Ayer noche fue una de las peores noches de los últimos años. Bueno, fue un LOL, eso sí.
Fui con Kola, ambos completamente fumados, a la disco donde se suponía que íbamos a vernos con el chino y sus putitas. Bueno, pues el chino desapareció. Es cierto que llamó ese mediodía diciendo que se retrasaría y que volvería a llamar. Pero luego ni se presentó. Dejamos al embajador en stand-by, porque no era plan de hacerlo ir sin nada seguro.
Estuvimos dando vueltas por la disco y acabamos brindando con unos mafiosos que controlan y/o proveen de bailarinas al local. Pero el panorama de ligoteo era desolador: chinitos cogidos de la manita, 3 extranjeros contados en toda la disco vagando de aquí para allá como zombies, etc. Total, que nos largamos de allí.
Mientras tanto, unos hamijos de Kola le llamaron para que fuéramos a Carnegie´s, un lugar donde trabajo de portero esporádicamente y que podría acabar de deprimirme por completo. En lugar de eso, el Kola le dijo al amigo que consiguiera un par de culos para nosotros y vinieran a casa a tomar algo. El tipo llamó luego diciendo que eran él, su amigo y 6 tías. Sonaba bien, pero...
Lo que vimos a lo lejos viniendo de un callejón fue un horroroso cuadro: el hamijo de Kola, un peruano agringado con pinta de pollo frito blanquecino cogido de una vieja de 45 años (que ya me follé en su momento en otra noche decadente), su amigo pirata con un parche en el ojo (no es broma, llevaba un parche en el ojo izquierdo) y 6 chachas filipinas a cuál más enana y regordeta.
Yo empecé a correr por la calle dando gritos de terror rumbo a mi portal y el Kola trataba de seguirme, pero le dolía la barriga de la risa.
Conseguí subir a casa y me encerré en mi cuarto a cal y canto como si huyera de Freddy Krueger o algo peor.
Después de que subieran todos (no cabían en el sofá, eran como 10 personas) y empezaran a armar jaleo, decidí salir para ver el panorama mejor: las chachas se entrechocaban unas a otras con sus lorzas, mientras que el pirata tuerto estaba abrazado a la que tenía un pase de cara, que no de cuerpo. Luego había una ligeramente más estilizada y guapa, que vestía un traje de leopardo. El Kola atacó inmediatamente, pero la tipa estaba casi en coma etílico.
Mientras tanto, el hamijo de Kola se metió en el cuarto de éste con la vieja y le empezó a hacer una mamada (según nos contó luego). Y el tuerto se quería meter en mi cuarto, pero le dije que se fueran al lavabo o a la terraza. No sé qué hicieron ahí, pero encendieron la lavadora vacía y eso no paraba de dar vueltas y de soltar agua.
Las chachas gritaban y berreaban al hablar como si aquello fuera la casa del señorito a la hora de la telenovela. Mientras tanto, el Kola movía fichas y trataba de llevarse al tigre a otro sitio. Cuando su hamijo salió con "the mask" (es como llamamos a la vieja de 45 años que siempre va medio en bolas por las discos, de espaldas parece que tiene 20 años, de frente es el T-E-R-R-O-R), el Kola se metió con su leopardo en la habitación.
3 de las gordas se fusionaron cual transformer y lanzaron sus 6 puños de acero contra la puerta del cuarto de Kola a la vez que atacaban con sofisticados ultrasonidos de la muerte ("OPEN THE DOOR, SHE IS DRUNK, WHERE IS OUR FRIEND?????"). El Kola tuvo que desistir y abrir la puerta.
Una vez sentados otra vez en el sofá (yo hacía del chico bueno y trataba de darles conversación, les decía que suelo trabajar en el local al que van y no me creían), el leopardo necesitaba un poco de agua, pero sólo teníamos una botellita de Sprite. Al poco de dárselo de beber, la tía quería vomitar en medio del salón, así que el Kola se la llevó como pudo al cuarto de baño.
Después las gordas otra vez fueron a controlar al lavabo a ver qué pasaba ("WHERE IS OUR FRIEND???"). "No lo ves? está vomitando en el w.c., joder, déjalos en paz"
Después los 2 tipos empezaron a pedir algo de hierba para fumar. Yo les dije que no, que sólo faltaba eso, teniendo en cuenta que había muchas posibilidades que con todo ese jaleo, los vecinos ya hubieran llamado a la policía y podían presentarse en la puerta de la casa de un momento a otro.
Poco a poco, la gente fue desapareciendo. El tuerto con su ligue, las filipinas (que les tuve que decir que no gritaran por la escalera) y finalmente el hamijo de Kola con la momia.
Me hubiera gustado haber grabado todo eso para vuestro deleite. Pero estábamos demasiado ocupados tratando de controlar a todo el mundo que se metía por las habitaciones, tiraba cosas o la liaba.
La conclusión de todo esto: se acabó emborracharse por una temporada. Y se acabó ir a discos con barra libre por 12 euros para acabar dando vueltas como unos gilipollas y no comerse una mierda.
Lo bueno de todo esto es que cuando las cosas pintan tan mal, suele venir una buena racha. Tal como pasó la semana pasada: mierda de viernes, sábado king size, domingo neutral. ¡Ahora las cosas sólo pueden mejorar, tronquers!