Pero ñoños de cojones, además.
Esta querencia a la ñoñería, ésta afición por el pastel, por el chupismo, por la gominola, esta fijación que tienen las tías por toda esta mierda edulcorada e hiperazucarada estaría muy bien si no te la metiesen a paladas por la boca, si dejasen que te pudiera no gustar. Pero no, no te dejan que no te guste. Te la tienes que comer. Y ay de ti si no te las comes. Qué digo si no la comes. Es que además tiene uno que poner buena cara, y no solo poner buena cara, sino que corresponder cocinando la propia y convertirte tú mismo en otro pastelero.
Me está subiendo el azúcar cosa mala.