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Ojos claros. Gutierre de Cetina (1520-1557)


Ojos claros, serenos,
si de un dulce mirar sois alabados,
¿por qué, si me miráis, miráis airados?
Si cuanto más piadosos,
más bellos parecéis a aquel que os mira,
no me miréis con ira,
porque no parezcáis menos hermosos.
¡Ay tormentos rabiosos!
Ojos claros, serenos,
ya que así me miráis, miradme al menos.
 
Ella se esconde en cualquier lado y reviste multitud de formas.

Marcial, IV 18

Qua uicina pluit Vipsanis porta columnis
et madet adsiduo lubricus imbre lapis,
in iugulum pueri, qui roscida tecta subibat,
decidit hiberno praegrauis unda gelu:

cumque peregisset miseri crudelia fata,
tabuit in calido uolnere mucro tener.
Quid non saeua sibi uoluit Fortuna licere?
Aut ubi non mors est, si iugulatis aquae?

Un niño juega en invierno, un carámbano le cae en el cuello y mientras muere el hielo que ha servido de fortuito puñal se funde con la sangre caliente.

Marcial no sólo escribe guarradas en sus epigramas. Alguno tiene dedicado a un insecto atrapado en ámbar y algunos a niños que murieron demasiado pronto.
 
Esto ascribió Arquíloco, hace más de 2500 años:

"No me gusta el general coruplento o que a zancadas camina o que presume de rizos o cuida su afeitado.
El mío ha de ser menudo, que en sus canillas se aprecie que es zambo, plantado firmemente en sus pies, lleno de valor."

Lo que este poema supone por quebrar la tradición homérica, algo que Arquíloco sabía hacer muy bien, ni lo podéis imaginar.
 
Y uno del gran Anacreonte:

"Otra vez Eros de cabellos de oro me alcanza con su pelota de púrpura y me invita a jugar con una muchacha de sandalias multicolores. Pero ella, como es de la bella isla de Lesbos, desprecia mis cabellos porque son blancos y abre su boca en busca de otros."

Alcanzar a alguien con una manzana o una pelota es invitarle al juego amoroso.
Según una interpretación, esta muchacha es una fellatrix, por lo que el poema sería más cómico y obsceno de lo que parece.
Ni que decir tiene que la muchacha, aunque fuera de Lesbos, no era una bollera.

Tengo otra versión del poema, y que no se presta como la otra a una interpretación directamente obscena, que os pongo también:

"Echándome de nuevo su pelota de púrpura
Eros de cabellos dorados
me invita a compartir el juego
con la muchacha de sandalias de colores.
Pero ella, que es de la bien trazada Lesbos,
mi cabellera, por ser blanca, desprecia,
y mira, embobada, hacia alguna otra."
 
Capitan Meato rebuznó:
Charles Bukowski : Mi colega

para ser un chico de 21 años en Nueva Orleans yo no valia mucho
la pena: Tenia una pequeña habitacion que olia a
meados y muerte
pero queria estar alli, y habian
dos adorables chicas al final del vestibulo quienes
no paraban de golpear a mi puerta y gritar. "Levantate !
Hay cosas buenas alla afuera !"

"largaros," les decia, pero eso solo las
estimulaba mas, me dejaban notas bajo la puerta y
pegaban flores con cinta adhesiva al
pomo de la puerta

yo estaba metido en vino barato y cerveza verde y
demencia...

conoci al viejo tio de la habitacion de
al lado, de algun modo yo me sentia viejo como
el; sus pies y tobillos estaban hinchados y no podia
atarse los zapatos.

cada dia sobre la una del mediodia saliamos a dar un paseo
juntos y era un paseo muy
lento: cada paso era doloroso para
el.

cuando nos acercabamos al bordillo, yo le ayudaba a
subir y bajar
agarrandole por el codo
y por la parte de atras de su
cinturon, lo conseguiamos.

me gustaba: nunca me cuestiono
sobre que hacia o que dejaba de
hacer.

el deberia de haber sido mi padre, y lo que mas me gustaba
era lo que decia una y
otra vez: "Nada vale la
pena."

era un
sabio

aquellas chicas jovenes deberian
de haberle dejado a el
las notas y las
flores.


Vale que Bukowski me encanta pero...podrías poner la versión en inglés. Es que en hablando de poesía la traducción siempre supone que el ritmo se pierda y con ello la propia poesía porque qué es poesía sino ritmo?
 
hablando de niños muertos os pego el que para mí es el poema más escalofriante que he leido jamás. Lorca. Poeta en N.Y.

Para mí la poesía en estado puro. El poema ilustra un caso real de una niña que cayó en un pozo y nada pudieron hacer por salvarla. Murió delante de los ojos de todos. Leedlo y sufrid.


Niña ahogada en un pozo

Las estatuas sufren por los ojos con la oscuridad de los ataúdes,
pero sufren mucho más por el agua que no desemboca.
Que no desemboca.

El pueblo corría por las almenas rompiendo las cañas de los pescadores.
¡Pronto! ¡Los bordes! ¡Deprisa! Y croaban las estrellas tiernas.
...que no desemboca.

Tranquila en mi recuerdo, astro, círculo, meta,
lloras por las orillas de un ojo de caballo.
...que no desemboca.

Pero nadie en lo oscuro podrá darte distancias,
sin afilado límite, porvenir de diamante,
...que no desemboca.

Mientras la gente busca silencios de almohada
tú lates para siempre definida en tu anillo,
...que no desemboca.

Eterna en los finales de unas ondas que aceptan
combate de raíces y soledad prevista,
...que no desemboca.

¡Ya vienen por las rampas! ¡Levántate del agua!
¡Cada punto de luz te dará una cadena!
...que no desemboca.

Pero el pozo te alarga manecitas de musgo.
insospechada ondina de su casta ignorancia,
...que no desemboca.

No, que no desemboca. Agua fija en un punto,
respirando con todos sus violines sin cuerdas
en la escala de las heridas y los edificios deshabitados.

¡Agua que no desemboca!


Os lo dije. Estas cosas debieran prohibirse.
 
Jacques de Molay rebuznó:
Esto ascribió Arquíloco, hace más de 2500 años:

"No me gusta el general coruplento o que a zancadas camina o que presume de rizos o cuida su afeitado.
El mío ha de ser menudo, que en sus canillas se aprecie que es zambo, plantado firmemente en sus pies, lleno de valor."

Lo que este poema supone por quebrar la tradición homérica, algo que Arquíloco sabía hacer muy bien, ni lo podéis imaginar.



Algún sayo con mi escudo se ufana, irreprochable arma

que sin querer junto a una mata arrojé.

Mas la vida he salvado. ¿Qué me importa el escudo?

Váyase enhoramala; ya tendré otro y no peor.


Píndaro en las Píticas lo llamó regañador. Sin embargo hubo gente que consideró la lectura de sus obras como inconveniente. El canon bizantino no las incluyó entre los textos obligados de la antigüedad griega que se dieron a conocer. Valerio Máximo (siglo I. a.C.) afirma que los espartanos habían prohibido los libros de Arquíloco por indecentes.

Todo un bizarro personaje.
 
Los espartanos tenían a Tirteo, que en vez de exhortarlos a abandonar el escudo y a huir, lo hacía a ser valientes y a combatir hasta la muerte.

"Adelante, hijos de los ciudadanos de Esparta,
la ciudad de los bravos guerreros,
con la izquierda embrazad vuestro escudo
y la lanza con audacia blandid,
sin preocupares de salvar vuestra vida,
que ésa no es costumbre de Esparta."


"Pues es hermoso morir si uno cae en la vanguardia
cual guerrero valiente que por su patria pelea."

Para mí nada hay más hermoso, ni más noble, ni algo que yo envidie más que la suerte de los caídos en la batalla.
WOTAN me llama.
 
Celebraré mi post nº 100 con un poema de García Lorca inédito y difícil de encontrar.

La Canción de la Torre negra.

Mi alma es una altísima
torre negra.
¡Niños no sonriáis!
(pero más alta es mi pena).

Veinte y cuatro pájaros
anidan en ella
(de oro y de azabache).
Al pie crece la hierba.

Tiene una campanita
(¡lin, lan, lin!)
pero no suena
y es doctora de un viento
(¡quién lo dirá, pastora!)
que nunca se despierta.

Desde arriba domina
(mirador del amor)
la luna y la tormenta.
La torre llega al cielo
(¡pero más alta es mi pena!).

Sobre el tejado tiene
(¡niños no sonriáis!)
el corazón de ella.
¿Su corazón?, ¿qué risa?.
Convertido en veleta.

Pero mi torre alta....
(¡niños llorad por mi!)
...¡no tiene escaleras!
No tiene...(corazón,
Dilo corazón)....
¡No tiene puerta!

Federico García Lorca. Poemas Inéditos
 
Charles Baudelaire - Bendición

Editado por Jacques de Molay: Como no todos tenemos la fortuna de conocer a BAUDELAIRE, agradecería que no se os olvidara poner los autores y los títulos de los poemas. Anuncio próximamente un hilo sobre los Poetas Malditos (Baudelaire, Rimbaud, Verlaine).

BENDICIÓN

Cuando por el mandato de un supremo poder,
Aparece el poeta en este mundo hastiado,
Aterrada y lanzando mil blasfemias, su madre
Alza su puño a Dios, el cual de ella se apiada:

—"¡Ah! que no haya parido un nido de reptiles,
Antes de alimentar esta cosa irrisoria!
¡Maldita sea la noche de placeres efímeros
En que mi propio vientre concibió este castigo!

Puesto que me elegiste entre todas las hembras
Para ser la desdichada de mi triste marido,
Y no podría ahora arrojar a las llamas,
Como carta de amor, a este pequeño monstruo,

Haré yo que caiga el odio que me abruma
Sobre el útil maldito de tu perversidad,
Y tan bien torceré este árbol miserable
¡Que no brotaran de él sus apestadas yemas!"

Aplaca de este modo la espuma de su rabia
Y sin imaginar los eternos designios,
Ella misma prepara al fondo de la Gehena
Las llamas consagradas a los maternos crímenes.

Entretanto, cuidado por un Ángel oculto,
El niño abandonado se emborracha de sol
Y en todo lo que bebe y en todo lo que come
Vuelve a encontrar el néctar bermejo y la ambrosía.

Y juega con el viento y con las nubes habla
Y se embriaga cantando camino de la cruz;
Y en su peregrinaje, el Espíritu amigo
Llora al verle contento como un ave del bosque.

Los que él quisiera amar, se muestran recelosos
O bien, exasperado con su tranquilidad,
Buscan a alguien que quiera causarle algún dolor
Y hacen en él ensayos de su temple feroz.

En el pan y el viento que ha de probar su boca
Mezclan, con la ceniza, impuro salivazos;
Farisaicamente, rechazan cuanto él toca
Y le acusan de haberse interpuesto en su vía.

Su mujer va gritando a través de las plazas:
"Pues tan bella me encuentra que me quiere adorar,
Adoptaré el oficio de los antiguos ídolos
Y de nuevo, como ellos, me haré cubrir de oro;

Y me emborracharé de nardo, incienso y mirra
Y de viandas y vinos y de genuflexiones,
Para ver si consigo de un corazón ferviente
Usurpar, entre burlas, divinos homenajes.

Cuando, al cabo, me aburran esas farsas impías,
Sobre él extenderé mi mano firme y frágil
Y mis uñas, parejas a las de las arpías,
Hasta su corazón sabrán encontrar brechas.

Como pájaro joven que tiembla y que palpita
Arrancaré de su pecho su rojo corazón
Y para que se nutra mi bestia favorita
Al suelo, desdeñosa, yo se lo arrojaré."

Al Cielo, en que sus ojos ven un sitial espléndido,
Sereno alza el Poeta sus brazos compasivos
Y los vivos relámpagos de su lúcido espíritu
Le ocultan el aspecto de los pueblos furiosos:

—"¡Bendito seáis, Señor, que dais el sufrimiento
Como divino bálsamo de nuestras impurezas
Y como la mejor y la más pura esencia
Que dispone a los fuertes a las delicias sacras!

Yo sé que reserváis un sitio a los Poetas
En las gozosas filas de las legiones santas
Y que les invitáis a las eternas fiestas
De tronos, de Virtudes y de Dominaciones.

Sé bien que le sufrimiento es la única nobleza
Donde no morderán la tierra y los infiernos,
Y que para trenzar mi mística corona
Los tiempos y los mundos contribuirán de grado.

Mas las joyas perdidas de la antigua Palmira,
Los metales ignotos, las perlas del mar
No serán suficientes, aun por vos engarzadas,
A esa bella diadema clara y deslumbradora;

Pues no estará engastada sino de pura luz,
Surgida del hogar de los rayos primeros,
De la que los mortales ojos en su esplendor
No son sino dolientes espejos empañados.
 
Algunos poemillas "ligeros" de Cátulo. Alguien sabe a quienes se refería en ellos?


Ay Flavio, si la que hace tus delicias
no fuera sosa y poco distinguida
querrías que Catulo lo supiera.
Pero amas a no sé qué putilla
caliente y te avergüenza confesarlo.
Que no te acuestas viudo por las noches
tu en vano muda habitación lo clama,
ebria de aceites sirios y de flores,
y tu almohada cansada a los dos lados,
y el ruido de tu cama trepidante
por charlas dislocadas y paseos.
Nada vale callar tus desvergüenzas,
¿la razón? que si no hicieras locuras,
no estarían tus lomos tan jodidos.
Por esto lo que tengas, bueno y malo,
cuéntamelo que a ti y a tus amores
quiero al cielo elevar en lindos versos.


A mi amor te confío y a mí mismo.
Un sencillo favor te pido, Aurelio:
si en tu alma quisiste alguna cosa
que pura y bien intacta desearas,
guárdame a ese muchacho honestamente;
no digo de la gente, pues no temo
al que de un lado a otro por la plaza
absorto en sus asuntos se pasea.
Eres tú quien me inquieta y es tu polla
funesta a niños buenos y a los malos.
Menéala a placer en donde quieras
cuanto gustes, si está fuera y dispuesta;
solo a este exceptúo, bien sencillo,
pues si alguna locura o el deseo
a un crimen tal, malvado, te empujaran
que a mi vida con tretas convencieras...
¡Ay de ti, desgraciado, y de tu suerte!:
bien abierto de piernas, libre el paso,
te irán corriendo rábanos y mújoles.


¡Eh! Talo, marica, más suave que piel de conejo,
o más que el pulmón de una oca, o que un tierno
lóbulo,
o el lánguido pene de un viejo, o telas de araña,
y, Talo, también más ladrón que un ciclón turbulento,
si del guardarropa bostezos te muestra la luna,
devuélveme el manto y también el pañuelo de Sétabis,
y aquellos bordados de Tinia que tú me robaste
y exhibes, idiota, como unos recuerdos de abuelo.
Despégatelos de tus uñas y mándamelos,
si no en tus costillas de lana y tus manos blandengues
hará garabatos infames mi ardiente flagelo.
Te vas a agitar como nunca igual que un barquito
que el viento furioso sorprende en medio del mar.


Oh el más hábil chorizo de los baños,
Vibenio padre y tú, putón del hijo,
(pues si es sucia del padre la derecha,
más voraz es aún del hijo el culo)
¿por qué a una mala costa o al exilio
no os largáis, si del padre las rapiñas
famosas son y tus peludas nalgas
ni vender puedes, hijo, por un duro?


¿Cómo podría explicar que esos labios pequeños de rosa
luego más blancos estén, Gelio, que nieve invernal,
siempre que sales de casa, temprano, en los días de estío,
y te levantan después de un blando sueño las dos?
Qué puede ser no lo sé, ¿o es verdad, como el vulgo murmura,
que del varón la mitad, tiesa, te gusta tragar?
Esto ha de ser: lo proclaman las pobres ijadas de Víctor
rotas, y el suero ordeñado que hace en tus labios señal.


Más que de nadie de ti, se podría decir, sucio Victio,
lo que se suele decir del charlatán y el bobón:
que con la lengua que tienes podrías, llegado el momento,
las alpargatas y el culo de un campesino lamer.
Victio, si acaso deseas perdernos a todos del todo,
abre la boca y verás cómo lo logras al fin.
 
Alfredo de Vigny

Mi poema preferido seria sin la menor de dudas "la muerte del lobo" escrito por el Conde Alfredo Vigny que lo dedico a su hermano al cual vio morir durante la revolucion francesa; soberbio poema de este aristocrata frances que como buen aristocrata siempre se avergonzo de su posicion como literato y hombre publico.

Me temo que no tengo a mano su traduccion al español aunque para quien sepa frances :

https://www.feelingsurfer.net/garp/poesie/Vigny.LaMortDuLoup.html

Su ultima estrofa es sublime:

"Despreciando saber porque le han herido, muere sin lanzar un gemido; solo el silencio es grande."
 
Que esté en francés no ha de ser un problema en este subforo. Así que lo pego enterito.

La mort du Loup

Les nuages couraient sur la lune enflammée
Comme sur l'incendie on voit fuir la fumée,
Et les bois étaient noirs jusques à l'horizon.
Nous marchions sans parler, dans l'humide gazon,
Dans la bruyère épaisse et dans les hautes brandes,
Lorsque, sous des sapins pareils à ceux des Landes,
Nous avons aperçus les grands ongles marqués
Par les loups voyageurs que nous avions traqués.
Nous avons écouté, retenant notre haleine
Et le pas suspendu. -- Ni le bois, ni la plaine
Ne poussait un soupir dans les airs; Seulement
La girouette en deuil criait au firmament;
Car le vent élevé bien au dessus des terres,
N'effleurait de ses pieds que les tours solitaires,
Et les chênes d'en-bas, contre les rocs penchés,
Sur leurs coudes semblaient endormis et couchés.
Rien ne bruissait donc, lorsque baissant la tête,
Le plus vieux des chasseurs qui s'étaient mis en quête
A regardé le sable en s'y couchant; Bientôt,
Lui que jamais ici on ne vit en défaut,
A déclaré tout bas que ces marques récentes
Annonçait la démarche et les griffes puissantes
De deux grands loups-cerviers et de deux louveteaux.
Nous avons tous alors préparé nos couteaux,
Et, cachant nos fusils et leurs lueurs trop blanches,
Nous allions pas à pas en écartant les branches.
Trois s'arrêtent, et moi, cherchant ce qu'ils voyaient,
J'aperçois tout à coup deux yeux qui flamboyaient,
Et je vois au delà quatre formes légères
Qui dansaient sous la lune au milieu des bruyères,
Comme font chaque jour, à grand bruit sous nos yeux,
Quand le maître revient, les lévriers joyeux.
Leur forme était semblable et semblable la danse;
Mais les enfants du loup se jouaient en silence,
Sachant bien qu'à deux pas, ne dormant qu'à demi,
Se couche dans ses murs l'homme, leur ennemi.
Le père était debout, et plus loin, contre un arbre,
Sa louve reposait comme celle de marbre
Qu'adorait les romains, et dont les flancs velus
Couvaient les demi-dieux Rémus et Romulus.
Le Loup vient et s'assied, les deux jambes dressées,
Par leurs ongles crochus dans le sable enfoncées.
Il s'est jugé perdu, puisqu'il était surpris,
Sa retraite coupée et tous ses chemins pris,
Alors il a saisi, dans sa gueule brûlante,
Du chien le plus hardi la gorge pantelante,
Et n'a pas desserré ses mâchoires de fer,
Malgré nos coups de feu, qui traversaient sa chair,
Et nos couteaux aigus qui, comme des tenailles,
Se croisaient en plongeant dans ses larges entrailles,
Jusqu'au dernier moment où le chien étranglé,
Mort longtemps avant lui, sous ses pieds a roulé.
Le Loup le quitte alors et puis il nous regarde.
Les couteaux lui restaient au flanc jusqu'à la garde,
Le clouaient au gazon tout baigné dans son sang;
Nos fusils l'entouraient en sinistre croissant.
Il nous regarde encore, ensuite il se recouche,
Tout en léchant le sang répandu sur sa bouche,
Et, sans daigner savoir comment il a péri,
Refermant ses grands yeux, meurt sans jeter un cri.

J'ai reposé mon front sur mon fusil sans poudre,
Me prenant à penser, et n'est pu me résoudre
A poursuivre sa Louve et ses fils qui, tous trois,
Avaient voulu l'attendre, et, comme je le crois,
Sans ses deux louveteaux, la belle et sombre veuve
Ne l'eut pas laissé seul subir la grande épreuve;
Mais son devoir était de les sauver, afin
De pouvoir leur apprendre à bien souffrir la faim,
A ne jamais entrer dans le pacte des villes,
Que l'homme a fait avec les animaux serviles
Qui chassent devant lui, pour avoir le coucher,
Les premiers possesseurs du bois et du rocher.

Hélas! ai-je pensé, malgré ce grand nom d'Hommes,
Que j'ai honte de nous , débiles que nous sommes!
Comment on doit quitter la vie et tous ses maux,
C'est vous qui le savez sublimes animaux.
A voir ce que l'on fut sur terre et ce qu'on laisse,
Seul le silence est grand; tout le reste est faiblesse.
--Ah! je t'ai bien compris, sauvage voyageur,
Et ton dernier regard m'est allé jusqu'au coeur.
Il disait: " Si tu peux, fais que ton âme arrive,
A force de rester studieuse et pensive,
Jusqu'à ce haut degré de stoïque fierté
Où, naissant dans les bois, j'ai tout d'abord monté.
Gémir, pleurer prier est également lâche.
Fais énergiquement ta longue et lourde tâche
Dans la voie où le sort a voulu t'appeler,
Puis, après, comme moi, souffre et meurs sans parler."
 
Un clásico imperecedero

Catulo

Odi et amo, quare id faciam, fortasse requiris.
Nescio, sed fieri sentio, et excrucior

Odio y amo. Por qué hago eso, acaso preguntas. No lo sé, pero siento que ocurre y me torturo.
 
Yo también pongo el poema de un clásico, pero de China, Bai Juyi , el cuarteto:

BEBIENDO DE NOCHE EN EL LAGO

Fuera de las murallas, la luna saluda al hombre;
en las orillas del lago, el viento despeja al ebrio.
¿Quién trata de retenerme invitándome a beber?
Tan sólo una antorcha roja en el centro de la barca.
 
Y otro clásico: Tennyson.

Todo el poema es asombroso, pero su última estrofa y el verso final merecen ser recordados mientras queden hombres sobre la tierra.

ULYSSES


It little profits that an idle king,
By this still hearth, among these barren crags,
Match'd with an aged wife, I mete and dole
Unequal laws unto a savage race,
That hoard, and sleep, and feed, and know not me.

I cannot rest from travel: I will drink
Life to the lees: all times I have enjoy'd
Greatly, have suffer'd greatly, both with those
That loved me, and alone; on shore, and when
Thro' scudding drifts the rainy Hyades
Vest the dim sea: I am become a name;
For always roaming with a hungry heart
Much have I seen and known; cities of men
And manners, climates, councils, governments,
Myself not least, but honour'd of them all;
And drunk delight of battle with my peers;
Far on the ringing plains of windy Troy.
I am part of all that I have met;
Yet all experience is an arch wherethro'
Gleams that untravell'd world, whose margin fades
For ever and for ever when I move.
How dull it is to pause, to make an end,
To rust unburnish'd, not to shine in use!
As tho' to breath were life. Life piled on life
Were all to little, and of one to me
Little remains: but every hour is saved
From that eternal silence, something more,
A bringer of new things; and vile it were
For some three suns to store and hoard myself,
And this gray spirit yearning in desire
To follow knowledge like a sinking star,
Beyond the utmost bound of human thought.

This is my son, mine own Telemachus,
To whom I leave the sceptre and the isle-
Well-loved of me, discerning to fulfil
This labour, by slow prudence to make mild
A rugged people, and thro' soft degrees
Subdue them to the useful and the good.
Most blameless is he, centred in the sphere
Of common duties, decent not to fail
In offices of tenderness, and pay
Meet adoration to my household gods,
When I am gone. He works his work, I mine.

There lies the port; the vessel puffs her sail:
There gloom the dark broad seas. My mariners,
Souls that have toil'd, and wrought, and thought with me-
That ever with a frolic welcome took
The thunder and the sunshine, and opposed
Free hearts, free foreheads- you and I are old;
Old age had yet his honour and his toil;
Death closes all: but something ere the end,
Some work of noble note, may yet be done,
Not unbecoming men that strove with Gods.
The lights begin to twinkle from the rocks:
The long day wanes: the slow moon climbs: the deep
Moans round with many voices. Come, my friends,
'Tis not too late to seek a newer world.
Push off, and sitting well in order smite
The sounding furrows; for my purpose holds
To sail beyond the sunset, and the baths
Of all the western stars, until I die.
It may be that the gulfs will wash us down:
It may be we shall touch the Happy Isles,
And see the great Achilles, whom we knew.

Tho' much is taken, much abides; and tho'
We are not now that strength which in the old days
Moved earth and heaven; that which we are, we are;
One equal-temper of heroic hearts,
Made weak by time and fate, but strong in will
To strive, to seek, to find, and not to yield.



Os pongo también la traducción que he encontrado en internet:

De nada sirve que viva como un rey inútil
junto a este hogar apagado, entre rocas estériles,
el consorte de una anciana, inventando y decidiendo
leyes arbitrarias para un pueblo bárbaro,
que acumula, y duerme, y se alimenta, y no sabe quién soy.
No encuentro descanso al no viajar; quiero beber
la vida hasta las heces. Siempre he gozado
mucho, he sufrido mucho, con quienes
me amaban o en soledad; en la costa y cuando
con veloces corrientes las constelaciones de la lluvia
irritaban el mar oscuro. He llegado a ser famoso;
pues siempre en camino, impulsado por un corazón hambriento,
he visto y conocido mucho: las ciudades de los hombres
y sus costumbres, climas, consejos y gobiernos,
no siendo en ellas ignorado, sino siempre honrado en todas;
y he bebido el placer del combate junto a mis iguales,
allá lejos, en las resonantes llanuras de la lluviosa Troya.
Formo parte de todo lo que he visto;
y, sin embargo, toda experiencia es un arco a través del cual
se vislumbra un mundo ignoto, cuyo horizonte huye
una y otra vez cuando avanzo.
¡Qué fastidio es detenerse, terminar,
oxidarse sin brillo, no resplandecer con el ejercicio!
Como si respirar fuera la vida. Una vida sobre otra
sería del todo insuficiente, y de la única que tengo
me queda poco; pero cada hora me rescata
del silencio eterno, añade algo,
trae algo nuevo; y sería despreciable
guardarme y cuidarme el tiempo de tres soles,
y refrenar este espíritu ya viejo, pero que arde en el deseo
de seguir aprendiendo, como se sigue a una estrella que cae,
más allá del límite más extremo del pensamiento humano.


Éste es mi hijo, mi propio Telémaco,
a quien dejo el cetro y esta isla.
Lo quiero mucho; tiene el criterio para triunfar
en esta labor, para civilizar con prudente paciencia
a un pueblo rudo, y para llevarlos lentamente
a que se sometan a lo que es útil y bueno.
Es del todo impecable, dedicado completamente
a los intereses comunes, y se puede confiar
en que sea compasivo y cumpla los ritos
con que se adora a los dioses tutelares
cuando me haya ido. Él hace lo suyo, yo, lo mío.


Allí está el puerto; el barco extiende sus velas;
allí llama el amplio y oscuro mar. Vosotros, mis marineros,
almas que habéis trabajado y sufrido y pensado junto a mí,
y que siempre tuvisteis una alegre bienvenida
tanto para los truenos como para el día despejado, recibiéndolos
con corazones libres e inteligencias libres, vosotros y yo hemos envejecido.
La ancianidad tiene todavía su honra y su trabajo.
La muerte lo acaba todo: pero algo antes del fin,
alguna labor excelente y notable, todavía puede realizarse,
no indigna de quienes compartieron el campo de batalla con los dioses.
Las estrellas comienzan a brillar sobre las rocas:
el largo día avanza hacia su fin; la lenta luna asciende; los hondos
lamentos son ya de muchas voces. Venid, amigos míos.
No es demasiado tarde para buscar un mundo nuevo.
Zarpemos, y sentados en perfecto orden hiramos
los resonantes survos, pues me propongo
navegar más allá del poniente y el lugar en que se bañan
todos los astros del occidente, hasta que muera.
Es posible que las corrientes nos hundan y destruyan;
es posible que demos con las Islas Venturosas,
y veamos al gran Aquiles, a quien conocimos.
A pesar de que mucho se ha perdido, queda mucho; y, a pesar
de que no tenemos ahora el vigor que antaño
movía la tierra y los cielos, lo que somos, somos:
un espíritu ecuánime de corazones heroicos,
debilitados por el tiempo y el destino, pero con una voluntad decidida
a combatir, buscar, encontrar y no ceder.
 
No soy muy aficionado a la poesia pero hay un relato de Stanislaw Lem que tuvo que ser una autentica putada para el traductor (el original estaba en Polaco, lenguaje notoriamente rico y extremadamente dificil). El relato cuenta la construccion del poeta definitivo, el Electrobardo. Para probar las habilidades del Eletrobardo le van pidiendo cada vez cosas mas dificiles:

Aquí se interrumpió el poema: Trurl arrancó con rabia un cable, la máquina tuvo un estertor y se quedó muda. Clapaucio reía tanto que tuvo que sentarse en el suelo. Trurl seguía zarandeando los cables y manecillas, de repente hubo un chasquido, una sacudida, y la máquina pronunció en voz pausada y concreta:

Egoísmos, envidias -cosas de bastardo-.
Lo verá el que quiere con Electrobardo
Medirse: un enano. Pero, ¡oh, Clapaucio,
Yo, grandioso poeta, pronto te desahucio!

-¡Vaya! ¡No me digas! ¡Un epigrama! ¡Muy oportuno! -exclamaba Trurl, girando sobre sí mismo cada vez más abajo, ya que estaba bajando a la carrera por una estrecha escalerita de caracol, hasta que, saltando afuera, casi chocó con su colega, que había cesado de reír, un tanto sorprendido.

-Es malísimo -dijo en seguida Clapaucio-. Además, ¡no es él, sino tú!

-Yo, ¿qué?


-Lo has compuesto tú de antemano. Lo reconozco por el primitivismo, la malicia sin vigor y la pobreza de rimas.

-¿Eso crees? ¡Muy bien! ¡Pídele otra cosa! ¡Lo que quieras! ¿Por qué no dices nada? ¿Tienes miedo?

-No tengo ningún miedo. Estoy pensando -contestó Clapaucio, nervioso, esforzándose en encontrar un tema de lo más difícil, ya que suponía, no sin razón, que la discusión acerca de la perfección (o los defectos) del poema compuesto por la máquina sería ardua de zanjar.

-¡Que haga un poema sobre la ciberótica! -dijo de pronto, sonriendo-. Quiero que tenga máximo seis versículos y que se hable en ellos del amor y de la traición, de la música, de altas esferas, de los desengaños, del incesto, todo en rimas, ¡y que todas las palabras empiecen por la letra C!

-¿Por qué no pides de paso que incluya también toda la teoría general de la automática infinita? -chillaba Trurl, fuera de sí-. ¡No se puede poner condiciones tan creti...

La frase quedó sin terminar, porque ya vibraba en la nave el suave barítono:

El ciberotómano Cassio, cruel y cínico,
Cuando condesa Clara cortaba claveles,
Clamó: «¡En mi corazón candente cántico
El cupido te canta a cien centibeles!»
Cándida, le creía.. Cassio casquivano
Camela a la cuñada de cogote cano;

-¿Qué? ¿Qué te parece? -Trurl le miraba con los brazos en jarras, pero Clapaucio ya estaba gritando:

-¡Ahora con la G! ¡Un cuarteto sobre un ser que era al mismo tiempo una máquina pensante e irreflexiva, violenta y cruel, que tenía dieciséis concubinas, alas, cuatro cofres pintados y en cada uno mil rnonedas de oro con el perfil del emperador Murdebrod, dos palacios, y que llenaba su vida con asesinatos y...

Golestano garboso gastaba gonela...

Empezó a recitar la máquina, pero Trurl saltó hacia la consola, pulsó el interruptor y, protegiéndolo con su cuerpo, dijo con voz ahogada:

-¡Se acabaron las bromas tontas! ¡No permitiré que se malogre un gran talento! ¡O encargas poemas decentes, o se levanta la sesión!

-¿Qué pasa? ¿No son versos decentes?... quiso discutir Clapaucio.

-¡No! ¡Son unos rompecabezas, unos trabalenguas! ¡No he construido la máquina para que resolviera crucigramas idiotas! ¡Lo que tú le pides son malabarismos, y no el Gran Arte! Dale un tema serio, aunque sea difícil.

Clapaucio pensó, pensó mucho, hasta que de pronto frunció el ceño y dijo:

-De acuerdo. Que hable del amor y de la muerte pero expresándose en términos de matemáticas superiores, sobre todo los del álgebra de tensores. Puede entrar también la topología superior y el análisis. Que el poema sea fuerte en erótica, incluso atrevido, y que todo pase en las esferas cibernéticas.

-Estás loco. ¿Sobre el amor en el lenguaje matemático? No, verdaderamente, deberías cuidarte -dijo Trurl, pero se calló en seguida: el Electrobardo se puso a recitar:

Un ciberneta joven potencia extremas
Estudiaba, y grupos unimodulares
De Ciberias, en largas tardes estivales,
Sin vivir del Amor grandes teoremas.

¡Huye...!¡Huye, Laplace, que llenas mis días!
¡Tus versores, vectores que sorben mis noches!
¡A mí contraimagen! Los dulces reproches
Oír de mi amante, oh, alma, querías.

Yo temblores, estigmas, leyes simbólicas
Mutaré en contactos y rayos hertzianos,
Todos tan cascadantes, tan archi- rollanos
Que serán nuestras vidas libres y únicas.

¡Oh, clases transfinitas! ¡Oh, cuánta potentes!
¡Continuum infinito! ¡Presistema blanco!
Olvido a Christoffel, a Stokes arranco
De mi ser. sólo quiero tus suaves mordientes.

De escalas plurales abismal esfera
¡Enseña al esclavo de Cuerpos primarios
Contada en gradientes de soles terciarios
Oh, Ciberias altiva, bimodal entera!

Desconoce deleites quien, a esta hora,
En el espacio de Weyl y en el estudio
Topológico de Brouwer no ve el preludio
Al análisis de curvas que Moebius ignora.

¡Tu, de los sentimientos caso comitante!
Cuánto debe amarte, tan solo lo siente
Quien con los parámetros alienta su mente
Y en nanosegundos sufre, delirante.

Como al punto, base de la holometría,
Quitan coordenadas asíntotas cero,
Así el ciberneta, último, postrero
Soplo de vida quita del amor porfía
 
Me encanta este hilo. Esta tarde añado alguna otra colaboración de altura.

¿He leido Rimbaud por ahí?...
 
Hace tiempo que nadie postea nada por aquí, lo haré yo con un poema de García Lorca del libro Poeta en Nueva York. Ilustra muy bien lo que es el mundo del capitalismo salvaje.



NEW YORK (OFICINA Y DENUNCIA)
A Fernando Vela


Debajo de las multiplicaciones
hay una gota de sangre de pato.
Debajo de las divisiones
hay una gota de sangre de marinero.
Debajo de las sumas, un río de sangre tierna;
un río que viene cantando
por los dormitorios de los arrabales,
y es plata, cemento o brisa
en el alba mentida de New York.
Existen las montañas, lo sé.
Y los anteojos para la sabiduría,
lo sé. Pero yo no he venido a ver el cielo.
He venido para ver la turbia sangre,
la sangre que lleva las máquinas a las cataratas
y el espíritu a la lengua de la cobra.
Todos los días se matan en New York
cuatro millones de patos,
cinco millones de cerdos,
dos mil palomas para el gusto de los agonizantes,
un millón de vacas,
un millón de corderos
y dos millones de gallos
que dejan los cielos hechos añicos.
Más vale sollozar afilando la navaja
o asesinar a los perros en las alucinantes cacerías
que resistir en la madrugada
los interminables trenes de leche,
los interminables trenes de sangre,
y los trenes de rosas maniatadas
por los comerciantes de perfumes.
Los patos y las palomas
y los cerdos y los corderos
ponen sus gotas de sangre
debajo de las multiplicaciones;
y los terribles alaridos de las vacas estrujadas
llenan de dolor el valle
donde el Hudson se emborracha con aceite.
Yo denuncio a toda la gente
que ignora la otra mitad,
la mitad irredimible
que levanta sus montes de cemento
donde laten los corazones
de los animalitos que se olvidan
y donde caeremos todos
en la última fiesta de los taladros.
Os escupo en la cara.
La otra mitad me escucha
devorando, cantando, volando en su pureza
como los niños en las porterías
que llevan frágiles palitos
a los huecos donde se oxidan
las antenas de los insectos.
No es el infierno, es la calle.
No es la muerte, es la tienda de frutas.
Hay un mundo de ríos quebrados y distancias inasibles
en la patita de ese gato quebrada por el automóvil,
y yo oigo el canto de la lombriz
en el corazón de muchas niñas.
Óxido, fermento, tierra estremecida.
Tierra tú mismo que nadas por los números de la oficina.
¿Qué voy a hacer, ordenar los paisajes?
¿Ordenar los amores que luego son fotografías,
que luego son pedazos de madera y bocanadas de sangre?
No, no; yo denuncio,
yo denuncio la conjura
de estas desiertas oficinas
que no radian las agonías,
que borran los programas de la selva,
y me ofrezco a ser comido por las vacas estrujadas
cuando sus gritos llenan el valle
donde el Hudson se emborracha con aceite.
 
Ahí va una selección de Cavafis, la traducción la he hallado por internte y poseo una más satisfactoria, pero tendréis que conformaros con ésta.


MURALLAS

Sin consideración, sin piedad, sin pudor
en torno mío han levantado altas y sólidas murallas.

Y ahora permanezco aquí en mi soledad.
Meditando en mi destino: la suerte roe mi espíritu:

tanto como tenía que hacer.
Cómo no advertí que levantaban esos muros.

No escuché trabajar a los obreros ni sus voces.
Silenciosamente me tapiaron el mundo.



VENTANAS

En esas habitaciones oscuras donde vivo
pesados días, con qué anhelo contemplo a veces
las ventanas. -Cuándo se abrirá
una de ellas y qué han de traerme-.
Pero esa ventana no se encuentra, o yo no sé
hallarla. Y quizás mejor sea así.
Quizá esa luz fuese para mí otra tortura.
Quién sabe cuántas cosas nuevas mostraría.



CHE FECE... IL GRAN RIFIUTO

A cada uno le llega el día
de pronunciar el gran Sí o el gran
No. Quien dispuesto lo lleva
Sí manifiesta, y diciéndolo

progresa en el camino de la estima y la seguridad.
El que rehúsa no se arrepiente. Si de nuevo lo interrogasen
diría no de nuevo. Pero ese
no -legítimo- lo arruina para siempre.



DESEOS

Como bellos cuerpos que la muerte tomara en juventud
y hoy yacen, bajo lágrimas, en mausoleos espléndidos,
coronados de rosas y a sus pies jazmines -
así aquellos deseos de una hora
que no fue satisfecha; los que nunca gozaron
el placer de una noche, o una radiante amanecida.



MONOTONÍA

Sigue un día monótono a otro día igualmente
monótono, idéntico. Las mismas
cosas sucederán de nuevo, una y otra vez -
las mismas circunstancias nos toman y nos dejan.

A un mes sigue otro mes igual.
Lo que vendrá fácilmente se adivina;
serán las mismas cosas de ayer.
Y el mañana nunca parece ese mañana.



LA CIUDAD

Dices «Iré a otra tierra, hacia otro mar
y una ciudad mejor con certeza hallaré.
Pues cada esfuerzo mío está aquí condenado,
y muere mi corazón
lo mismo que mis pensamientos en esta desolada languidez.
Donde vuelvo mis ojos sólo veo
las oscuras ruinas de mi vida
y los muchos años que aquí pasé o destruí».
No hallarás otra tierra ni otra mar.
La ciudad irá en ti siempre. Volverás
a las mismas calles. Y en los mismos suburbios llegará tu vejez;
en la misma casa encanecerás.
Pues la ciudad siempre es la misma. Otra no busques
-no hay-,
ni caminos ni barco para ti.
La vida que aquí perdiste
la has destruido en toda la tierra.



CUANTO PUEDAS

Si imposible es hacer tu vida como quieres,
por lo menos esfuérzate
cuanto puedas en esto: no la envilezcas nunca
en contacto excesivo con el mundo,
con una excesiva frivolidad.

No la envilezcas
en el tráfago inútil
o en el necio vacío
de la estupidez cotidiana,
y al cabo te resulte un huésped inoportuno.



FUI

Nada me retuvo. Me liberé y fui.
Hacia placeres que estaban
tanto en la realidad como en mi ser,
a través de la noche iluminada.
Y bebí un vino fuerte, como
sólo los audaces beben el placer.



CONFRONTACIÓN

Quien confrontar su espíritu desee
debe abandonar toda sumisión.
Observará algunas leyes
Pero violará la mayoría,
No obedeciéndolas, como
Tampoco la por todos aceptada falsa rectitud.
Aprenderá de los placeres.
No temerá la destrucción,
Pues la mitad de la heredad ha de ser demolida.
Sólo así crecerá virtuosamente en la Sabiduría.



EL OLVIDO

Encerradas en un invernadero
bajo el cristal, las flores olvidan
que la luz existe
y cómo temblaban bajo el rocío.



QUIEN VINO A MENOS

Qué difícil para quien vino a menos,
para quien vio declinar su fortuna, aprender el nuevo
lenguaje de la pobreza, otros caminos.

Cómo sentir suya esa otra casa, extraña, miserable.
Qué dolor en su corazón cuando avance por las calles
hacia esa puerta que lo socorrerá,
y contemple la campanilla, y toque.
Cómo repetirá «gracias» mientras coge
el pedazo de pan, la ropa usada.
Cómo hará frente a esas frías miradas
en las que sólo encuentra el espejo de su miseria.

Cómo enseñará a sus labios
a hablar ahora humildemente;
¡y cómo bajará la cabeza este espíritu antes orgulloso!
Cómo escuchar ahora ese idioma
Del que cada palabra sólo puede herirle - Y al mismo tiempo
hacer como si todo eso fuera extraño,
como si él solamente fuera un incomprendido.



EL BANCO DEL FUTURO

Para asegurar mi ardua existencia
no ingresaré muchas letras de cambio
en el Banco del futuro.

Dudo tener nunca un gran capital.
Y comienzo a temer que en la primera crisis
repentinamente se cancelen los pagos.



ADICIÓN

No pregunto si soy feliz o no.
Pero hay algo que permanece siempre alegre en mi cabeza:
que en la gran suma -esa suma que aborrezco-
de sus demasiados números, yo no soy uno,
no soy una de esas unidades. Yo no fui contado
en el total. Y eso ya me alegra suficientemente.
 
Cavafis era un maricón genial.

Ahí va unas poesías de uno de nuestros Grandes, el primer poema vendría que ni pintado con los tiempos que corren. En fin, dejo ya mi torpe hablar y os dejo con la voz alada de Francisco de Quevedo, el amado de las Musas:

Miré los muros de la patria mía

Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
de la carrera de la edad cansados,
por quien caduca ya su valentía.

Salíme al campo, vi que el sol bebía
los arroyos del hielo desatados,
y del monte quejosos los ganados,
que con sombras hurtó su luz al día.

Entré en mi casa, vi que amancillada
de anciana habitación era despojos;
mi báculo más corvo y menos fuerte.

Vencida de la edad sentí mi espada,
y no hallé cosa en que poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.

Maravilloso soneto.

Letrilla satírica
Poderoso caballero es don Dinero.

Madre, yo al oro me humillo;
él es mi amante y mi amado,
pues de puro enamorado,
de continuo anda amarillo;
que, pues doblón o sencillo,
hace todo cuanto quiero,
poderoso caballero
es don Dinero.

Nace en las Indias honrado,
donde el mundo le acompaña;
viene a morir en España
y es en Génova enterrado.
Y pues quien le trae al lado
es hermoso, aunque sea fiero,
poderoso caballero
es don Dinero.

Es galán y es como un oro,
tiene quebrado el color,
persona de gran valor,
tan cristiano como moro;
pues que da y quita el decoro
y quebranta cualquier fuero,
poderoso caballero es
don Dinero.

Son sus padres principales
y es de nobles descendiente,
porque en las venas de Oriente
todas las sangres son reales;
y pues es quien hace iguales
al duque y al ganadero,
poderoso caballero
es don Dinero.

Mas, ¿a quién no maravilla
ver en su gloria sin tasa
que es lo menos de su casa
doña Blanca de Castilla?
Pero pues da al bajo silla
y al cobarde hace guerrero,
poderoso caballero
es don Dinero.

Sus escudos de armas nobles
son siempre tan principales,
que sin sus escudos reales
no hay escudos de armas dobles;
y pues a los mismos robles
da codicia su minero,
poderoso caballero
es don Dinero.

Por importar en los tratos
y dar tan buenos consejos,
en las casas de los viejos
gatos le guardan de gatos.
Y pues él rompe recatos
y ablanda al juez más severo,
poderoso caballero
es don Dinero.

Y es tanta su majestad
(aunque son sus duelos hartos),
que con haberle hecho cuartos
no pierde su autoridad:
pero pues da calidad
al noble y al pordiosero,
poderoso caballero
es don Dinero.

Nunca vi damas ingratas
a su gusto y afición,
que las caras de un doblón
hacen sus caras baratas.
Y pues las hace bravatas
desde una bolsa de cuero,
poderoso caballero
es don Dinero.

Más valen en cualquier tierra,
(mirad si es harto sagaz),
sus escudos en la paz,
que rodelas en la guerra.
Y pues al pobre lo entierra
y hace propio al forastero,
poderoso caballero
es don Dinero.
 
Jaime Sabines

Hola , les presento a uno de los autores Mexicanos más representativos del siglo XX : Jaime Sabines. Nació en el Estado Mexicano de Chiapas, Hijo de Padre Libanés y Madre Mexicana, es una verdadera delicia leerle, les dejo con uno de sus poemas mas conocidos:

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Los amorosos

Los amorosos callan.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.
Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan.

Los amorosos andan como locos
porque están solos, solos, solos,
entregándose, dándose a cada rato,
llorando porque no salvan al amor.
Les preocupa el amor. Los amorosos
viven al día, no pueden hacer más, no saben.
Siempre se están yendo,
siempre, hacia alguna parte.
Esperan,
no esperan nada, pero esperan.
Saben que nunca han de encontrar.
El amor es la prórroga perpetua,
siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
Los amorosos son los insaciables.
Los que siempre -¡qué bueno!- han de estar solos.

Los amorosos son la hidra del cuento.
Tienen serpientes en lugar de brazos.
las venas del cuello se les hinchan
también como serpientes para asfixiarlos.
Los amorosos no pueden dormir
porque si se duermen se los comen los gusanos.

En la obscuridad abren los ojos
y les cae en ellos el espanto.

Encuentran alacranes bajo la sábana
y su cama flota como sobre un lago.

Los amorosos son locos, sólo locos,
sin Dios y sin diablo.

Los amorosos salen de sus cuevas
temblorosos, hambrientos,
a cazar fantasmas.
Se ríen de las gentes que lo saben todo,
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
de las que creen en el amor como en una lámpara de inagotable aceite.

Los amorosos juegan a coger el agua,
a tatuar el humo, a no irse.
Juegan el largo, el triste juego del amor.
Nadie ha de resignarse.
Dicen que nadie ha de resignarse.
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.

Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
la muerte les fermenta detrás de los ojos,
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.

Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,
a mujeres que duermen con la mano en el sexo,
complacidas, a arroyos de agua tierna y a cocinas.
Los amorosos se ponen a cantar entre labios
una canción no aprendida.
Y se van llorando, llorando
la hermosa vida
 
Luis Cernuda

Si el hombre pudiera decir



Si el hombre pudiera decir lo que ama,

Si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo

Como una nube en la luz;

Si como muros que se derrumban,

Para saludar la verdad erguida en medio,

Pudiera derrumbar su cuerpo, dejando solo la verdad de su amor,

La verdad de sí mismo,

Que no se llama gloria, fortuna o ambición,

Sino amor o deseo,

Yo sería aquel que imaginaba;

Aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos

Proclama ante los hombres la verdad ignorada,

La verdad de su amor verdadero.



Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien

Cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;

Alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina,

Por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,

Y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu

Como leños perdidos que el mar anega o levanta

Libremente, con la libertad del amor,

La única libertad que me exalta,

La única libertad por que muero.



Tú justificas mi existencia:

Si no te conozco, no he vivido;

Si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.



Los placeres prohibidos (1931)
 
Excelente salida del armario de Cernuda, otro bujarra de nivel.


Ahí van unas cuantas bagatelas de Robert Graves, tan sencillos son que no necesitan traductor/traidor:

Counting The Beats (verse 1)

You, love, and I,
(He whispers) you and I,
And if no more than only you and I
What care you or I?


Hooded Flame

Child, though I sorrow, I shall never grieve.
Grief is to mourn a flame extinguished,
Sorrow, to find it hooded for the hour
When planetary influences deceive
And hope, like wine, turns sour.


The White Goddess

All saints revile her, and all sober men
Ruled by the God Apollo's golden mean -
In scorn of which we sailed to find her
In distant regions likeliest to hold her
Whom we desired above all things to know,
Sister of the mirage and echo.

It was a virtue not to stay,
To go our headstrong and heroic way
Seeking her out at the volcano's head,
Among pack ice, or where the track had faded
Beyond the cavern of the seven sleepers:
Whose broad high brow was white as any leper's,
Whose eyes were blue, with rowan-berry lips,
With hair curled honey-coloured to white hips.

The sap of Spring in the young wood a-stir
Will celebrate with green the Mother,
And every song-bird shout awhile for her;
But we are gifted, even in November
Rawest of seasons, with so huge a sense
Of her nakedly worn magnificence
We forget cruelty and past betrayal,
Heedless of where the next bright bolt may fall.


The Siren's Welcome to Cronos

Cronos the Ruddy, steer your boat
Toward Silver Island whence we sing;
Here you shall pass your days.

Through a thick-growing alder-wood
We clearly see, but are not seen,
Hid in a golden haze.

Our hair the hue of barley sheaf,
Our eyes the hue of blackbird's egg,
Our cheeks like asphodel.

Here the wild apple blossoms yet;
Wrens in the silver branches play
And prophesy you well.

Here nothing ill or harsh is found.
Cronos the Ruddy, steer your boat
Across these placid straits,

With each of us in turn to lie
Taking your pleasure on young grass
That for your coming waits.

No grief nor gloom, sickness nor death.
Disturbs our long tranquility;
No treachery, no greed.

Compared with this, what are the plains
Of Elis, where you ruled as king?
A wilderness indeed.

A starry crown awaits your head,
A hero feast is spread for you:
Swineflesh, milk and mead.
 
Unos cuantos poemas de Safo

(16 c)

Lo que una ama

Dicen unos que una tropa de jinetes, otros la infantería
Y otros que una escuadra de navíos, sobre la tierra
Oscura es lo más bello; mas yo digo
Que es lo que una ama.

Y es muy fácil hacerlo comprensible
A todos: pues aquella que tanto destacaba
En belleza entre todos los humanos, Helena,
A su muy noble esposo

Dejándolo tras sí marchó a Troya embarcada
Y en nada de su hija o de sus padres
Amados se acordó, sino que la sedujo
Cipris.

... Porque ahora me has hecho recordar a Anactoria,
que no está junto a mí,
y de ella quisiera contemplar
su andar que inspira amor y el centelleo radiante de su rostro
antes que los carruajes de los lidios y antes que los soldados
en pie de guerra.


(23 c)

No a Hermíone

De Eros esperaba...

Al verte frente a mí
Quisiera, no ya a Hermíone,
Sino a la rubia Helena compararte

Si lícito es acaso a las mortales.
Y entiende esto en tu pecho:
De todos mis pesares a cambio yo daría

... las orillas cubiertas de rocío
... a las dos
... festejar toda la noche


(31 c)

La pasión

Un igual a los dioses me parece
El hombre aquel que frente a ti se sienta,
De cerca y cuando dulcemente hablas
Te escucha, y cuando ríes

Seductora. Esto —no hay duda— hace
Mi corazón volcar dentro del pecho.
Miro hacia ti un instante y de mi voz
Ni un hilo ya me acude,

La lengua queda inerte y un sutil
Fuego bajo la piel fluye ligero
Y con mis ojos nada alcanzo a ver
Y zumban mis oídos;

Me desborda el sudor, toda me invade
Un temblor, y más pálida me vuelvo
Que la hierba. No falta —me parece—
Mucho para estar muerta.


(41 c)

Lo inmutable

Para las bellas
—para vosotras—mi pensamiento
nunca es mudable.
 
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