Asta
Freak
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- 26 Nov 2003
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.- Rascarme la cabeza como una sarnosa, recién quitada la goma que ataba mi cabellera en una apretada cola de caballo que me producía dolor de tarro.
.- Rascarme la pantorrilla como una tiñosa, recién quitadas las minimedias pantidusen, justamente en la zona donde la goma ha trazado un surco.
.- Rascarme las ingles como una gonorreica terminal tras desembarazarme de las bragas, tanga o saco de esparto.
.- Rascarme la espalda cual leprosa con un tenedor justo en el lugar donde no me llego y que me pica a rabiar. Ofrecer luego ese tenedor sin lavar a mi suegra para que se coma el pollo.
.- Rascarle la base de la polla al otro, sea para mitigar la opresión de la goma en su enorme y desbarajustado miembro viril o para producir terribles y dolorosos espasmos en el momento de su estúpida eyaculación.
.- Rascarle el ojal a mi perro con unos guantes de goma, esos días que va un poco "apretado" de heces para que el pobre animal sea feliz.
.- Beber semen sin que el otro se lo espere y luego obligarle, en compensación por mi generosidad, a llevarme a caballito por todo el Carrefur un domingo en plena hora punta de tullidos con carritos, hasta que muere en la zona de congelados.
.- Rascarme la pantorrilla como una tiñosa, recién quitadas las minimedias pantidusen, justamente en la zona donde la goma ha trazado un surco.
.- Rascarme las ingles como una gonorreica terminal tras desembarazarme de las bragas, tanga o saco de esparto.
.- Rascarme la espalda cual leprosa con un tenedor justo en el lugar donde no me llego y que me pica a rabiar. Ofrecer luego ese tenedor sin lavar a mi suegra para que se coma el pollo.
.- Rascarle la base de la polla al otro, sea para mitigar la opresión de la goma en su enorme y desbarajustado miembro viril o para producir terribles y dolorosos espasmos en el momento de su estúpida eyaculación.
.- Rascarle el ojal a mi perro con unos guantes de goma, esos días que va un poco "apretado" de heces para que el pobre animal sea feliz.
.- Beber semen sin que el otro se lo espere y luego obligarle, en compensación por mi generosidad, a llevarme a caballito por todo el Carrefur un domingo en plena hora punta de tullidos con carritos, hasta que muere en la zona de congelados.