LA VERDAD DEFINITIVA SOBRE LA INFIDELIDAD.
Se puede seguir creyendo en los conceptos con los que la literatura y lo políticamente correcto nos intoxican o bajar a la tierra y mirar a la verdad a la cara: el modelo actual de pareja agoniza, los vínculos son efímeros e ilusorios, imposibles, caducos. El amor se ha convertido en un arrebato frenético que no perdura ni florece a largo plazo. No hay poso, no hay residuos, no hay permanencia. El nuevo modelo de relación implantando en los últimos 30 años no funciona, se resquebraja a la velocidad de la luz, ha entrando en caída libre y las cosa se van a a poner peor. La desbordante y desoladora cantidad de divorcios que hoy dia asola el país y que desestructura familias, arrasa hogares y condena a los cachorros a crecer sin referentes y nos convierten en una sociedad amputada de valores e infancias felices, podría mitigarse en gran medida si la infidelidad se tratara en su dimensión real, asumiendola como parte inherente de la naturaleza masculina y sus servidumbres biológicas. Deja al hombre comportarse como tal y será un marido entregado y un ciudadano ejemplar. Mejor un infiel feliz que un contenido y leal hijo de puta insatisfecho. Mejor ser "inmoral" que rumiar amargura y bilis en perfecto e inalterable compromiso.
Partimos de un error fundamental. No se puede juzgar de la misma forma la infidelidad (sexual) del hombre y la de la mujer. No es posible considerar y valorar el mismo hecho cometido por individuos con diferentes talentos y aptitudes. El instinto sexual del hombre es básicamente imperialista, colonizador, su cuerpo esta diseñado para cubrir decenas de miles de hembras a lo largo de su vida. Si tuviera la oportunidad material de ponerlo en práctica, cualquier hombre está biológica y emocionalmente preparado para engendrar, desde los 14 a los 60 años, miles hijos. En cambio la naturaleza de la mujer es conservadora, estática, sus condiciones físicas rara vez pueden dar lugar a una camada de más de diez descendientes a lo largo de toda su vida fértil. En el macho su voluptuosidad impuesta por los genes le obliga a la expansión, mientras que en las hembras toda sus arquitectura física y mental esta dirigida a contraerse y asegurar. El hombre esta diseñado para fecundar sin consecuencias y de manera ininterrumpida.
Las cualidades físicas de la mujer y del hombre son distintas, las competiciones deportivas y las pruebas de acceso a determinados puestos (policia, bombero...) se adaptan a las posibilidades de cada uno. No se le pide a una mujer que haga lo mismo que un hombre, porque sus aptitudes físicas no lo permiten. Sin embargo, en el terreno sexual, otra manifestación física de nuestro ser, volvemos a reclamar una igualdad que otros ámbitos físicos no contemplamos por la evidente diferencias en las prestaciones que ofrecen cada género. Le pedimos al varón que tenga un comportamiento sexual parejo al de la mujer. Exigimos como algo natural que el macho, que presenta unos niveles de testosterona entre 11 y 20 veces mayores que la hembra y que por lo tanto tienes unos instintos sexuales infinitamente mayores, guarde la proporción que su compañera le pide. Ella es fiel y él por lo tanto debe serlo. Ella controla sus impulsos y el debe hacer lo mismo
Aqui está la clave, ESTA ES LA MENTIRA en la que se han basado las relaciones en los últimas décadas. La mujer no es fiel, no es azuzada por ningún instinto, no es tentada en la misma medida que el hombre, porque las exigencias a las que la someten sus hormonas son insignificantes en comparación a la manera en la que fustigan al macho sus genes de conquistador sexual.Es como si Bolt nos recriminará por no ser capaces de correr los 100 metros en menos de 10 segundos siendo algo tan sencillo y accesible para él. Le cuesta un esfuerzo, claro, una dedicación, no lo dudo, pero EL lo hace sin problemas, ha nacido para hacerlo. "Ey, si yo puedo, vosotros también" No es lo mismo Bolt, tu eres tu, con tus condiciones innatas y yo soy yo con mis limitaciones. Con la fidelidad es lo mismo.
"Para, para, machista, que a nosotras también nos gusta el sexo como a los tíos" No es verdad, no se puede dar el mismo valor al sexo cuando tu deseo sexual (testosterona) es ridículo al lado del impulso que somete la voluntad de varón. Es más, algo que se alcanza sin esfuerzo, algo regalado, algo que consigues silbando y escuchando la mejor oferta no motiva ni invita a la locura. La mujer nunca va a poder encontrar las relaciones sexuales igual de apasionantes y magnéticas que el hombre. Algo que es tan FÁCIL y ACCESIBLE, no es atractivo. Desde los 14 años hasta los 40, y si me apuras hasta los 60, cualquier mujer con un físico mediocre tiene ejércitos de pollas a su disposición. Para ella lo normal, lo lógico, lo natural es rechazarlas, es considerar el sexo como algo divertido y complementario pero sin el valor que un hombre, que suda sangre para follar, puede reconocerle. Decir no a una polla ( ser fiel) es lo que lleva haciendo toda su vida. Insisto, las mujeres no son fieles, sólo se dejan llevar.
La legislación reconoce y distingue. No pide lo mismo a un hombre que a un mujer cuando se pone el físico en juego. Para ellas se adaptan los requisitos deportivos para acceder a determinados puestos. Se establecen pruebas según el género en las competiciones deportivas. Y lo que es más importante NO SE JUZGAN IGUAL LOS ACTOS DE LOS HOMBRES QUE LOS DE LAS MUJERES: LA LEY VIOLENCIA DE GÉNERO. La ley establece que no se puede juzgar con la misma gravedad la agresión de un hombre que la de una mujer, porque SON DISTINTOS, las consecuencias de sus hechos lo son porque son provocados por naturalezas diferentes. Con la infidelidad debería ocurrir lo mismo. El mismo pecado cometido por distinto género debe tener diferente sanción.
Insisto en la diferencia entre el hombre y la mujer. En su constitución, en su biología y en su carga hormonal y su sexualidad. Insisto en el inexistente valor de la fidelidad sexual de las hembras, acostumbradas al agasajo de miles de rabo que desprecian sin duelo ninguno. Insisto tambien en el peaje de desvelos y talento que necesita pagar un hombre para acceder a un coño. Cuando un hombre rechaza a un coño que accede a ser penetrado, pierde una oportunidad. Cuando una mujer rechaza a una polla que ofrece galante y solícita, no pierde ni el tiempo. Haceros una pregunta ¿es la fidelidad de las hembras consecuencia de su contención y compromiso, de su amor y sacrificio? ¿ O es el resultado de su menor institno sexual unido a una mayor permeabilidad de las mujeres a las restricciones sociales? Si una mujer tuviera los instintos sexuales al mismo nivel que los hombres y una deshinibición carnal como la de los machos, nos convertían en santos a todos. La palabra tragapollas apenas serviría para expresar una mínima parte de sus hazañas. Una mujer no es fiel, es lo único que puede ser.
En estas circunstancias la moral imperante es categórica. Si has nacido para saltar de coño en coño como un simio incapaz de controlarse, si no puedes guardar tu polla para el lecho conyugal, asúmelo y no te comprometas, no participes del vínculo marital, no te emparejes ni pases por el registro civil a por tu libro de familia. Sólo los fieles tienen derecho a comprometerse, sólo los fieles, mientras estén dispuestos a mantener vigente su pacto de lealtad, pueden ser merecedores de amar y ser amados. Únicamente los leales aman y son capaces de comprender y experimentar el verdadero amor.
¿Pero quien es fiel? ¿Y por cuanto tiempo? ¿Que porcentaje de hombres es capaz de ser fiel a una sóla mujer durante 10 años, o 20 o 30? ¿Debe cambiar de pareja cada vez que su lujuria incontrolable le impida cumplir sus compromisos? ¿Es esto social y emocionalmente asumible? ¿Finiquitar una relación que funciona y hace feliz a ambos miembros cada vez que el varón sienta la irresistible llamada de la selva? ¿Asi es como deben criarse nuestros hijos? ¿Así es como vamos a funcionar a partir de ahora? Separarse cada vez que se visita un coño ajeno por pura distracción no es viable. Interrumpir las visitas, una quimera sólo apta para idelistas. No se puede construir una sociedad en la que tan sólo un 10%-20% de los hombres (y soy muy generoso) serían capaces de superar la criba impuesta y cumplir con el compromiso de la fidelidad durante un periodo de tiempo aceptable (para toda la vida ni locos) ¿Que hacemos con el 80% de hombres infieles por naturaleza? ¿Que hacen las mujeres ante una perspectiva así? Si la mayoría de los hombres no pueden ser fieles y la mayoría de las mujeres no aceptan un plan B ¿Que hacemos? ¿Le damos sepultura al matrimonio? ¿Nos juntamos con fines exclusivamente lúdicos y reproductivos? .
En todas las demás virtudes se concede cierta flexibilidad y cierto margen de error. Hay que ser generoso, pero todo el mundo comprende que a veces uno puede pecar de egoista. Hay que ser sincero, pero se acepta que no es siempre posible decir la verdad. Hay que ser comprensivo, pero a veces es inevitable dejarse llevar por extremismos. Hay que saber dialogar, pero no podemos evitar encastillarnos en nuestras propias opiniones.. No somos santos, debemos reconocer nuestra servil debilidad. No somos puro ideal recubierto de carne inexpresiva, es normal equivocarse, es humano, nadie es un monstruo por cometer errores. Salvo que faltemos a la virtud suprema de la fidelidad. Da igual que hayas sido un padre ejemplar y que a tu mujer no le haya faltado ni uno sólo de los caprichos y necesidades que reclamaba su felicidad. Si eres infiel, todas tus virtudes, tu entrega, tu amor, tu sacrifico y compromiso en todas las demás obligaciones maritales, no valen nade. Una cana al aire es peor que un asesinato. La apoyaste como madre y mujer, la acompañaste al pie de la cama en el hospital, fuiste el hombro donde llorar y el aliento en la tormenta y el desánimo. Da igual lo que hayas hecho por ella, todo era mentira porque fuiste infiel.
Es triste pero es verdad, la pareja, y años antes el amor y la pasión, salvo bellas excepciones, está en pleno proceso de descomposición y estoy convencido de que cierta liberalidad en las costumbres sexuales y las posibilidades de maniobra del macho, podría servir como revitalizante. Hablar de moral es ridículo, es jugar a ser algo más que los simples mamíferos dotados de capacidad de abstacción que en realidad somos. Los principios son simples fuegos artificiales, apariencia teórica incapaz de contener la naturaleza carnal, lúbrica y efervescente del ser humano.