Una mujer se devalúa con cada polvo que consiente, con cada macho desconocido al que deja acceder a su coño, con cada magreo que se da un viernes o sábado noche en cada discoteca o pub. Una mujer intuye que cada macho que deja que la palpe es un punto negativo más hacia su degradación.
Un hombre puede ser un cabronazo con la polla erecta todo el tiempo, porque es lo que se supone que debe ser y está en su naturaleza. Una mujer abierta de patas es considerada inmediatamente una puta fácil sin valor, una simple guarra.
Lo dije en otro mensaje de un hilo diferente: la mujer, con cada relación insegura que consiente, pierde, arriesga, se devalúa, es considerada aún más puta y corre unos riesgos importantes que el hombre no padece ni comprende. A un hombre sexualmente se le valora por la cantidad de marcas que es capaz de grabar en su Winchester. A una mujer por lo santa y dama que pueda ser en la calle y lo puta y caliente que pueda luego aparentar ser en la cama cuando tiene pareja. Una calentorra y una guarra será valorada sólo para una cosa determinada (levantar pollas) y ningún tío la querrá como pareja. Sabe que nunca podrá fiarse de ella, que tiene a su lado a una infiel, a una adúltera en potencia, a una guarrilla de mala catadura.
Un tío se puede tirar a tres mujeres diferentes, sin más amor que el que siente por un caracol, pero volverá con su pareja porque es capaz de separar perfectamente amor de sexo. Una mujer no puede separar amor de sexo fácilmente. Ni siquiera entiende el valor del sexo en sí mismo.
Una mujer NUNCA ofrece sexo a cambio de nada. Una mujer SIEMPRE espera obtener algo útil a cambio de abrirse de piernas. Para un hombre, el sexo es placer, diversión, desahogo. Para una mujer el sexo es casi siempre una vía para la implicación, una relación, la búsqueda de estabilidad, conseguir, alcanzar, obtener... Si quiere ser usted una golfa, séalo, pero aténgase a las consecuencias. No me llore luego.