El primer chumino que ví y toqué sería a la edad de 11 o 12 años. A esa edad no me zurraba la sardina todavía. Lo que lo petaba a esa edad entre mis amiguetes y yo eran los ninjas. Teníamos una especie de CLUB NINJA ULTRASECRETO donde nos fabricábamos nunchakus, estrellitas, arcos y flechas, en fin, toda la parafernalia. Además hacíamos un entrenamiento especial para ninjas (porque debíamos realizar misiones) que incluía subir vallas metálicas (básicamente para recuperar el balón de fútbol ninja empeñado), combate ninja cuerpo a cuerpo (que incluía tirar tierra a los ojos y darse mamporros), pirotecnia y arte de evasión ninja (fundamentalmente tirar un petardo al suelo y salir pitando). Lo ninja era la hostia y la regla primordial era: PROHIBIDO NIÑAS.
Sin embargo nuestras acciones no pasaban desapercibidas para alguna de ellas, no sé que verían en media docena de niños (con la camiseta atada en la cabeza de forma que solo se vieran los ojos) de atractivo. Supongo que es el misterio del ninja.
Total, había una en particular que nos daba por el culo bastante a mí y a mi segundo en el mando para entrar en nuestro CLUB NINJA ULTRASECRETO. La chica era feucha y flaca, tenía un ojo vago por lo que llevaba un parche para corregirlo. Siempre nos pedía entrar en el club porque la discriminaban las otras niñas por lo del parche:
-Jo, pero dejadme entraaaaar, poooorfa.
-Que no, que no puedes, ¿tú has visto alguna niña ninja por ahí? Si fuera un club pirata...
-Jooooo, venga, HARÉ LO QUE QUERÁIS.
Mi segundo al mando, hasta entonces callado soltó:
-Vale, pero tienes que enseñarnos las bragas.
Yo lo miré con expresión de "pero que dices, tio". Yo estaba más escandalizado por la ruptura de nuestra regla fundamental, pilar principal de nuestra sociedad, que por el hecho de que le pidiera lo de las bragas. Vamos, había curiosidad pero supongo que las hormonas no me habían afectado aún.
-Y nos tienes que dejar tocar.
Puto salido. El club a tomar por saco.
-Vale.
Se subió la falda y nos enseñó unas bragas blancas con lacito. Mi segundo examinó y tocó e hice yo lo mismo. La experiencia en sí no fue muy memorable, lo que recuerdo bien fue la sensación de traición de mi segundo.
Finalmente se incorporó al grupo de ninjas, pero duró poco porque si bien, más o menos, superaba las pruebas, no era demasiado buena jugando al fútbol ninja. Aunque quizá no fue muy sabio ponerla de lateral izquierdo siendo su ojo vago el derecho.