Sí, hamijos... dentro de 4 días estaré revoloteando cual mariposilla rojiamarilla de la meseta ibérica por los alrededores de Shinjuku. Luego Buda dirá...
Bueno, pues este saturday night hubo un amago de movidón de los gordos, de los de "corbata siciliana" o tiroteos a mansalva cual sangrienta película de John Woo...
Resulta que estoy ahí pinchando en el local donde curro y nada... poca gente, como suele ocurrir (aunque hemos tenido unas semanitas de fiestas privadas y el halloween, etc... la mar de loleantes)... pero qué coño! Antes de esto os voy a presentar a mi nuevo hamijo Scott:
Scott es un americano ("fuckin´yank", como le dijo un inglés de pura cepa en la cola del Luxy) bastante asshole. Básicamente porque es americano y punto. Se cree que es lo mejor del mundo (aparte que jura tener 2 carreras y 3 masters. Bueno, dejémoslo en 1, porque la de filosofía no cuenta ;)). Aunque no sea de Texas, cuesta entenderle cuando habla (creo que es de San Francisco, pero bueno... da igual). Es un puto taladro, pero mola porque cada 3 frases te suelta algo que sí entiendes como "fuckin´that fuckin´ bitchy lady in the ass" o "yellow fuckin´ass so good" mientras te ofrece un cigarro tras otro "porque los españoles somos los que más fumamos del mundo".
Scott es canela fina. Habla chino de puta madre pero él te jura y rejura que jamás en su vida lo ha estudiado, sólo lo ha aprendido "fuckin´my student´s ass", porque sí, es de esos: un profesor de inglés que suda un huevo de los chinos, de su cultura y de su idioma. Pero ahí lo tienes hablando chino mejor que dj Kolita que lleva aquí 5 años y ganando 2000 euros a la semana (según él) con sus clases.
Scott es un tío cojonudo, qué coño! Scott se ha debido meter toda la cosecha de farlopa de Colombia antes de venir aquí, porque tiene toda la pinta: habla deprisa, piensa deprisa, miente deprisa. Es jodidamente asombroso cómo la droga puede afectar los cerebros de la gente tan irreversiblemente, a menos que haya conseguido sus cosillas por aquí en estos 2 años... cosa que según él no es posible, ya que jamás ha probado las dronjas. En todo caso, si fuera cierto, me parece un puto crack por no necesitar dronjarse para estar así de zumbao.
Scott gana 2000 euros a la semana pero el primer día que le conocí fue en la puerta del garito donde trabajo hace unas 3 semanas. Él creyó que yo era el segurata. Lloriqueaba por no pagar la entrada. Una vez el jefe lo dejó entrar gratis y nos cogimos la confianza suficiente como para planear a qué local ir juntos de gañanes (4 vodkas te dan el empujoncito necesario para ayudarte a hacer amigos), fuimos a la puerta del Luxy en horario after.
Scott es un toro bravo: casi se pega con los gorilas del local porque quería colarse pagando la mitad, que "uno le había dicho que valía la mitad y él pagaba la mitad". Bueno, después de huir de ahí antes de que nos pisotearan el pescuezo, decidimos ir al Vibe, pero que mejor esperamos a las 5:30, porque vale la mitad (160 nt=5 euros). ¡Vaya tela con su sueldazo! ¡Cojones! La próxima vez que me hablen mal de los catalanes, me voy a poner más gallardo que Juankar.
¡¡Viva nuestro rey, coño!!
En fin, que con Scott a veces te lo pasas bien. Lo que ocurrió aquella noche en el after no es digno de mención (además, íbamos muy cocidos), así que paso directamente a relatar lo que estaba explicando al principio:
Sábado pasado en el Plan B. Scott estaba ahí tomándose su 6º whisky (no me preguntéis la marca, pero de los más caros, nada de Jack Daniels ni mierdas de esas que según él te hacen polvo el cerebro y el estómago). Me cuenta que ayer se pegó con dos tipos a la vez en otro local y que hoy ha dejado a su novia. "A la que te petabas dando clases particulares gratis y que decías que no te respetaba como hombre?" "No, a la de verdad." "Ah, ok. ¿Puedo preguntar por qué?" "Porque no me gusta que me cuenten fuckin´ lies. Ella miente en tonterías, pero no lo soporto." "Bueeenooo, eso te va a pasar con todas las chinas. Vas a conocer a otra y te va a pasar lo mismo, así que..." "Sí, tienes razón. Mira, esta es su foto". Scott me enseña la foto de una china increíble con él al lado, quebrando por completo la armonia pictográfica. Me dice que no le gustan tan perfectas. Pero un "good fuckin´ass is so cute, man". Scott está ciertamente hecho todo un champion.
Bueno, venga, que me desvío del tema hablando de este tipo...
Después de acabar de pinchar, nos metemos en la barra a jugar con el jefe del garito a un juego local que consiste en tirar los dados cada uno y debemos adivinar cuántos 1,2,3,4,5 o 6 hay en total. Los 1´s, si no apuestas por el 1 concretamente, sirve de comodín para el resto de números. Las apuestas acaban cuando uno dice "no te creo". Entonces todos enseñamos lo que tenemos. Si es cierto, gana el de la apuesta. Si no, el que no creía. Ya sé que no os enteráis una mierda con esta puta explicación, pero me parece gracioso el hecho de que un juego chino tenga ya por medio frases como "no te creo" como base. Creo que ese juego describe perfectamente el carácter chino/taiwanés. Escondes tus dados y empiezas a largar. Que si 4 cincos, que 8 seises, tu puta madre en bicicleta. Hasta que alguien dice: "calla, mentiroso, I DON´T TRUST YOU, MODAFAKA! SHOW ME WHAT YOU GOT!". En fin, muy divertido.
Mientras estamos jugando, una pareja está ahí bebiendo y comiendo. No tendría nada de especial el cuadro si no fuera porque la pareja tenía varias botellas de whisky reserva a su entera disposición encima de la barra, jugosas viandas y un camarero desviviéndose por llenarles la copa a un chino gordo de edad media entrajetado de armani y un reloj de titanio y su querida. Parece ser que son muy amigos de mi jefe. La querida del chino quiere jugar a los dados con nosotros. Tiene los modales de una mula y tiene pinta de puta de 40 años vividos a tope. Scott le pregunta si tiene 22 años. Ella como va borracha y está perdiendo se cabrea con nosotros. El chino gordo en medio trata de suavizar el asunto y acaba hablando con Scott de negocios y de que Brian (mi jefe) es como su hermano y que le encanta ir ahí. Brian le hace reverencias y nos invita a todos a bebel bebel. El gordo mafioso nos invita a una de sus botellas. No sé por qué, yo le he caído bien y me llena el vaso de whisky hasta el borde y sin hielo. Le intento dar la mitad a Scott pero me dice que no haga eso, que es una falta de respeto. Que el chino me ha invitado y me lo tengo que beber TODO.
Hasta ahí bien. Los problemas empiezan cuando la querida del chino me empieza a hacer ojitos. Yo creo que en ese momento ya estaba en un estado etílico algo superior a lo normal y no me cosqué demasiado de la película, pero Scott y mi jefe estaban ahí expectantes y me decían cosas como "no tienes que pinchar otra canción?" "no tenías que ir al lavabo?". Y yo decía: "no, ya he terminado y estoy de puta madre, nengs".
El caso es que el gordo es un mafioso de Taiwan de estos que han matado gente a tiros o como más te apetezca imaginar. Y ahora tenía a una puta fulana china de un tío chunguísimo que me estaba buscando un marrón. Al final no sé cómo, mi jefe y Scott lo arreglan. El gordo acaba diciendo que si pincho una canción para él, me da dinero. Mi jefe dice que se la voy a pinchar de gratix porque soy así de majo. Y eso hago. El mafioso y su china bailan media salsa y se vuelven a sentar. Asunto concluído. Me hacen beber toda la cosecha. El mafioso dice que le caigo bien, que si tengo algún problema en Taiwan, que lo llame un día. Que si yo trabajo con su "hermano", yo soy de "la familia" y cosas así. Yo estoy que ya no me aguanto de pie. Brian y Scott aguantan como campeones la conversación hasta que se van. La china vieja señala a Scott y le dice "shut the fuck up, he´s the boss of Taipei! If you want some fuckin´thing here you have to call him, oook?" Scott flipa un poco con la china, pero supone que es una especie de vacileo por no haberse dejado ganar a los dados hacía unas horas.
A Scott todavía le queda cuerda para rato y sigue hablando con mi jefe. Empieza a explicar que a él también le pasó algo similar, que si le querían pegar, etc, etc. Yo me quiero ir, pero Scott no me deja. Me obliga a escucharle. Al final escapo haciendo eses por la calle. Entro en un Seven Eleven y me como un sandwich de pollo empanado con queso. La combinación perfecta para el mejor whisky del local. Milagrosamente... ni potada al llegar a casa, ni una excesiva resaca... seguramente no beberé otra vez algo así en la vida, pero bueno... yo soy un hamijo del Vodka, que es más cool.