿ A dónde, a San Fernando? ¿Medio camino a pie y medio caminando?A que me voy yo?
No paraste porque en 10 minutos te tocaba tomar el café...jejejejeje.En una rotonda de dos carriles había una tía parada en la entrada de uno de ellos, bajada del coche, así como con agobio. Algo le pasaría con el motor. Se nos quedó mirando así lastimeramente, pero tampoco nos pidió parar a ayudarla. Estaba poniendo en peligro gravemente la circulación, me dio pena y mala hostia a la vez, yo que sé, ni chaleco ni triángulos ni nada, dudo que la avería fuera tan grave para que no pudiera apartar el puto coche un poco.
A lo mejor deberíamos haber parado a ver qué coño le pasaba, pero era una ciudad desconocida, íbamos con el coche lleno de críos y eran las cuatro de la tarde. Era cosa de algún hombre que viajara solo y así de paso follaban. No era ninguna belleza y pasaba los cuarenta de largo, pero era delgadita y parecía limpia.
Pon fotos tú en flotador para que las risas sean histéricas.Correto, pon más fotos de una piscina y un flotador, que el Lolaggedon no pare.
De las carencias sexuales no hace falta que hables.Nunca hablo del foro ni de mis carencias sexuales.
No sabía yo que se le podía coger tanta tirria a alguien.
Como al señor Gintonic, a mí también me ha tocado la fibra su historia, señor Alcaudon. Espero que no se entristezca ustec más de la cuenta y sepa somatizar esta putada que nos cuenta. Siempre que un hermano cuenta algo asín, lo hago un poquito mío, de modo que reciba mis condolencias y aquí me tiene para lo que necesite, que le cuente alguna de mis mierdas para que se ria un poco, que le insulte o lo que necesite, ya digo. Por otra parte, efectivamente, la señorita está para comerle el culo durante horas y hasta le permitiría que se tirase un par de peos en mi cara si quisiera. Enhorabuena; el 99,9% del Foro ni siquiera puede llegar a soñar con olerle el pelo mientras duerme a semejante belleza.No dejo de pensar en mi novia de la uni.
Te tienes que reír, no me jodas.
Ver el archivos adjunto 115467
Seis años pensando que pasaba de mí, y era yo el que no me enteraba de la copla.
Joder, si me trae recuerdos de quizás la mejor etapa de mi vida. Sin preocupacones (para mí estudiar era más vicio que obligación), pegado al kalimocho casi a diario, partidas infinitas a la PS2, largas noches cinéfilas, juerga de jueves a sábado, conciertos y discotecas, y domir con ella la mitad de las noches. Recuerdo perfectamente su habitación de la residencia, ese aroma como a licor de mora, la lámpara de lava, banderas de iconos del Rock cubriendo techo y paredes, su mullido edredón. Aunque ella prefería estar en mi piso compartido, ya que no había vigilancia ni amigas cotillas.
También recuerdo ir a ver sus actuaciones de baile, especialmente una representación preciosa de El Lago de los Cisnes y El Cascanueces con su grupo de ballet. Llevaba practicando desde niña.
Tres cursos y sus dos veranos intercalados, ya que fue un flechazo según nos vimos en una de las fiestas de inauguración del año lectivo, en la que compartíamos prácticamente todo.
Fui yo quien la dejé, por gilipollas, ya que cuando acabé el último curso (que no todas las asignaturas) y me largué de Madrid, no aguanté una relación a distancia después de tanto tiempo estando pegados como uña y carne. Fue progresivo, tampoco una ruptura brusca, y todo acabó en una gran amistad que se prolongó durante casi una década. Iba a verla de vez en cuando, caía alguna noche de polveteo por los viejos tiempos, noches eternas pegados al MSN (quizás fuimos de los últimos en seguir usándolo), regalos por correo para cumpleaños y Navidades. La única razón para no estar juntos era estar separados por media península.
Hasta que dejó de hablarme de un día para otro por cuestiones obvias, que para mí no lo eran.
Al principio no le di mucha importancia, pensando que estaría en el extrajero o de escapada en algún sitio sin Internet.
Pero luego me disgusté, según pasaban las semanas, los meses.
Y me siento mal por todo lo que pensé de ella, que casi la tenía olvidada a día de hoy, por creer que de un plumazo había pasado de mí como de la mierda, como si tratase de ocultarme de algún nuevo novio o yo qué cojones sé.
Pienso en todo lo que no ha vivido en estos últimos seis años, como el fenómeno Trump o los últimos juegazos (ella era muy friki, Horizon Zero Dawn le hubiese encantado), el confinamiento (eso mejor no haberlo conocido), el Sanchismo (eso también es bueno no haberlo conocido), y bueno, mil cosas más.
He contactado con el que nos etiquetó en la foto y me ha dicho que fue un accidente de tráfico. Mirando el día en el calendario electrónico, el siniestro sucedió un domingo de verano, probablemente un sábado por la noche pasadas las doce.
Ya he soltado mi comida de tarro.
En fin, descanse en paz.
Utilizamos cookies esenciales para que este sitio funcione, y cookies opcionales para mejorar tu experiencia.