Spawner
Muerto por dentro
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Hace cosa de un mes, por puro aburrimiento y porque llevaba tiempo dándole vueltas al tema, pasé por una academia de inglés para hacer una de prueba de nivel y ver si me daba por hacer un curso para obtener una certificación. Pese a no haber vuelto a estudiar Inglés desde el instituto, el hecho de haber viajado un poco y leer libros y ver todas las series y películas en VO me ha hecho ser relativamente solvente y ahí que me dijeron que podía encarar un curso de C1 sin dificultades. Yo que soy de espíritu conservador, opté por uno de un nivel inferior, B2, a fin de sacarlo en uno o dos meses.
La clase está llena de universitarios y opositores que, más por obligación que por ganas de aprender, se necesitan un papelito en el que quede reflejado que chapurrean algo con un acento cuestionable. La mayoría son mujeres, lo cual sería un gustazo si no tuviera pareja. La cosa es que, de un tiempo a esta parte, hay una que no deja de mirarme en clase mientras muerde un boli o el cordel de la capucha de su sudadera. Además, a la pobre se le da un poco mal el speaking [es de éstas que necesita memorizar estructuras más que interiorizar la sistemática del idioma] y ya me dijo que por qué no retrasaba mi fecha de examen a fin de hacerlo con ella. Yo ya había pagado, así que dije que no, pero que le podía echar una mano si le apetecía en alguna ocasión. Ha quedado en llamarme este fin de semana.
También he empezado a ir de libre oyente a la facultad. Con esto de que yo terminé la carrera con un plan antiguo, hay algunas materias nuevas que me interesan y me he matriculado en ellas. El otro día, una muchacha, me escribe por Facebook. Ni la conozco ni sé quién es [bueno, ya sí] y sólo quería decirme de tomar algo alguna noche porque "mis reflexiones le parecen muy interesantes" no sin antes preguntarme si yo era "el chico fuerte de la barbita que se sienta delante".
No es mi intención presumir de últimamente ser objeto de lo que yo entiendo son cortejos sino, más bien, subrayar cómo están cambiando los roles en la sociedad actual. En mi época universitaria ninguna tía se me habría insinuada abiertamente, ni me habría propuesto nada si no era yo quien daba el paso.
Por otro lado, ahora viene lo gordo.
Estaba en el Aula Multimedia de la academia haciendo test de Inglés. Los termino y me voy. Desengancho mi bici de la farola en la que la tenía atada [soy eco-friendly] y veo que un muchacho de unos 30 años me mira muy fijamente. Yo doy por hecho que me conoce y paso. Voy al cruce de la calle y se me pone al lado y me sigue mirando muy fijamente. Me quito los auriculares. ¿Pasa algo?, pregunto. Mjihiughih, responde sin que yo entienda nada. ¿Perdón? Digo. Que si me dejas que te chupe la polla, dice vocalizando más. Yo me quedo en shock, respondo con un evidentemente no, y el chico cruza la calle a toda hostia cuando aún son las 10 de la mañana. Se lo cuento a unos amigos que se ríen de mí un poco y ahí queda la cosa hasta que al viernes siguiente vuelvo a la academia. En el aula de informática, allí al fondo, está sentado el tío haciendo sus test. Ya decía yo que me sonaba la cara. Avergonzado, nada más verme, recoge sus cosas y se va.
Me lo he vuelto a encontrar más veces y siempre me rehúye.
Lo que quiero hacer ver aquí, mediante tres anécdotas que han sucedido en cuestión de 15 días, más allá de lo gratificante o no que pueda ser verse "deseado" es el cambio de actitudes de la sociedad hacia el sexo: las tías te entran con excusas baratas y los gays ofrecen sus bocas para que te derrames en ellas.
Por otro lado y no menos importante, está el hecho de ver cómo serían vendidas cada una de estas historietas en Twitter, por ejemplo, si la receptora de los "halagos y cortejos" hubiera sido una mujer. Cuántas de ellas no habrían puesto el grito en el cielo porque un hombre, al invitarlas a salir o rastrearlas por RRSS, no las estaba acosando o si un tío, a las 10 de la mañana, sin previo aviso, les hubiera dicho que si les dejaban comerles el coño.
Dicho lo cual, aportad lo que os plazca.
La clase está llena de universitarios y opositores que, más por obligación que por ganas de aprender, se necesitan un papelito en el que quede reflejado que chapurrean algo con un acento cuestionable. La mayoría son mujeres, lo cual sería un gustazo si no tuviera pareja. La cosa es que, de un tiempo a esta parte, hay una que no deja de mirarme en clase mientras muerde un boli o el cordel de la capucha de su sudadera. Además, a la pobre se le da un poco mal el speaking [es de éstas que necesita memorizar estructuras más que interiorizar la sistemática del idioma] y ya me dijo que por qué no retrasaba mi fecha de examen a fin de hacerlo con ella. Yo ya había pagado, así que dije que no, pero que le podía echar una mano si le apetecía en alguna ocasión. Ha quedado en llamarme este fin de semana.
También he empezado a ir de libre oyente a la facultad. Con esto de que yo terminé la carrera con un plan antiguo, hay algunas materias nuevas que me interesan y me he matriculado en ellas. El otro día, una muchacha, me escribe por Facebook. Ni la conozco ni sé quién es [bueno, ya sí] y sólo quería decirme de tomar algo alguna noche porque "mis reflexiones le parecen muy interesantes" no sin antes preguntarme si yo era "el chico fuerte de la barbita que se sienta delante".
No es mi intención presumir de últimamente ser objeto de lo que yo entiendo son cortejos sino, más bien, subrayar cómo están cambiando los roles en la sociedad actual. En mi época universitaria ninguna tía se me habría insinuada abiertamente, ni me habría propuesto nada si no era yo quien daba el paso.
Por otro lado, ahora viene lo gordo.
Estaba en el Aula Multimedia de la academia haciendo test de Inglés. Los termino y me voy. Desengancho mi bici de la farola en la que la tenía atada [soy eco-friendly] y veo que un muchacho de unos 30 años me mira muy fijamente. Yo doy por hecho que me conoce y paso. Voy al cruce de la calle y se me pone al lado y me sigue mirando muy fijamente. Me quito los auriculares. ¿Pasa algo?, pregunto. Mjihiughih, responde sin que yo entienda nada. ¿Perdón? Digo. Que si me dejas que te chupe la polla, dice vocalizando más. Yo me quedo en shock, respondo con un evidentemente no, y el chico cruza la calle a toda hostia cuando aún son las 10 de la mañana. Se lo cuento a unos amigos que se ríen de mí un poco y ahí queda la cosa hasta que al viernes siguiente vuelvo a la academia. En el aula de informática, allí al fondo, está sentado el tío haciendo sus test. Ya decía yo que me sonaba la cara. Avergonzado, nada más verme, recoge sus cosas y se va.
Me lo he vuelto a encontrar más veces y siempre me rehúye.
Lo que quiero hacer ver aquí, mediante tres anécdotas que han sucedido en cuestión de 15 días, más allá de lo gratificante o no que pueda ser verse "deseado" es el cambio de actitudes de la sociedad hacia el sexo: las tías te entran con excusas baratas y los gays ofrecen sus bocas para que te derrames en ellas.
Por otro lado y no menos importante, está el hecho de ver cómo serían vendidas cada una de estas historietas en Twitter, por ejemplo, si la receptora de los "halagos y cortejos" hubiera sido una mujer. Cuántas de ellas no habrían puesto el grito en el cielo porque un hombre, al invitarlas a salir o rastrearlas por RRSS, no las estaba acosando o si un tío, a las 10 de la mañana, sin previo aviso, les hubiera dicho que si les dejaban comerles el coño.
Dicho lo cual, aportad lo que os plazca.
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