Codeisan de 20
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¿Un coño puede fijar sus objetivos por láser?
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Un trempamiento descomunal para empezar, y la curiosidad por darle uso a una raja peluda y pringosa, como todo hijo de vecino, vamos.
La primera raja que acaricié fue la de una prima, con los típicos juegos no tan inocentes de la pubertad/adolescencia, en una zona oscura y resguardada del barrio donde vivía en aquel entonces. Recuerdo que ella, tres años menor que yo, creía que se trataba de un juego sin más, pero lo que no sabía es que me hacía pajas a dos manos y mi curiosidad por los genitales femeninos y el folleteo ya me habían dominado por completo.
De aquella época aún quedan, al margen de los recuerdos, algunas revistas jamagosas que un barrendero del barrio, totalmente chiflado, me compraba en un kiosco cercano por encargo mío. A éste individuo le conté además el tema de tocarle el mollete a la prima, a lo cual me animó, y que lo repitiese hasta que la muchacha se dejase hacer más cosas. Una locura, hoygan.
Al final, claro, con el que mejor se presta ante esa incómoda postura: el dedo corazón de la mano derecha. Después fui a junto uno de los colegas con los que había salido y se lo pasé por las narices. El dedo, quiero decir.
No me gustan los coños, aunque me fascinan las tetas. Ojalá las mujeres fueran sirenas. Por lo de no existir, sobre todo.
LOL.
Confiesa que te quedaste con ganas de envasarlo al vacío.
Al dedo, no al amigo. :D
Ojalá hubiese personas con tetas pero sin coño. Sería maravilloso.
Me has recordado el chiste del que va a conocer a los padres de la novia y le mete mano en el portal.
Al subir le ofrecen unas croquetas.
- Muy buenas las croquetas de bacalao.
A lo que el suegro contesta.
- Anda, coge otra y son de pollo.
Me has recordado el chiste del que va a conocer a los padres de la novia y le mete mano en el portal.
Al subir le ofrecen unas croquetas.
- Muy buenas las croquetas de bacalao.
A lo que el suegro contesta.
- Anda, coge otra y son de pollo.
Y ahora lo de la cosetina. Yo tendría como 12 o 13 años y tenía de vecinas a dos niñas chicas, la más chica se llevaba muy bien conmigo y siempre que me veía por la calle venía a verme, 2 años tendría. Un día estaba yo jugando con la pelota en la calle y se vino corriendo hacia mi. Según llegó la levanté por lo alto alzando su faldita y enseñando su primeras braguitas, acabaría de quitarse el pañal o poco más. El caso es que al bajar la niña la agarré de sálvese la parte, sin querer. Después que me di cuenta de lo que había hecho me metí en el almacén a seguir tirándola para arriba y agarrándola de la cosetina al caer, estas veces si, a propósito. Ahora nuestros hijos van juntos al cole.
pero cuéntalo todo bien, que me has dejado a media paja
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